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Sana POV

──Y esta es tu habitación.──Tzuyu abrió la puerta de madera frente a nosotras, dejándome entrar en un cuarto espacioso, y extremadamente blanco.

Las paredes, los muebles, y la cama eran blancos, y un enorme ventanal ocupaba una de las paredes. Me encantó.

──Cuánto blanco.──Susurré, y sentí la suave risa de Tzuyu detrás de mí.

──Puedes cambiarla si quieres.──Se encogió de hombros, y rodeó mi cintura con los brazos, apoyando su mentón en mi hombro.

El calor que emanaba de su cuerpo me reconfortaba.

──¿Me encerrarás aquí y no podré salir en todo el día?

Tzuyu suspiró, y negó con la cabeza, rozando su mejilla con la mía.

──No. Podrás dar vueltas por todo el departamento.

──Pero no podré salir de él.

──No.

Asentí.

──¿Y si necesito algo de afuera?

──Me lo dices.──Susurró, y luego giró su cabeza hacia mí.

Estampó un leve beso en mi oreja y me soltó.

──Debo ir a trabajar.

──Oh, bien...

Me giré hacia ella, y le sonreí cuando acarició mi mejilla con el dorso de su mano.

──Si sales de aquí, me enteraré. Y no estaré nada feliz. Toma.──Extendió un aparatito hacia mí, y la miré intrigada.──Es por si necesitas comunicarte conmigo y yo no estoy aquí.

──Oh.──Tomé el pequeño teléfono celular, y lo hice girar en mi mano.

──Te veré esta noche.──Se inclinó y besó mi frente, y yo me limité a sonreírle mientras lo veía salir al pasillo nuevamente.

Apreté la un botón del aparato, y la pantalla se iluminó, rezando la hora con grandes letras blancas.

Once treinta de la mañana.

Me giré sobre mis talones, echándole un vistazo a la cama.

Lucía increíblemente cómoda.

Solté una risita una risita, y me abalancé sobre ella.

Oh, era todavía más cómoda de lo que pensé.

Me acomodé boca abajo, y puse el teléfono a la altura de mi cabeza.

El único contacto guardado era el de Tzuyu, y no había nada más allí. Ni fotos, ni música, ni viejos mensajes. Era nuevo.

Lo dejé caer sobre el colchón, y cerré los ojos.

Sé que debería sentirme mal, lo sé. Pero el haber visto a Tzuyu de nuevo me había hecho tan feliz.

Suspiré, recordando el miedo que había sentido hace una semana, cada vez que pensaba en que no volvería a verla nunca más.

Y ahora estaba aquí. Y ella me estaba protegiendo.

Me estremecí ante la idea de haber estado siendo vigilada todo ese tiempo. Con mi despiste, era normal que no lo hubiera notado.

Pero Tzuyu había llegado antes. Me había salvado.

Oh, mi heroína.

Solté una carcajada.

Me sentía tan bien aquí, pero tampoco podía ignorar la idea de que había alguien intentando matarme. Intentando matar a Tzuyu. Otro escalofrío. No podía pasarle nada a ella.

No a Tzuyu.

──────────────────────── ♡︎

Tzuyu POV

──Kim está furioso.

Sonreí.

──Lo sé, Mina. Y eso es genial.

──¿Darás el próximo golpe?

──Mañana. En cuanto lo haga, intentará buscar a Sana y hacerle daño. Vaya sorpresa se llevará cuando no la encuentre.

──Así que la tienes otra vez contigo, ¿Eh?

──Sí, pero esta vez es diferente.

──¿Lo es?

Levanté la vista de mi computador, y la fijé en Mina, sentada frente a mí.

──Sí, lo es. Lo más importante ahora es su seguridad.

Mina no dijo nada durante unos minutos, y yo seguí escribiendo con rapidez.

──Chaeyoung quiere verla.

Bufé.

──Chaeyoung debería aprender a meterse en sus asuntos.

──Se preocupa por ella, y por ti.

──Lo sé.──Sacudí la cabeza y suspiré.──Mañana. Me quedaré en casa con Sana y ella podrá ir.

──Esto... ¿Sana no saldrá nunca de tu departamento?

Volví a mirarla.

──No.

──Ah.

──¿Por qué?

Se encogió de hombros.

──Chaeyoung está emocionada con París, las compras, ya sabes.

──Sana no saldrá de compras. Y también deberías controlar a Chaeyoung. Nadie está a salvo ahora.

Mina asintió.

──Lo sé.

Desvié mi atención de ella cuando mi teléfono celular comenzó a vibrar.

Era Sana.

──Hola.

──Hola, Tzuyu.── Su dulce voz llegó hasta mí, e instantáneamente tuve ganas de sonreír.──Voy a salir del departamento. Necesito comprar algo.──Adiós a las ganas de sonreír.

──No saldrás.

──Tzuyu, voy a hacerlo. Me dijiste que no era tu rehén.

Suspiré.

──Y no lo eres. Pero debo protegerte. No es seguro que salgas, Sana.

──Pero solo será por un segundo...

──No.

──Pero...

──No. Hay dos guardias en la puerta del departamento, y tienen órdenes de no dejarte salir. No irás a ningún lado.

Se cortó la comunicación.

Genial, ahora se enojaba conmigo.

Dejé el teléfono sobre la mesa con un suspiro de resignación.

A los pocos minutos volvió a vibrar. Era un mensaje de texto.

