Capítulo 18
Pov becky
− Veamos qué tenemos aquí... - alguien quitó la venda de mis ojos, y parpadeé para adaptarme a la tenue luz del lugar.
Gruñí cuando arrancaron la cinta de mi boca sin ninguna delicadeza, y entrecerré los ojos.
Había un hombre parado frente a mí, ¿quién sería? Era realmente aterrador. Su piel cetrina brillaba bajo las lámparas amarillas, su sonrisa destilaba crueldad y sus ojos era fríos como un témpano. Me estremecí.
− Rebecca, Rebecca... - susurró mi nombre en voz muy baja, mientras caminaba alrededor de la silla en la que estaba atada - Así que tú eres la famosa Rebecca- no respondí, y seguí intentando controlar mis nervios - Yo soy Mile, Mile Phakphum. Seguro que tu novia te habló de mí, ¿verdad? - volvió a pararse frente a mí, justo en el momento en que una ola de furia me recorría entera. Era él. Este hijo de puta era quien había asesinado a los padres de freen. Quien le había arrancado su infancia - ¿Verdad? - repitió, su voz convertida en acero, mientras se inclinaba sobre mí. Giré el rostro. Tenerlo cerca me repugnada - ¡Respóndeme! -espetó, justo antes de estrellar su alargada mano contra mi rostro. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo el ardor en mi mejilla derecha e intentando contener las lágrimas. Saboreé el salado gusto de la sangre con amargura - Respóndeme - volvió a repetir.
− No
− ¿Qué?
− No me habló de ti - mentí, con la voz patosa y ronca.
− ¿Ah, no? Pues, yo te contaré quien soy, pues... - se irguió, y volvió a caminar a mi alrededor -Soy un mafioso, igual que tu novia - torcí el gesto. Mi novia - Uno al cual la hija de puta de Sarocha se encargó de destruir. Sólo dos semanas le bastaron - dejo escapar un sonido entre gruñido y bufido que me puso los pelos de punta - ¿Y sabes por qué lo hizo? ¡Porque se le dio la puta gana! Nunca me inmiscuí en sus negocios, pero en cuanto supe que estaba tramando algo en mi contra, tuve que investigar. Sólo fui a su casa a hablar con ella, pero ya había desaparecido - sacudió la cabeza mientras se cruzaba de brazos y se paraba frente a mí - Luego comenzó a hacerlo. Uno por uno destruyó todos y cada uno de mis negocios. Y, querida, entenderás que debo vengarme, ¿verdad?
Otra vez aquella sonrisa escalofriante.
− Ella no es mi novia...
− ¿Perdón?
− Freen no es mi novia.
Mile frunció el ceño.
− ¿Y entonces por qué te tiene contigo?
Me limité a encogerme de hombros.
− ¡Responde!
No lo hice, no podía hablar sin que se me quebrara la voz.
− Suéltenla - espetó, visiblemente furioso. En ese instante, dos hombres comenzaron a liberar mis manos y pies con rudeza, y me empujaron hacia adelante para dejarme de pie -Aprenderás a obedecer, te guste o no, ¿oíste perra? - Mile se acercó tanto a mí que podía sentir el olor rancio y desagradable de su aliento, y tomó mi rostro con una mano, apretándome y haciéndome daño - ¿¡Oíste perra!?
Me quedé sin aire cuando impactó el puño de su mano libre sobre mi vientre, haciéndome doblarme del dolor. Me soltó la cara, dejándome caer al suelo, y quedé tendida de lado sobre el frío cemento, intentando recuperar la respiración.
− Creo que me quedaré contigo. Eres bonita, y una vez que haya asesinado a la idiota de Sarocha, serás mía - soltó una risita aterradora, mientras me empujaba con un pie hasta dejarme boca arriba - ¿No te entusiasma la idea?
