~Chapter 2~
Aethal Loughty
5 de octubre de 1853
—Archibald, ¿crees en los demonios?
Sí, me encuentro preguntándole a mi hermano si cree en los demonios. Porque aunque no encuentre una lógica por ningún lado, todo los sucesos de hace tres días fueron intensos, muy raros y además no se mezcla con la realidad.
En mi espacio de tiempo estuvimos hablando minutos, como máximo, treinta. Pero habían pasado horas, no morí de hambre por ese pequeño defecto, para mi cuerpo solo había pasado una hora y media desde el desayuno.
Mi hermano deja escapar una risa ronca—Claro que no. Nunca se han demostrado ante un humano y si llegó a suceder no vivieron —hace una pausa— para calmar nuestras dudas.
Un escalofrío me recorre entera por su comentario.
—De todas formas no descarto su existencia. ¿Por qué la pregunta?
—No lo sé, solo curiosidad —miento.
Seguimos trotando por el campo, Archibald monta su caballo que a diferencia del mío es negro completamente, es curioso—es hermano de Nube—aunque es algo raro porque ella es blanca pura.
Ya el trotar me está aburriendo—¿Una carrera? —preguntó mirándolo con una deja enarcada.
Sonríe con malicia—Claro su majestad.
Una carcajada escapa de mí cuando pronuncia las palabras con burla.
Ahora es mi turno de sonreí—Arre.
Nube sale disparada casi dejándome caer de su lomo. Si algo tiene mi nena es que es demasiado veloz. Archibald no demora en seguir mis pasos empezando a correr, no le quito mérito a su caballo pero la mía es mejor.
Giro mi cabeza para mirarlo, su mirada choca con la mía, le lanzó un beso junto a una sonrisa de suficiencia. Pone los ojos en blanco.
Miro hacia delante, un kilómetro y llegaré a la meta. Sonrío triunfante.
El golpeteo de su caballo llegando al mío me hace fruncir el ceño. Giro para verlo, está a dos metros de mí dándome esa sonrisa característica cuando sabe que ha ganado. Pero no, no se la pondré tan fácil.
Nube aumentó su velocidad dejándome mareada por tener mi vista atrás.
Hago un gesto con mis manos en la cuerda, salta llegando a la meta primero que Archibald.
Llegamos muy rápido.
—¡Si!
La risa ronca de mi hermano me provoca a mirarlo.
—No pensé que viviría para ver esto ¿te ayudó un demonio? —me tenso visiblemente, trato de relajar mis músculos cuando veo burla en su cara y sé que solo es una broma.
—Ja, ja, ja —suelto una risa falsa e irónica.
—Tengo que regresar ¿vienes?
Niego.
Él, se va llevándose su caballo consigo.
Según lo que he logrado hablar con mi madre, en una semana haremos una ceremonia para mi matrimonio.
Hace unas horas mi hermano se paso por mi habitación para ver cómo estaba. Digamos que Sherlyn y Archibald son los únicos que considero mis hermanos como tal, todos los demás viven de la hipocresía. Para qué negarlo, mis primas y yo no nos soportamos ni siquiera mirarnos a la cara y sus rechazos aumentaron cuando el esposo de una de ellas quiso casarse conmigo pero fue obligado a hacerlo con ella.
La sensación de ser observada se presenta en mi cuerpo. Es algo tan magnifico como nuestro cuerpo siente sensaciones que no ve, que no tocan.
La sensación es cada vez más fuerte, estoy comenzando a pensar que mi hermano no se fue. Me hizo creer eso para asustarme, pero no hay rastros de él por ningún lado.
Suspiro.
Sé perfectamente lo que me está mirando... Solo que no quiero aceptarlo. Me da miedo toda esta situación, me da miedo de que pueda hacerme algo. Me da mucho miedo varias cosas respecto a esto.
Mi mente está hecha un revoltijo de emociones, sensaciones y preocupación, sin un orden en específico. Mi vida se está yendo por el retrete y no hay nada que pueda hacer para salvarla. Solo queda mirar atrás y ver las cosas bonitas que me pasaron en algún momento de mi efímera vida. Porque, para que mentir, he pasado por muchas cosas a mi edad. Muchas de ellas han hecho mi carácter y mentalidad.
Una lágrima ácida por los sentimientos toma lugar en mi mejilla mojándola. No me permito llorar.
Suspiro.
Limpio la lágrima. Me levanto del suelo para llamar a Nube. No me apetece estar en este lugar sola en donde ese espectro pudiera aparecer o causar estragos.
Despojo la tierra de mi vestido, cuando mi yegua se percata del movimiento levanta su cabeza hacia mí acercándose de a poco.
Aethal Loughty
La noche ha caído y con ella mi miedo de verlo otra vez. Es irracional pero no puedo evitarlo, parte de mi mente me dice que solo ha sido una broma de ella misma que no hay nada que temer. Solo que cuando recuerdo las cosas se sienten tan reales, sus manos en mi cuello donde segundos después habían marcas, simplemente no pudo ser un sueño.
