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Capítulo 2

Con la cabeza adolorida y los ojos a medio abrir me arrastro fuera de la cama para despertar a los chicos, me cuesta quince minutos con los gemelos y sólo un golpe en la puerta para Alisha.

Bajamos susurrando en voz baja, escucho a James quejarse de que es demasiado temprano.
- Tienes que acostumbrarte.
-¿Por qué?- Se queja él arrastrando sus pies.
-Por la escuela, irán por la mañana no por la tarde a como están acostumbrados.
-Uh no, no podremos hacerlo.- Ahora la que habla es Jessica.
-Tienen, ya se los dije.
-Alguien está de mal humor.- Observa Alisha cuando llegamos a la cocina.
-No dormí bien.- Hago una mueca de disgusto al recordar la dichosa pesadilla, los vellos del brazo se me erizan.
- ¿Y cómo ibas a hacerlo si te la pasaste chismoseando en la habitación que supuestamente está prohibida?- Estaba por sentarme en una de las sillas del comedor pero me quedo en el aire ante sus palabras.
-¿Disculpa?
-No me dejaste dormir, escuché ruidos al otro lado de la pared y me levanté a ver qué pasaba, te encontré sentada contra la pared mirando hacia las ventanas.

Todo, absolutamente todo ruido deja de resonar en mis oídos. El miedo se instala en mi sistema. ¿Cómo es eso posible?
La miro fingiendo que lo que me ha dicho no me ha afectado.
-¿Qué te dije?
-Nada, estabas como ida, pensé que necesitabas espacio.- Trago saliva asintiendo.
¿Qué demonios pasó?
Yo, sentada en el suelo de la habitación, mirando a las ventanas ¿Así como en mi pesadilla?
-En fin.- Dice ella cambiando de tema.- Logré encontrar un toma corriente cerca de mi cama, eso es bueno.
-Nosotros no hemos revisado pero nuestro videojuego necesita carga.- Dice James.

Yo no dejo de pensar en lo sucedido mientras les preparo a los chicos unos panqueques. Yo no soy sonámbula, mis padres lo habrían descubierto. ¿Entonces qué me sucede?

El hambre se me quita por lo que no pruebo ni un solo bocado de mi comida y me limito a asentir cuando los chicos me preguntan algo.
-¿Scar podemos ir al río hoy?- La voz de Jessica es animada, no quiero arruinar eso.
-Está bien, pero no tardaremos mucho y no nos separaremos.- Ambos niños asienten.

Media hora más tarde, cuando regreso a mi habitación o mejor dicho, la de mi madre, me encuentro con algo que me deja pasmada.
El retrato que recuerdo haber guardado está fuera del cajón y puesto sobre el escritorio de manera decorativa.
Miro hacia la puerta donde espero ver a uno de mis hermanos, porque tuvieron que ser ellos. ¿Cierto?

Nos turnamos en la ducha y cuando llega el turno de James lo ayudo a quitarse la ropa.
Sí, él ya tiene la edad para bañarse solo, pero algo le pasó de niño, algo que le hizo temer a volver a bañarse sólo.

Tenía cinco cuando se resbaló con el shampoo en la ducha y cayó boca arriba, Alisha lo encontró ahogándose con el agua de la regadera. Casi muere ese día y desde entonces o es ella o soy yo la que lo acompaña mientras se baña.
Por eso, cuando entramos y ve la tina me mira emocionado.
-Mira Scar, será como estar en una piscina.
-No creo que sea buena idea.
-Vamos, por favor, tu estarás cuidándome, nada me pasará.
Ruedo los ojos cansada.- Está bien, vamos, te ayudo a subir.

La tina se llena, el sonido del agua llenándola hace eco en las paredes.
Ayudo a mi hermanito a lavarse el cabello mientras él habla y habla sobre todo y nada.
-Desearía haber traído mis juguetes, más de uno habría flotado.
-Te compraré unos nuevos.
-¿Dónde? En este pueblo sólo hay árboles.
-Debe haber alguna tienda, iremos a curiosear no te preocupes.

Lo enjuago y lo envuelvo en una toalla, luego lo dejo para que se vista y aprovecho para ducharme.

Cuando Nelson dijo que no pasaba mucho tiempo en casa, lo decía en serio ya que desde que despertamos hasta que nos fuimos al río en la tarde, él no apareció por la casa.