Pareció enfadado al no recibir respuesta alguna, y pateó mi torso con fuerza, haciéndome rodar en el piso. Chillé. El dolor era insoportable. Lo sentía por todos lados, dejándome sin aire y llenándome los ojos de lágrimas.
Automáticamente, rodeé mi vientre con ambas manos. Dios santo, no. Mi bebé no. Otro golpe. Volví a chillar, y sujeté mi barriga con más fuerza, poniéndome en posición fetal. Mile quedó en silencio durante unos segundos.
− ¿Sabes, Rebecca? - murmuró, mientras se hincaba a mi lado, y me apartaba el pelo de la cara con lo que casi parecía ternura - Cuando golpeas a alguien, su primera reacción siempre es cubrirse la cabeza. Es lo normal - Mile inclinó la cabeza hacia un lado, inspeccionándome. No separé mis brazos de mi vientre - Excepto en unos pocos casos, en dónde las mujeres...ya sabes, tienen a alguien más a quien proteger - murmuró, clavando sus ojos directamente en mi barriga.
Oh, no. No, por favor, no.
− No... - susurré, pero volvió a fallarme la voz. Rodeé mi vientre con más fuerza. Mi bebé, no...
− Embarazada, ¿eh? - sonrió de nuevo, helándome la sangre - Qué interesante - el hijo de puta era inteligente. Colocó una de sus manos sobre mi vientre, y comencé a temblar. No, cielos, no - Parece que Sarocha ahora tiene otro motivo más para venir, ¿no es así?
− ¿Venir? - pregunté, confundida.
− Claro, cariño - respondió, poniéndose de pie, a todas luces divertido - ¿Por qué más crees que estás aquí? - su voz se volvió fría de un segundo para el otro - Cuando esa imbécil venga a rescatarte, acabaré con ella. Oh, sí, y disfrutaré tanto haciéndolo...- volvió a sonreír, y me dedicó una última mirada antes de sentarse en la silla a la que anteriormente estaba atada - Sólo queda esperar a que tu princesa de armadura dorada venga a rescatarte.
Me hice un ovillo en el suelo, rezando en silencio. Este hombre estaba enfermo. Y sabía sobre mi bebé. Mi bebé... No podía pasarle nada. Diablos, no.
Pov Freen
− Te estarán esperando. No puedes entrar sola - Baitoey cargó su calibre 22 mientras yo guardaba la mía en el bolsillo de mis jeans.
Volví a echar una ojeada al edificio abandonado que se alzaba frente a nosotros. Saber que Becky estaba allí, y que Mile podría estar haciendo cualquier cosa con ella me retorcía por dentro. No podía dejar pasar ni un minuto más.
− Como quieras, Baitoey - comencé a caminar hacia la entrada, mientras un grupo de veinticinco hombres me rodeaban, vigilando todo nuestro entorno.
No despegué mi vista de la puerta de metal llena de grafitis que servía como entrada al edificio. Llegué a ella, y la empujé con el hombro antes de que Baitoey pudiera adelantárseme.
Ignorando su ceño fruncido, ingresé en el edificio oscuro. Me importaba una mierda mi seguridad, sólo quería sacar a Becky de este maldito lugar.
− Sarocha - me quedé estática en mi lugar cuando una voz llamó mi nombre desde mi derecha - Ven sola.
Me giré hacia Baitoey, quién negó con la cabeza desde afuera del edificio.
− Quédense allí, oey.
− Freen, no...
− Baitoey - la corté, pasando una mano por mí cabello - Afuera - cerré la puerta de metal, ignorando la expresión consternada de Baitoey y quedando completamente a oscuras.
− Tira el arma hacia tu derecha - obedecí, y lancé mi pistola hacia allí - Camina hacia el frente.
Alcancé a dar solo un par de pasos antes de que algún imbécil tomara mis brazos con fuerza por detrás, inmovilizándome.
No me resistí, a pesar de que noté que el hombre detrás de mí no tenía la fuerza suficiente para mantenerme inmóvil.
