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Capítulo 15

Pov becky

− ¿freen? - sentada frente a mí, freen levantó la vista de su plato y me miró expectante - Necesito hacer unas llamadas telefónicas. Quería saber si podía hacerlas con eso que me diste.

− ¿Te refieres al teléfono celular?

− Aja

− ¿A quién llamaras?

Suspiré con impaciencia, mientras la veía llevarse la copa de vino a los labios.

− A mi padre, Irin y Mint

− ¿Mint?

− Es una amiga - tragué cuando su mirada se volvió a levantar, y me miró, gélida.

− ¿Amiga?

− Sí

− ¿Desde cuándo?

− Desde siempre.

Levantó una ceja.

− ¿Y por qué nunca supe nada de ella?

Bufé, pero freen ni se inmutó, y siguió mirándome con aquella mirada glaciar.

− ¿Y ti que te importa?

Levanto una ceja, desafiante, y por unos segundos divisé a esa freen. No a la freen juguetona, sexy y divertida que era conmigo. Sino a la freen distante, autoritaria y fría. A la freen mafiosa.

− Dímelo

− Es una amiga, ya te lo dije. Vive en Inglaterra donde nací, pero vino a visitarme unas semanas - me encogí de hombros - Debe estar preocupada por mí.

− ¿Te acostaste con ella?

− ¿¡Qué!? - oh, bien, esto era demasiado.

− Que si tuviste sexo con ella.

− ¡No! - dejé caer los cubiertos sobre la mesa, enfadada - ¡Diablos, no! Quiero decir... ¿Mint? Es como mí hermana ugh - hice una mueca, y ella por fin pareció entenderlo, porque una lenta y pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Ah, ella siempre tan voluble.

− Harás las llamadas, pero ya sabes que no puedes hablar de más.

− Oh, sí, lo sé. Ser secuestrada y mentirle a mi padre sobre ello es algo de todos los días -comenté sarcástica, dejándome caer sobre la silla.

Que a ella se le haya pasado el mal humor no significaba que se me hubiera pasado a mí también.

− Estás enfadada.

− ¿De verdad?

− becky...

− ¿Sabes? Tú no eres la única con el derecho a ser sarcástica freen - comenté, mientras me levantaba de la mesa torpemente - No tengo más apetito.

Caminé hacia dentro de la casa, sin saber exactamente a dónde ir. Sentí sus pasos detrás de mí.

− Aquí - murmuró, apoyando una de su mano en mi baja espalda y guiándome por la mansión.

A pesar de mis esfuerzos por ser indiferente, su mano me provocó deliciosos espasmos por toda la columna, y suspiré. También había extrañado eso.

Oh, sí. Hacer el amor con Freen Sarocha no era algo de lo que uno se olvidara fácilmente.

− Entra - ordenó, cortando la línea de mis pensamientos.

Sonrojada, ingresé en la sala de estar a la que freen me había llevado y estiró hacia mí un teléfono.

Oh, al fin, uno de los míos. El aparato era enorme, de esos que tienen un tubo gigantesco apoyado encima. Tomé el aparato sin mirarlo, y comencé a marcar la característica de Bangkok.

Me sorprendí cuando al girarme, me encontraba sola en la habitación. Freen se había ido y me había dejado sola con un teléfono.

Aquella pequeña muestra de confianza me hizo sonreír, y me mordí el labio. Permanecer enfadada con freen era más difícil de lo que parecía.

− ¿Diga?

− ¡Irim! - alejé el tubo de mi oído cuando mi amiga chilló con fuerza, y sonreí.

− ¡Rebecca, juro que te asesinaré! ¿¡Dónde mierda estás!? - oh, irin maldiciendo, esto era algo memorable - ¿Sabes lo preocupadas que estamos Mint y yo aquí?¡Estábamos a punto de ir a la policía!

− Oh, no exageren...

Sabía que tenían razones de sobra para exagerar, después de todo, había desaparecido de un día para el otro, sin avisos ni notas, ni nada, pero decidí ignorarlo.