Manejé hasta donde recordábamos haber visto el dichoso río, estacioné a un lado de la calle y nos bajamos, cruzamos al otro lado y caminamos metiéndonos un poco más entre los árboles.
-Ya saben chicos, nada de mojarse, sólo venimos a ver y conocer el lugar, cuidado con las piedras, se pueden resbalar y...- La mirada que Alisha me lanza me hace parar.-¿Qué?- Pregunto confundida.
-Sólo deja que se diviertan.
-Pero si se caen...
-Entonces llorarán, los vendaremos y les advertiremos que no vuelvan a cometer el mismo error, ellos aprenderán de él y para la próxima serán más cuidadosos.
-Definitivamente tus hijos vivirán vendados.- Me burlo de su forma de crianza.- Si dejas a los niños muy libres corren peligros, esos peligros pueden llevar a una enfermedad e incluso la muerte.
-Scar, todos nos exponemos a peligros a diario, no sólo los niños y aunque los sobreprotejas siempre estarán en peligro de algo.

Miro hacia ella.- No sé si decirte si estás equivocada o no, hasta ahora he empezado a aprender sobre la crianza de niños, hasta ahora comprendo las acciones y regaños de mamá así que... supongo que lo que hago es intentar copiar su forma de cuidarnos.

Alisha me abraza por los hombros.- Lo estás haciendo bien.
-Eso espero.

Llegamos al borde del río donde los gemelos nos esperan.
-Pensé que sería más hondo.- Me escucho decir.- Siento un codazo en mi costado y con una mueca de dolor miro a Alisha confundida.- Auch.
-Aquí es apenas una corriente pero más adelante la corriente se hace más fuerte y el río más hondo.- Me giro sorprendida hacia el chico sentado en una inmensa roca al otro lado del río, no lo había notado antes, hasta ahora.
Viste una camisa a cuadros de color azul y negro, sus pantalones están rasgados pero no de una manera exagerada como he visto en otras personas y lleva puesto unos botines militares.
Es alto, de cabello negro, su cuerpo es delgado pero musculoso.
Mi boca se seca ante su aspecto estridente.
Pero mi mente se activa al instante. Es un desconocido.
Agarro a los gemelos de los hombros y los obligo a retroceder hacia mí.- Oh bien, es bueno saberlo.- Fuerzo una sonrisa al chico mientras le lanzo una mirada a Alisha, pero ella está embobada mirándolo.- Vamos chicos, volvamos a casa.
-¿Qué? ¿Por qué?- Pregunta mi hermana.
Santo Dios, no entiende las indirectas.
-No hables con desconocidos ¿Cierto?- Escucho decir al chico.
-Eso es lo que mamá decía.- Jessica dice de manera triste.

Lo veo bajarse de la roca, salta y cae de pie con una sonrisa ladeada.- Tranquilas, no soy un asesino o violador.
-Oh claro, ahora que nos has tranquilizado podemos ser amigos o algo.- Me burlo yo.
-Es lindo.- Dice Jessica, veo cómo se sonroja.
Ay señor.
-Gracias preciosa.- Le contesta él.- Soy Asher, creo que ustedes son nuevos ¿Cierto?- Levanto una ceja interrogativa.- Lo sé porque no los había visto antes.- Se explica.- Es un pueblo pequeño, no a menudo vienen nuevas familias y tampoco olvidaría esos rostros.- Eso último lo dice mirándome, me aclaro la garganta y aparto la mirada.
-Bien Asher, nosotros somos la familia Willards.
Lo veo fruncir el ceño y yo me concentro en no golpear a mi hermana por decirles nuestro apellido. ¿Qué acaso no ha visto películas de terror? Eso es algo que no se hace, es ley.
-La única familia Willards que conozco es la de un par de ancianos.
-Son nuestros abuelos.- Se explica Alisha.- Hemos venido a vivir con ellos.
-Oh.- El chico parece realmente sorprendido.-¿Así que viven en esa aterradora casa? De pequeño solía fingir con mis amigos que era una casa embrujada.
-Vaya, qué original.- Me escucho decir de manera tajante.
Asher me ve y asiente.- Creo que es mejor que me vaya.
-Pero...- Empieza a decir Alisha.
-Sí, es lo mejor, que tengas lindo día.- Termino yo.
Puedo sentir que está enfadada conmigo, tal vez estoy siendo demasiado odiosa pero no puedo sentirme segura con un chico al que no conozco haciendo preguntas sobre nuestra familia.
Tal vez si hubiera pensado así hace unos años, me habría evitado pasar por lo que pasé, sin embargo, no cometeré ese error dos veces.
-Bueno, igual, lamento si los incomodé.- Inclina la cabeza en modo de despedida y empieza a alejarse, se adentra en los altos árboles y su silueta de momento a otro se mezcla con los otros árboles.
-Fuiste muy grosera.- Me regaña Alisha.
-Sí Scar, él era guapo.- La sigue mi hermana menor.
Le doy gracias a James por no opinar nada.
-Ustedes no lo entienden.- Niego con la cabeza.
-Volvamos a casa.- Dice James con recelo.- No confío en ese chico.
-Sí, podemos volver otro día.- Lo sigo yo.
Y ambas chicas a mi lado nos miran enfurecidas antes de girarse por sí solas y empezar a caminar hacia la minivan. Miro a mi hermano menor.
-Bien hecho.- Le digo.- Recuerda no perder la costumbre de proteger a tus hermanas.
Sonríe.- Lo sé, papá me dijo que debía hacerlo, sin importar qué edad tuvieran todas ustedes.
Le revuelvo el pelo mientras empezamos a caminar de regreso.- Serás un buen hombre, lo sé.
No puedo evitar girar mi cabeza hacia atrás, pero no veo ningún movimiento extraño ni sonidos de pasos, solo el del agua corriendo.
Al regresar a la casa, el abuelo seguía sin estar dentro así que aprovechamos para hacer el almuerzo.
-Debo conseguir trabajo.- Comento más para mí que para ellos.- No puedo tomar de su comida sabiendo que no estoy aportando nada.