Eres una maldita dictadora.

Sin amor, Sana.

No pude evitar sonreír. Me ponía de buen humor hasta cuando estaba enojada. Tecleé rápidamente la respuesta.

Y tú una niña caprichosa.

Con amor, Tzuyu.

Volví a depositar el aparato sobre el escritorio, suspirando.

──Las mujeres son complicadas.──Comentó Mina, sacudiendo la cabeza mientras salía de mi oficina.

Estaba de acuerdo.

──────────────────────── ♡︎

Abrí la puerta de la habitación de Sana con cautela. Estaba sentada sobre la enorme cama de edredón blanco, leyendo muy concentrada algún libro.

──Hola.

Levantó la vista y me escrutó con sus enormes ojos chocolate. Sin mediar palabra, volvió a concentrarse en su libro.

Suspiré, y me senté junto a ella en la cama. Fingió no darse cuenta.

──Estás enfadada.

──No me digas.──Murmuró, dando vuelta la página.

──¿Por qué?

Se quedó quieta durante unos segundos, y luego alzó sus ojos hacia mí.

──¿De verdad necesitas que te lo diga?──Preguntó, enfadada. Me encogí de hombros.──Tzuyu, necesitaba ir a una maldita farmacia y tú no me lo permitiste, ¿Te parece razón suficiente?

──¿Farmacia?

──Sí, me duele la cabeza y tengo nauseas.──Murmuró distraída.

──¿Porqué no me lo dijiste? Hubiera traído a un médico conmigo.

──No necesito ningún médico.

──Estás enferma.

──¡Es normal! Sólo necesitaba un medicamento y estaría bien.

Bufé, mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás.

──Sólo intento protegerte.──Murmuré, exasperada.

Sentí como Sana, a mi lado, dejaba el libro sobre la mesa de noche, y se giraba hacia mí con lentitud.

──Lo sé. Y lamento enfadarme, es que... Había olvidado lo sobre protectora que puedes llegar a ser a veces.

La miré con una ceja alzada.

──¿Sobre protectora? ¿Yo?

Sana intentó por todos los medios no sonreír, pero su expresión divertida me hizo sonreír a mí.

──Mmh.

──Oh, señorita Minatozaki, no sabía que usted me consideraba una sobre protectora.

──Oh, sí lo hago, señora Chou.

──Señorita Minatozaki, debo aclararle que aquel insoportable defecto sólo sale a la luz cuando usted está cerca.

Sana soltó una risita, y se mordió el labio deliberadamente lento.

Ay, mierda.

──No creo que sea un defecto, Tzuyu.

──¿Ah, no?──Le pregunté, insegura, y ella asintió enfáticamente.

──Puede llegar a ser algo molesto, sí. Pero es... dulce.

──¿Dulce?──Asintió con una sonrisa.── ¿Me está llamando dulce a mí?

──Sí, señora Chou, la estoy llamando dulce.

Sacudí la cabeza.

──Nunca nadie me había llamado de esa manera.

Se encogió de hombros, y me dedicó una de sus enormes sonrisas. De esas que había extrañado tanto.

──Pues, lamento informarle que a pesar de sus enormes esfuerzos por parecer mala, fría e intimidante, usted parece un osito de felpa.──Respondió divertida.

Arqueé una ceja. ¿Un osito? ¿De felpa?

La miré escéptica, y sin aviso, tomé su cintura y la hice caer de espaldas en la cama.

Sana soltó una carcajada, pero se quedó seria cuando me acerqué hacia ella, intimidante.

Me senté a horcajadas sobre su vientre, y sus ojos se abrieron con sorpresa.

──Repite eso.──Susurré, inclinándome sobre su rostro hasta quedar a solo unos centímetros de sus enormes ojos.

──¿Qué... Qué cosa?

──Lo del osito.──Sana se limitó a tragar saliva y sacudir la cabeza. Sonreí amenazante, y acaricié su cuello con una mano.──Repítelo, Sana.

──No.──Susurró, mientras su cuerpo se arqueaba involuntariamente debajo del mío.

Tuve ganas de gemir, pero me contuve.

Tomé su mandíbula con una mano, sin permitirle apartar el rostro de mí.

──¿Piensas que soy como un osito de felpa?

Sana suspiró, mordiéndose el labio.

Diablos, qué hermosa era.

──No.

──¿Entonces por qué dijiste eso?

──Porque... ──Se volvió a morder el labio.

──Porque...

Se encogió de hombros, nerviosa.

──No lo sé.

──Retíralo.

──Tzuyu...

──Retíralo.

──No eres como un osito de felpa.

──Bien.──Comenté alegremente, y me levanté, dejando a una Sana muy confundida mirándome con irritación.

──¿Qué haces?

──Voy a comer.──Respondí como si fuera lo más obvio del mundo, y tendí mi mano hacia ella.──Y me gustaría que me acompañases.

Sana se levantó de la cama, con las mejillas ruborizadas y el ceño fruncido.

──Eres tan mala.──Susurró mientras se me acercaba, haciéndome soltar una carcajada.

Tomé su rostro entre mis manos, y le di un sonoro beso en los labios.

──Más tarde, preciosa.──Susurré, y salí de la habitación arrastrándola detrás de mí.

Tener a Sana a mi lado era como un bálsamo.

A pesar de todo lo que estaba sucediendo, ella me hacía sentir bien.

Feliz.

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