− ¿¡Exagerando!? Oh, cielos - suspiró - Dejaré la regañada para cuando vuelvas, ahora solo dime dónde estás.

− Me secuestraron los aliens - comenté distraídamente mientras me enredaba el cable del teléfono en el dedo.

− Rebecca...

Oh, eso sonó tan freen

− Irin... - respondí en el mismo tono - Lo siento, de verdad, es que una amiga mía...enfermó. Sí, eso, ella enfermó, y tuve que venir a verla. Urgente.

− ¿Por qué tengo la sensación de que mientes? - comentó suspicaz.

Bien, debo admitirlo, doy asco mintiendo.

− No lo sé... Pero juro que es verdad.

− Ay, Becky... Mint está tan preocupada aquí.

− ¡En cuanto vuelvas, te las verás conmigo, patricia! - la escuché chillar detrás de Mint, fruncí el ceño ante el nombre pero pronto eso cambió y me mordí el labio reprimiendo una carcajada. No consideré algo muy inteligente reírme en un momento así.

− ¿No pudiste dejar una nota antes de irte con tu...amiga enferma?

Suspiré.

− No, lo siento, de veras... Las llamé para que no se preocupen por mí. Ah, y por favor, avísenle a mi padre que estaré fuera un tiempo.

− Pero... volverás, ¿verdad?

− Esto... no puedo hacerlo. Mi amiga, ella está muy grave, y... Cielos, ¡Está teniendo un ataque! Debo irme, dile a Mint que la adoro, y que lo siento muchísimo, estaré allí en unos días.

− Pero, Rebecca, qu...

− ¡Sale espuma de su boca! Adiós, Irin, las llamaré luego - corté el teléfono con fuerza.

Estaba segura de que si seguía hablando por teléfono con ella terminaría contándole la verdad, y prefería cortar por lo sano.

Caminé pesadamente hacia la puerta y la abrí. Freen estaba sentada... o más bien desparramada sobre un sillón justo frente a la puerta, tecleando con rapidez en su celular.

− ¿Terminaste? - preguntó sin despegar la vista del aparato.

Fruncí el ceño

− Sí

− Bien - se levantó, y sus ojos se encontraron con los míos en ese momento.

La vi suspirar, y acercarse a mí con un par de pasos. Retrocedí cuando estiró sus brazos hacia mí.

− ¿En un momento no me miras y al otro me abrazas? Claro que no - mascullé, fulminándola con la mirada.

Freen se meció el cabello, exasperado.

− Lo siento, yo... lo siento, ¿sí? - pude ver lo raro que era para ella decir estas palabras y me ablandé. Pero sólo un poquito - Es que eres tan...exasperante.

− ¿Yo soy exasperante? Lamento informarte que de las dos, yo no soy la que tiene problemas de doble personalidad.

Freen cerró los ojos con fuerza.

− ¿Ves? A eso es a lo que me refiero - murmuró, molesta, sujetándose el puente de la nariz entre los dedos - Me desafías constantemente, y debes entender que eso no es algo normal para mí. Nadie lo hace, ni siquiera Noey, Baitoey o Looknam. Nadie. Y de repente apareces tú, y a ti no te intimido, ni me temes y eso es tan nuevo. Y es tan refrescante, pero exasperante a la vez que... - suspiró, como si no supiera qué decir a continuación.

Me mordí el labio, pensando en sus palabras.

− Por favor, el labio no - murmuró agónica, y no pude evitar sonreírle.

Freen me devolvió la sonrisa, y tomó este gesto como bandera blanca para abrazarme, por lo que antes de siquiera darme cuenta, ya estaba envuelta en un cómodo abrazo protector.

− Lo entiendo - susurré contra su pecho, mientras rodeaba su cintura con mis brazos - Y tú deberás entender que no puedo ser de otra forma, yo... lamento exasperarte.

− No. No lo hagas - susurró antes de besarme la cabeza dulcemente - Adoro que seas así. No me gustaría que fueras de ninguna otra forma, becky.