Alisha se mete una cucharada de puré en la boca, traga y luego contesta: - Son nuestros abuelos...
-Sólo siento que no está bien, aprovecharé que irán al colegio para buscar trabajo.
-Como quieras.- Rueda sus ojos, señal de que sigue enojada conmigo.
-¿Puedo hablar contigo un momento?- Miro a los niños.- A solas.

La obligo a subir y vamos a su habitación.- No puedes seguir enojada con eso.
-Tú no lo entiendes Scar, él era lindo, parecía amable.
-Las apariencias engañan, créeme.
-Somos nuevos aquí, en algún momento tendremos que hablar con desconocidos, es así como conocimos a nuestros amigos.
-No me agrada él ¿Sí?
-¿Por qué?
Respiro profundo al recordar las razones y me doy cuenta de que es momento de sacarlo, tal vez mis errores le sirvan a ella para no cometerlos.
-Supongo que recuerdas mis etapas difíciles.
-¿Cómo olvidarlo?
-Pero no sabes por qué pasó todo eso.- Me siento en su cama, ella me sigue, posicionándose frente a mí.
-Sabía que era algo que querías mantener sólo para ti.- Ha suavizado su voz.
-Es que era difícil hablar sobre eso.- Miro hacia otro lado para evitar su mirada.- Conocí a un chico, era mayor que yo, él tenía veintidós y yo dieciséis, me parecía excitante que fuera prohibido y fui estúpida al dejarlo acercarse. Me invitó a comer, yo le mentí a mamá diciéndole que pasaría con Kriss, sabía que ella me cubriría así que no me preocupé por ello. Me llevó a un bar, comimos y empezamos a tomar, yo nunca había bebido antes de eso, solo había tomado una copa de vino en la navidad pasada así que me pareció una nueva experiencia interesante. No sé cuánto bebí, sólo sé que...- Mis manos se mueven sin parar por el nerviosismo.- Me acosté con él esa noche, fue mi primera vez y al siguiente día no recordaba nada. Me enamoré de él como una estúpida al ver que seguía a mi lado luego de esa noche, pensé que había sido suficiente para él. Luego el tiempo pasó, me dejé llevar por sus palabras, cuando dijo que mi ropa era muy aniñada le exigí a mamá que me diera dinero para ir de compras y cambié mis blusas rosadas por camisas ajustadas y oscuras, por chamarras de cuero, cambié mis sandalias por botines altos y todo por él, luego cuando mencionó que me vería mejor con maquillaje cambié mi apariencia por completo, cada cosa que él decía, yo lo hacía, incluso cuando me dijo que disfrutaría más mis noches con él si me drogaba.- Cuando escucho los sollozos de mi hermana ante mis declaraciones me siento como basura, fui demasiado estúpida, demasiado ingenua y no es culpa de ese idiota, fue la mía por escucharlo, por dejarme llevar. Y aunque me duela hasta el alma seguir hablando, lo hago para que ella comprenda lo que no debe hacer.- Me volví una adicta, incluso más que él y cuando empecé a robarle su mercancía me golpeó y me dejó, dijo que estaba enferma y que él no quería basura como esa, pero estaba tan... mal que incluso no me importó que se fuera, me volví loca no por él sino porque ya no tendría más cocaína de parte de él. Así que luego la conseguía por mi cuenta, me acostaba con desconocidos por diversión y... dejé de ser la persona que era. Aquella noche, cuando mesclé la droga con el alcohol y casi muero, supe que era demasiado, no me di cuenta el dolor que les acusaba a todos ustedes, vi las lágrimas de papá en ese hospital y la mirada de mi madre y luego llegaste tú, pidiéndome que no me fuera, que no te dejara y me di asco, me sentí realmente enferma. Y aunque luego dejé todo eso, no pude convertirme en la persona que era, así que me aislé. Por eso no confío en los desconocidos, por eso no me dejo llevar por las primeras impresiones, porque sé que todos tenemos secretos, unos más feos que otros, más oscuros o depravados pero ahí están. Sé que algunas sonrisas son falsas y que algunos te quiero también lo son.
-Yo... No puedo creer que no lo vi antes.
-Tenías catorce, no podías ayudarme.
-Lo lamento Scar.- Me abraza con fuerza.- Lamento haberme enojado, lamento no haber estado para ti.