Me empujó, y comenzó a caminar entre los largos y abandonados pasillos del edificio. Estaba nervioso. Lo notaba en su respiración agitada y en cómo tragaba saliva cada cinco segundos.
− Aquí - me empujó dentro de una habitación con fuerza, y me soltó de golpe.
Quedé parado en medio de un cuartito iluminado por una sola lámpara amarilla. Mile Phakphum estaba parado en la pared opuesta, sonriendo siniestramente con becky bajo su brazo. El hijo de puta la estaba ahogando, mientras Becky se aferraba a su antebrazo intentando liberarse. De su labio brotada sangre, y su rostro de fruncía en una expresión agónica.
Di un paso adelante, y dos hombres a mi izquierda me apuntaron inmediatamente. Di otro paso, y Phakphum levantó un arma, apuntando a la cabeza de Becky.
− Un paso más, y los mato.
Fruncí el ceño. ¿Los?
− Déjala ir, Phakphum. Ella no tiene nada que ver con esto - murmuré, sintiendo cómo mi corazón se estrujaba al ver esa arma tan cerca de mi morena.
Mile sonrió.
− ¿Ellos no tienen nada que ver? - se encogió de hombros - Tú los quieres. Con eso me basta.
− ¿Los quiero? ¿De qué mierda estás hablando?
Mile levantó las cejas, sorprendido, y luego bajó la cabeza para susurrarle a becky, en voz suficientemente alta como para que yo también lo escuchara.
− ¿No se lo dijiste? Oh, cariño... - hizo un sonido reprobatorio, mientras Becky se ponía cada vez más pálida en sus brazos - Eso no está nada bien. Eres una niña muy mala, ¿verdad? Una mujer merece saber cuándo va a ser madre, linda.
Me quedé de piedra en mi lugar. ¿Qué mierda...?
− ¿De qué mierda hablas, Phakphum?
Mile soltó una pequeña carcajada, lleno de regocijo.
− Oh, esto se pone cada vez más interesante - sonrió todavía más ampliamente - Díselo, Rebecca, vamos - aflojó su agarre alrededor de su cuello, pero no la soltó.
Becky me miró, con sus hermosos ojos llenos de... ¿Arrepentimiento?
− ¿Becky? - me limité a mirarla fijamente, sin entender nada de lo que estaba sucediendo.
− Oh, bien, parece que a Becky le han comido la lengua los ratones - Mile soltó otra carcajada - Parece que yo te tendré que dar la feliz noticia. ¡Felicidades, freen, serás madre!
Santa mierda.
Con los ojos desorbitados, volví a mirar a becky, que derramaba lágrimas, sin apartar sus ojos de mí.
− ¿Ma...dre?
− ¡Madre! ¡Oh, qué felicidad! - no levanté mi mirada, y seguí con los ojos fijos en becky, que asintió una sola vez, con resignación.
Madre. Iba a ser madre.
Oh. Mi. Dios.
− Es una lástima que tenga que asesinarte, ¿verdad? - mile chasqueó la lengua, con fingido pesar - Pero no te preocupes, le hablaremos de ti cuando sea mayor - volvió a sonreír.
¿Cuándo sea mayor? ¿Él pretendía quedarse con Becky?
− ¿Qué harás con ella?
− Quedármela, por supuesto. Es una muchacha muy bonita como para desperdiciarla, ¿a que sí? - Mile dejó caer su mano unos cuantos centímetros, hasta alcanzar uno de los pechos de Becky, y estrujarlo entre sus asquerosos dedos.
La ira hirvió dentro de mí, y Becky hizo una mueca, comenzando a sollozar.
− ¿Y el bebe? Bueno, podría criarlo como mí aprendiz, ¿no te parece una idea genial?
¿Una idea genial? Y una mierda. Esa era mi mujer y ese sería mi hijo.
Solté una carcajada, y Mile me miró extrañado. Volví a reír.
− ¿Qué mierda pasa contigo?