Oh... aquello era nuevo y lindo. Dijo que adoraba que yo fuera así. Brinqué por dentro y freen me apretó aún más cerca de ella. La miré interrogante cuando se apartó de mí, y me mordí el labio cuando tomó mi rostro entre sus manos.

− Dios, vas a volverme loca con ese labio - susurró, mientras lo delineaba con el pulgar -Corrección. Ya lo has hecho - se inclinó sobre mí y unió sus labios con los míos.

Ah, esto. Esto era lo que necesitaba. Cuando le correspondí con ansias, la sentí sonreír contra mis labios.

− Veo que alguien está ansiosa... - susurró juguetona.

− Cállate, Sarocha

Soltó una carcajada y volvió a besarme, haciéndome chillar cuando me levantó del suelo en un rápido movimiento.

− Cielos, cuánto te extrañé - la oí susurrar, antes de comenzar a caminar hacia la habitación.

No se lo dije, no pude hacerlo, pero yo también la había extrañado. Era una sensación rara esta de extrañar ser secuestrada. Sonreí ante aquel pensamiento y me dejé guiar por ella.

Pov Freen

Abrí los ojos con pereza, y fruncí la nariz cuando algo me hizo cosquillas en la cara. Enfoqué mejor la vista, y sonreí al darme cuenta de que era el cabello de becky, desparramado todo alrededor de mi cara, el que me había cosquillas.

Bajé la cabeza y la observé dormir unos segundos. Qué preciosa era. Acaricié su mejilla con lentitud.

Hacer el amor con becky era algo perfecto, sublime. La forma en la que se entregaba, sin reparos, me estrujaba el corazón.

Mi morena. Mía.

Tomé el teléfono que descansaba sobre la mesa de noche cuando comenzó a sonar insistentemente, y contesté antes de que despertara a la hermosa mujer que reposaba acostada sobre mí. Literalmente, sobre mí.

− ¿Qué quieres, Looknam?

− Hola, freenzo. Sí, yo también me alegro de que estés todavía viva, gracias.

Rei levemente.

− Lo siento. ¿Estás todavía viva, Looknam? ¿Ah, sí? Pues me alegro mucho.

Ahora ella rio.

− Idiota, ¿cómo está ella?

− Perfectamente

− ¿Puedo ir?

Rodé los ojos

− Como quieras

− Bien, iré en un par de horas.

− Bien, Nam. Adiós.

− Adiós, freenzo.

Corté la llamada, y me giré hacia mi morena.

− Arriba bella durmiente... - susurré, mientras despejaba su rostro con delicadeza - Vamos bec, es hora de levantarse.

Murmuró algo sin sentido y escondió su rostro en mi pecho.

− Becky, debemos levantarnos.

− No

− Sí

− No

Sonreí como una estúpida.

− Rebecca...

− Nada de 'Rebecca...' - respondió, haciendo un estrepitoso intento por imitar mi voz - ¿Qué les sucede a todos con eso? Dejen de intentar sonar amenazantes. Y déjenme dormir. Adiós.

No pude evitar soltar una carcajada. Era graciosa hasta recién levantada.

− Looknam vendrá a verte en un par de horas, pequeña. Debes levantarte.

Refunfuño, pero abrió un ojo, y luego el otro, fulminándome con la respuesta.

− ¿Vendrá a verme? ¿Tan temprano?

− Son las once, Bec.

Frunció el ceño, y miró el reloj que descansaba sobre la mesa de noche.

− ¿Por qué dormí tanto?

− Oh, creo que te dejé agotada ayer - comenté engreída, y ella me rodó los ojos.

− Egocéntrica - respondió - Me daré un baño - fue a pararse de la cama , pero la atraje a mí con fuerza, sin permitirle irse.

− ¿No me darás mi beso de buenos días? - pregunté con un mohín, y becky soltó una risita.

− Oh, cierto, la bebe necesita su beso de buenos días - se acercó y estampó sus labios contra los míos - Buenos días, bebé freen.

Levanté la palma de mi mano, y la dejé caer sobre su trasero. Becky chilló.

− Eres una boba. Y ahora déjame ir a tomar un baño.

La solté, y me levanté detrás de ella.