Sólo hubiera deseado que esto no fuera en estas circunstancias, me hubiera gustado que mis padres estuvieran presentes, que sus brazos estuvieran también a mí alrededor.

Hay una hoja sobre mi cama, es una página arrancada de la biblia, y entre los versículos hay uno subrayado con marcador amarillo fluorescente y dice así:

"Porque también tus hermanos y la casa de tu padre, también ellos te han traicionado, también ellos han dado gritos en pos de ti; no les creas aunque te digan cosas agradables." Jeremías 12:6

Miro sin comprender a qué viene esto. No puedo ocultar el temblor en mis manos.
Sin duda esta es una mala broma, estoy segura de que lo es.
Bajo las escaleras rápidamente comprobando si Nelson está en algún lugar.
Esto no es obra de los niños, no comprendo por qué Nelson lo haría pero es él o la señora que se hace llamar nuestra abuela. No hay otra explicación para esto.
Lo espero despierta hasta tarde, pero no aparece.
La planta baja se me hace demasiado oscura por lo que subo de regreso, cuando paso por la puerta de Willa me detengo a escuchar.
Oigo murmullos.
Las palabras son bajas y rápidas por lo que no entiendo bien pero sí capto algo, la manera en que las palabras se pronuncian, las pausas, la entonación, me doy cuenta de que al otro lado de la puerta alguien está rezando.
-¿Qué estás haciendo?- Doy un grito ahogado cuando siento la presencia de alguien más atrás de mí. Me encuentro frente a frente con Nelson, está enojado.- ¿Planeabas entrar?- Pregunta enojado.

Paso saliva nerviosa pero me enderezo y no lo demuestro.- Te estaba buscando.
-Estaba trabajando.
-Algo ocurrió.
Eso parece bajar su enojo.-¿Todos están bien?
-Sí, no se trata de eso, es que encontré una página de la biblia en mi cama, había un versículo subrayado, verás, mis hermanos no fueron, habíamos pasado en el río y no tuvieron la oportunidad de hacerlo, además, no hacen ese tipo de bromas.
-¿Y qué estás tratando de decirme?
-Que no pudo ser nadie más que tú o tu esposa?
Se hecha a reír.-¿Crees que tengo tiempo para hacerte bromitas niña? Acabo de regresar del trabajo y mi esposa está enferma, deberías tener cuidado con tus palabras.- Me advierte con voz baja.
-¿Si está enferma puedes al menos decirme qué tiene?
-No.
-¿Por qué no?
-¿Vas a curarla acaso?
Lo miro mal.- Creo que estás mintiendo, ella no está enferma.
-Tiene cáncer.- Suelta.
Yo no puedo ocultar mi sorpresa. Realmente ha hablado.
-¿Es maligno?
Asiente.- En el cerebro, no puede operase.
Oh por Dios.
Aparto la mirada avergonzada.- Lo lamento, en serio lo hago, no quería...
-Deberías irte a dormir niña.- Con eso se dirige a su habitación y se encierra.
Me quedo sola en el pasillo, bajo la bujía amarillenta viendo las sombras en las esquinas y por primera vez en mucho tiempo, le temo a la oscuridad.

Voy a decirles buenas noches a los gemelos y luego cuando golpe la puerta de Alisha ella sale lista para decirme buenas noches, pero la detengo.
-¿Puedo dormir contigo hoy?