− Tú, Phakphum - volví a reír - De verdad te crees que podrás conmigo, ¿eh? - otra carcajada. Phakphumfrunció el entrecejo, enfadado - Eres tan patético. Mírate, a esto estás reducido - espeté, señalando mi entorno, oscuro y mugriento - No eres nada.
− Te haré trizas, Sarocha. Cuando acabe contigo, desearás nunca haberte metido conmigo en un principio.
− ¿Meterme contigo en un principio? - entorné los ojos - Si mal no recuerdo, fuiste tú quien se metió conmigo en un principio, imbécil.
Phakphum frunció el ceño de nuevo.
− Claro que no, Sarocha. Tú comenzaste a destruir mis negocios, tú.
− ¿No lo entiendes, verdad? - pregunté, aprovechando su confusión para acercarme unos pasos a él - ¿Piensas que hice todo esto sólo por diversión? Que poco me conoces, Mile... Esto empezó mucho, mucho tiempo antes, ¿no los recuerdas?
− ¿De qué mierda hablas?
− De ti. De mis padres. ¿Los Saeocha? ¿Te suena? Los asesinaste. Los asesinaste porque reclamaron lo que era suyo - di otro paso más hacia adelante, disfrutando de la incredulidad en el rostro de Phakphum - Te olvidaste de mí, Mile. Me tendrías que haber matado, pero te olvidaste de la muchachita de dieciséis años, después de todo, ¿qué podría hacer ella? No era nadie... Grave error, Phakphum.
Mile abrió y volvió a cerrar la boca antes de volver a hablar.
− Es... imposible.
− No, no lo es.
Mile por fin pareció volver a la realidad, y abriendo los ojos como platos, me apuntó con el arma. Su mano temblaba.
− Retrocede, Sarocha, si no quieres que te vuele la cabeza.
El golpe en la puerta me advirtió, y me arrojé sobre Mile cuando cometió el error de dudar durante un segundo. Le quité el arma de la mano, mientras por el rabillo del ojo veía a Baitoey y mis hombres dejar inconscientes a los guardias de Phakphum.
Mile soltó a Becky para intentar golpearme, y me coloqué con rapidez entre ellos dos.
Phakphum, a pesar de los años, era fuerte, y logró atizarme un golpe en el mentón antes de que lograra disparar el arma contra él.
Quince segundos después, todo había acabado. Mile Phakphum estaba tendido en el suelo, muerto. Mis hombres habían inmovilizado a sus dos empleados contra el suelo, y becky estaba hecha un pequeño ovillo en un rincón.
− Perfecto, Baitoey - la felicité, mientras me giraba hacia mi morena.
− Lo sé, Sarocha. Hacía mucho que no utilizábamos 'la señal' - Baitoey pasó una mano por su cabeza - Fue divertido.
Sonreí como respuesta, y luego me agaché junto a Becky. La tomé en brazos con delicadeza, y la senté sobre mi regazo. No paraba de temblar.
− ¿Era verdad? - no pude evitar preguntarlo, mientras enterraba mi rostro en sus cabellos, aspirando el embriagador aroma de mi morena.
− ¿Qué cosa? - su voz sonaba nerviosa, triste y aterrorizada.
La estreché todavía más entre mis brazos.
− El embarazo
− Oh... - Becky asintió.
− ¿Sí?
− Si
− ¿Es mío?
Levantó su cabeza con brusquedad, fulminándome con la mirada.
− Por supuesto que sí
− Bien
Nos quedamos mirando a los ojos durante unos cuantos minutos. Dentro de mí había una increíble mezcla de emociones. Todavía no tenía idea de cómo me sentía con respecto al secuestro de Becky, la muerte de Phakphum, y la noticia del embarazo. Era tan confuso. Aunque una emoción si estaba bien definida.
− Estás enfadada conmigo - susurró Becky, casi leyendo mis pensamientos.
− Estoy furiosa contigo - respondí.
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