− Vamos a tomarnos un baño - susurré, y ella me miró con una ceja alzada.

− Claro que no

− Oh, sí

− freen...

− Nada de 'Freen...' ¿Qué les sucede a todos con eso? Dejen de intentar sonar amenazantes.

Becky me pegó en el brazo antes de que pudiera seguir imitándola con voz de niña. Solté una carcajada.

− Nos bañaremos juntas - sentencié.

− No

− Sí

− ¿Por qué?

− Ahorraremos agua.

− ¿Así que eres una persona comprometida con el medio ambiente, bebe freen? - preguntó dulcemente, y me gire a mirarla con los ojo entrecerrados.

− Si me sigues llamando "Bebe", becky, no respondo de mis actos.

Levantó una ceja

− ¿Ah, no?

− Creo que usted, señorita Becky Armstrong, merece un buen escarmiento.

Becky abrió los ojos como platos cuando me acerqué a ella y la cargué sobre mi hombro. Solté una carcajada mientras la conducía al baño. Esto iba a ser divertido.

Pov Becky

− Looknam, ¿podemos parar aquí? - la rubia se detuvo, mirándome con una ceja alzada.

− Pero no hay ninguna tienda aquí.

Divisé a los seis guardias de seguridad que freen nos había asignado, cerca nuestro, esperando.

− Necesito entrar a la farmacia. Será sólo un segundo.

− Oh, bien ¿espero aquí o me necesitas allí adentro?

− No, será solo un momento. Espérame aquí.

Abrí las puertas de vidrio del local, sintiendo la presencia de dos hombres vestidos de traje detrás de mí. Esto era abrumador. No estaba acostumbrada a tener gente siguiéndome y 'protegiéndome' detrás de mí todo el tiempo. Pero freen había sido categórica. Sólo me permitiría ir de compras con la muy insistente Looknam Poolsak , si llevábamos tres guardias cada una. Seis hombres, para vigilar a dos muchachitas. Cuánta exageración.

Hice una mueca mientras caminaba por los pasillos de la farmacia. Me dolían los pies de tanto recorrer París, las náuseas habían empeorado y la cabeza me estaba a punto de estallar.

Llegué a la zona de los calmantes, y tomé un par de cajitas, leyendo los prospectos. Me decidí por una pequeña caja verde con el dibujo de un hombrecito dolorido, y emprendí mi regreso a la caja.

Por alguna razón desconocida, mis pies se quedaron clavados frente a una sección en especial, mientras sentía que el corazón comenzaba a latirme con más rapidez.

Allí estaban las pruebas de embarazo. ¿Embarazo?

Mientras mis ojos se abrían como platos, comencé a maquinar con rapidez. Tenía nauseas, dolores de cabeza y mi período debería haber sido... hace un par de semanas. Con todo esto del secuestro, ni siquiera lo había notado.

Oh, no. No, no, no. No podía estar embarazada. Había tomado la píldora del día después.

Me giré, y di dos pasos, con toda la intención de irme, pero volví a detenerme. Bufé y volví hacia atrás.

No podía ser... ¿O sí?

Oh, cielos.

En un impulso, alargué la mano y cogí la primera caja que llegué a tocar. Era rosa y tenía dibujada una panza de embarazada en la parte delantera.

¿Y si estaba embarazada? Embarazada de freen.

Ay, mierda. Mierda, mil veces mierda.

Nerviosa, llevé las cosas hasta la caja. La bonita cajera francesa me dedicó una sonrisa, y me costó más de lo que pensé devolvérsela.

− ¿Ya tienes lo que necesitabas? - preguntó Looknam en cuanto puse un pie fuera de la farmacia, guardando mis compras con rapidez en el bolso.

− Sí, gracias por esperarme, Look - no es nada, ahora, vamos a aquella tienda de allá, no tienes idea de lo preciosa que es la ropa... - siguió hablando durante un largo rato, pero mis oídos parecieron desconectarse, y sólo quedamos yo y mi turbada mente.

¿Y si estaba embarazada? No podía parar de repetirme. Esto se ponía cada vez peor.

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