Puedo adivinar qué piensa que me siento sensible por mi revelación y por eso acepta entusiasmada.
-Será como de pequeñas, cuando hacíamos pijamadas.- Cierro la puerta tras de mí y pongo seguro.
Fuerzo una sonrisa.- Recuerdo eso, mamá nos regañaba porque las hacíamos en día de semana y luego íbamos a clase medio dormidas y medio despiertas.
Ella se acuesta en la cama, guardándome suficiente espacio, de por sí la cama es grande, las dos cabemos a la perfección.
-¿Interruptor?- Pregunto.
Ella señala la pared del fondo.-¿ Por qué rayos está tan lejos?- Me quejo avanzando hacia él.
Nos quedamos a oscuras y camino a paso más rápido antes de acostarme.
-No sé, esta casa es antigua, se nota en todo.

La luz de la luna hace que la habitación se ilumine a un pequeño grado, no permito que las sombras de la habitación me asusten.
Qué gracioso, yo, Scarleth, una chica de diecinueve años con miedo a la oscuridad. No he escuchado nada más patético.

La reconozco al instante, lo que más me asusta ahora, es que soy consciente de que esto es un sueño.
La chica está abrazando sus rodillas de nuevo y me mira, pero yo no puedo ver bien su rostro.
-Tú otra vez.- Trato de que mi voz no tiemble por el miedo y fallo en el intento.-¿Qué es lo que quieres?

La veo ladear su cabeza para observarme mejor.
-Estás sorda.
-¿Qué?- Pregunto confundida.
-No puedes conocer la verdad si no la escuchas.- Susurra ella con voz rasposa, su voz me da miedo, su voz me hace estremecer.
-¿Qué quieres que escuche?
Ella me mira a través de su cabello. ¿Quién es ella? ¿Por qué sueño con ella?
En vez de contestar a mi pregunta, empieza a cantar, empieza con un tarareo y luego viene el canto.
Su letra llega a mis oídos y es como si la susurrara dentro de mi cabeza.

La mujer oscura
con el corazón oscuro amó,
por el pasillo oscuro caminó
y una muerte oscura encontró,
su alma oscura fue llevada hacia abajo,
hacia la oscura preterición.

Pensamientos oscuros debes tener
para a la mujer oscura comprender,
escucha las oscuras palabras que tiene que decir
y al fin comprenderás qué tan oscura es la verdad.

Con cada palabra que sale de su boca, ella da un paso, para cuando termina de cantar, está frente a mí, mirándome, escondiendo su rostro con su cabello espeso y oscuro.
-¿Quién eres?- Vuelvo a preguntar.
-La mujer oscura.- Contesta con voz rasposa antes de que yo despierte.

Mi susto es enorme al darme cuenta de que no he despertado junto a mi hermana, sino recostada contra la puerta que se supone no debo abrir.
Me incorporo con la espada adolorida y el corazón a punto de estallar.

Estoy clara de algo, eso no fue sólo un sueño.
El cántico puedo escucharlo dentro de mi mente, su voz rasposa haciendo eco en mi cabeza y produciendo escalofríos en mi cuerpo.

"Escucha las oscuras palabras que tiene que decir,
y al fin comprenderás qué tan oscura es la verdad."

¿Qué tengo que escuchar? ¿A quién?
Miro hacia la puerta detrás de mí y es como si una parte de mi quisiera entrar.
Cierro los ojos y respiro profundo. ¿Qué es esto?
Scarleth.

Mis ojos se abren de golpe cuando me parece escuchar el susurro de mi nombre del otro lado de la puerta.
Mi mano se estira por sí sola cuando toma el pomo y lo gira.
No está asegurado.
Lo giro lentamente alejando cada vez más mis pensamientos sobre que esto es una mala idea.
Me dejo llevar por la voz que repite mi nombre del otro lado.

"Escucha las oscuras palabras que tiene que decir,
y al fin comprenderás qué tan oscura es la verdad."

Abro la puerta en silencio y camino hacia la oscura habitación, no cierro la puerta, tanteo la pared por el interruptor rogando que no sea como en la habitación de Alisha y casi grito de alivio cuando mis dedos tocan el aparador, la luz ilumina la habitación, una habitación que ya he visto antes.
Cierro la puerta tras de mi y admiro una versión más cálida de la habitación de mi sueño.

