DyJEditorial
Aethal Loughty
1 de octubre del año 1853

Entro a mi aposento, disfrutando del olor característico a cítricos que lo envuelve por completo.

Estoy agotada y sudada, el entrenamiento de hoy me ha dejado exhausta de sobremanera. Quizás mis padres le pidieron a mis entrenadores que fueran un poco más rudos conmigo. Nube—mi yegua blanca—ha estado mas doméstica hoy.

Estoy considerando la idea de acostarme a dormir sin bañarme, pero eso sería realmente antihigiénico a si que descarto esa idea rápidamente. Llegó al baño arrastrando los pies. Mi pelo rojo se pega en mis mejillas por el sudor.

Abro el grifo que llena la tina, me despojo de mi ropa de entrenamiento, que consiste en vestido largo y pesado, es verde ajustado en el pecho y con caída hasta los pies. Tomo los aceites y el olorizarte de cítricos para verterlo en la tina.

Me introduzco en ella, el contacto del agua caliente chocando con mi cuerpo frío hace que me estremezca. Los músculos tensados de mi anatomía se relajan instantáneamente. Salgo cuando el agua se enfría y mis dedos se arrugan.  Envuelvo una toalla rosa palo por mi cuerpo. Me alejo del baño para ir al closet, saco un pijama morado de tela de algodón.

No pienso mucho lo que hago solo me dejo caer en la cama para poder descansar y seguir con mi entrenamiento mañana. Han pasado años en los que he tratado de convencer a mis padres de dejarme entrenar con los guerreros y aprender a montar a Nube, el año pasado por mi cumpleaños número dieciocho me concedieron ese deseo.

Al caer en la cama siento como algo golpea con mi espalda baja haciendo que esta se jorobe al instante. Miro lo qué hay debajo de mí, no entiendo mucho la situación y tampoco quiero, el sueño me está consumiendo de apoco. Es una pequeña bolsa con un hedor repugnante. Frunzo el ceño.

Me paro de la cama con pesadez pero el olor es tan desagradable que no puedo soportarlo. Lo hecho en la chimenea y me quedo viendo curiosa cómo se quema. Un calor inmenso se apodera de mi cuerpo, las gotas de sudor se acumulan en mi frente, no entiendo el cambio repentino. Apagó la chimenea, abro las ventanas para poder recibir un poco de aire. Este parece no entrar a si que decido salir al balcón. Desde aquí puedo ver con claridad el enorme jardín que tienen el castillo, también diviso un par de ojos rojizos mirarme a la distancia. Atribuyo esto al mareo de mi cabeza, siento que estoy al perder la cordura si mi cuerpo no se refresca. Suspiro cuando todo cesa. Cierro los ojos calmando mi cuerpo de apoco, inhalo para ralentizar mi respiración.

[👹]

Nueva historia, nueva saga *bailecito interno*. Ok, ok centrémonos.
No estaré muy pendiente a este libro ¿ok?