Por extraño que suene quiero volver a verlo, quiero sentir el olor de su piel.
Definitivamente me estoy volviendo loca.
Una persona con la mínima capacidad mental no estaría pensando esto. ¿Acaso soy yo la que está mal?
Probablemente sí
No queda ni el mínimo rastro del sol. Se ha ido a alumbrar otra parte del planeta. Las puertas del balcón están cerradas pero aún así las ráfagas de viento logran colarse erizando mi piel. Siento que la noche de hoy no será nada fácil para mí. Que esa cosa, espectro, demonio o cualquiera de ellas. Porque la atribución de humano no entra en él, nada de él es humano ni la más mínima parte, quizás solo estoy siendo paranoica.
Suspiro.
Doy vueltas en la cama hasta que logro encontrar la posición perfecta para dormir plácidamente sin pensar en la sensación de ser observada. Aunque, dudo que logre tener un sueño reparador. En la cena, en el baño, montando a caballo he sentido la mirada de alguien en mí y es tan extraño como tenebroso.
Tan incómodo.
Aethal Loughty
6 de octubre del 1853
«Su mirada se posa en mí, tan hambriento como siempre. Sus pupilas cambian a un negro tan intenso. He estado aprendiendo cada emoción detrás de su color de ojos; el rojo representa a su demonio interior por lo cual no es una emoción pero sin duda es el más espectacular de todos, el negro representa el placer y el poder de tener una vida en sus manos, pero, el morado, guarda esa emoción tan difícil de ver, esa que solo aparece cuando posa sus ojos en mí, como ahora, un morado oscuro se presenta en sus ojos. El violeta representa la unión, el amor y la obsesión de dos almas corrompidas.
Deja su pequeño espectáculo sangriento, acercándose a mí como el depredador que es. Sus manos toman posesión de mi cuello, se sienten húmedas por la reciente sangre en ellas, a pesar de eso, no me importa.
Impacta sus labios contra los míos de una forma tan sofocante como excitante. Un gemido escapa cuando su mano aprieta mi culo, aprovecha esta acción para unir su lengua con la mía bailando una sincronía desesperada.
Unas manos en mi rostro detienen el andar de sus labios sobre los míos.
—Princesa, princesa... —el murmullo de intensificar sacándome de mi sueño»
—Corazón —la dulce voz de mi madre se escucha en mi cabeza obligándome a abrir los ojos.
Mi madre me mira con un semblante preocupado, triste y otras emociones que no logro descifrar. Frunzo el cello por la mirada de pena que me da.
Me acomodo en mi cama mirándola a la cara directamente.
Cuando veo que ella decide no tomar la iniciativa lo hago yo:—Madre, ¿qué sucede?— inquiero preocupada por su cara y por ser más temprano de lo normal.
El silencio reina y no quiero pensar que puede ser, simplemente no quiero saber.
Su mirada verdosa debate con la mía violeta, una tormenta hay en sus ojos, una que no trae cosas buenas.
Se debate entre decirme, lo puedo ver, pero en fin, no tiene más opciones—La ce-ceremonia se llevara a cabo hoy por la noche —el aire se escapa de mis pulmones, la miro incrédula a lo que dice.
La ceremonia era en una semana, ¿cómo va a ser hoy?
Tiene que ser una broma de su parte. Pero sé que ella no jugaría con eso, no lo haría.
Un sollozo brota de mí llamando su atención, estoy ida, mi mirada no tiene rumbo, no miro nada en específico. Lágrimas saladas se forman en mis ojos cayendo por mis mejillas hasta mi boca donde se cuelan.
—¿Por qué?
Mi madre me mira con ternura.
—Tu abuela así lo demando, no pude hacer nada al respecto, mi niña —dice con tristeza en su voz y no puedo evitar soltar un sollozo.
Me levanto de la cama sin mirarle la cara a mi madre, sé que no es su culpa pero mi molestia solo aumenta de tenerla cerca.—Por favor sal de mi aposento —digo sin mirarle la cara, porque la vergüenza es tanta, de estar en estas condiciones, de no poder hacer nada, de que mi opinión no valga nada para la reina.
Ella me mira incrédula, como si no esperara esa repuesta de mi parte, no puedo culparla nunca la he tratado de esta manera.
—Siempre he tratado de ayudarte, y he ignorado todos los regaños de la reina por hacerlo, pero veo que tú no estás entendiendo todo el esfuerzo que hago por ti —dice con lágrimas en los ojos antes de irse dando un portazo.
Me siento culpable de haberla tratado así, pero el daño ya está hecho.
¿Qué demonios? ¿Desde cuando soy así?
No dormir bien me está afectando. Sí, es eso.
Me dejó caer en la cama de nuevo, solo quiero dormir en paz, despertar y la noticia sea solo un sueño más. Que mañana no tenga ese tipo de responsabilidades.
[👹]
Dejen sus teorías aquí»»»»
¿Que pasará cuando llegue a la ceremonia?
¿La estará esperando el infierno junto a Azael, o se irá con otro hombre?
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