Hay una cama en medio de las dos ventanas, cortinas rosadas y floreadas adornan los espacios, la cama combina con dichas telas, veo una copia del ropero que tengo en el mismo lugar que el mío y al lado una bella cómoda con perfumes y cremas y en el lugar en el que me siento en el sueño, hay una mecedora.
Camino por la habitación, sintiendo el ambiente pesado calar mis huesos.
Un pensamiento sobre salir de aquí es expulsado cuando una palabra es susurrada en mi mente.
Retratera.

Miro hacia la mesita de noche a la derecha de la cama donde hay una lámpara polvosa, una figura de un búho y un marco de foto a un lado. Camino hacia ahí y me siento a la orilla de la cama para tomar la retratera, una capa de polvo se levanta del colchón con mi peso.
Mis dedos tocan el frío metal del marco cuando acerco la foto.
Reconozco a la chica de la foto, es la que aparecía junto a mamá en la otra fotografía.
Paso mis dedos por el cristal y quito el polvo.
Está sonriente, su cabello es oscuro, negro al igual que sus ojos.
Sostiene una rosa cerca de su nariz pareciendo realmente feliz.

La presión que sentí cuando entré a la habitación, ahora parece concentrarse justo detrás de mí.
Hay alguien detrás de mí. El pensamiento me deja helada.
Pero cuando me giro no veo a nadie, regreso mi vista a la foto y luego me pongo a pensar en la chica de mis pesadillas.
¿Podría ser...?
Esto es una locura, una completa locura.
-¿Eres tú?- Pregunto en voz alta.
Soy la mujer oscura.

La parte del cántico me viene a la mente y es como si eso respondiera a mi pregunta. Es ella, muy dentro de mí lo sé.
Pero ¿Quién es esta chica? ¿Qué es lo que quiere?
Observo por mucho tiempo la foto y cuando estoy por ponerla de nuevo en su lugar escucho como si algo se moviera dentro.
Con el ceño fruncido muevo la retratera y esta vez el sonido es más claro.
Hay algo dentro.
Retiro los broches que sostienen la tapa trasera y abro la retratera, hay una llave dentro.
Bingo.

Escucho pasos acercándose y de inmediato corro hacia el interruptor y apago la luz, me meto dentro del ropero aplastando la ropa bajo mi peso y contengo el aliento cuando la puerta de la habitación se abre.
Mis respiraciones son demasiado ruidosas.
Tengo que guardar silencio así que contengo el aliento mientras espero.
Sé que me descubrirán, debe ser Nelson que vio la luz encendida por debajo de la puerta. Demonios, estoy atrapada.

Los pasos se acercan y es cuando me doy cuenta que he dejado la retratera desarmada en la cama. La luz se enciende.
-Mierda.- Digo en voz baja mientras golpeo mi cara con la palma de mi mano.
-¿Eres tú?- Pregunta Nelson. Mis piernas tiemblan por la posición poco cómoda en la que se encuentran. Listo, ya lo sabe.
Estoy por abrir la puerta del ropero cuando vuelve a hablar.-¿Estás molesta no es así? Te he sentido más desde que ellos vinieron.

Me quedo en silencio, captando que no es a mí a quien se dirige. Es a ella.
-Mi Lily, sabes que no puedo dejarlos en la calle.- No hay contestación a eso.- Quizá sea mi oportunidad de redimirme.
¿Redención? ¿Por qué tendría que redimirse? ¿Qué hizo?
Luego, hay un ruido, un rechinar, el sonido de un balanceo lento.
-Oh querida, ahí estás.- Escucho decir a Nelson.
Y es cuando capto lo que pasa.
Ella está aquí.
Oh por Dios, su fantasma está aquí.
El balanceo se hace más rápido y con todo el miedo en mi sistema logro entreabrir la puerta del ropero, no me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que las lágrimas hacen que la visión de lo que está frente a mi sea borroso.
La mecedora se está moviendo sola, de manera casi furiosa, Nelson está arrodillado frente a ella llorando.
-Lo lamento querida.- Solloza.- Es mi culpa, es mi culpa.
Y entonces empieza a rezar.
Su voz está llena de miedo y dolor, sus palabras se rompen, se ahoga con su llanto y con cada oración que sale de su boca, la mecedora ralentiza su ritmo, hasta que tanto Nelson como ella quedan en silencio.
-Buenas noches.- Dice él y la luz se apaga.

Dejo salir un sollozo, ella está ahí afuera, su espíritu atormentándome.
Me tapo la boca con mis manos sosteniendo en una de ellas la llave que encontré.
Ella está ahí afuera.
Ella está ahí afuera.

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