Nacimiento | Máscara de Ébano
En los días antiguos, en un rincón remoto de un antiguo reino, se alzaba un teatro abandonado. Se decía que en su interior, en un camarín olvidado, se encontraba el origen de la Máscara de Ébano. Esta máscara, tallada en madera oscura y adornada con detalles en ébano, tenía el poder de reflejar los deseos más oscuros y secretos de quienes la llevaban.
Según la leyenda, la máscara fue creada por un enigmático escultor llamado Ambrose Van den Eyden, un artista atormentado y obsesionado con los aspectos más oscuros de la psique humana. Ambrose buscaba capturar la verdadera esencia de las emociones humanas, incluso las más siniestras y prohibidas.
En su soledad y oscuridad, Ambrose se entregó a su obra maestra. Utilizó madera de ébano traída de tierras lejanas y la talló con manos temblorosas. Cada trazo y detalle reflejaba su fascinación por la dualidad humana, la belleza oculta en la oscuridad.
A medida que la máscara tomaba forma, Ambrose comenzó a sentir una extraña presencia en su taller. Sus sueños se llenaron de visiones macabras y su mente se vio envuelta en una neblina tormentosa. La línea entre la realidad y la fantasía se volvió borrosa y la máscara parecía cobrar vida propia.
Finalmente, Ambrose terminó la máscara y se colocó en su propio rostro. En ese momento, una oscuridad insondable se apoderó de su ser. La máscara se adhirió a su piel, fusionándose con su carne y convirtiéndolo en una figura sombría y enigmática. Ambrose había encontrado la inmortalidad, pero a un precio terrible.
A medida que pasaban los años, Ambrose descubrió que la máscara tenía un poder corruptor. Sus pensamientos se volvieron retorcidos y sus emociones se oscurecieron. Cada vez que la máscara se separaba de su rostro, susurros malévolos lo incitaban a cometer actos de maldad y crueldad.
Con el tiempo, Ambrose se dio cuenta de que su obra maestra era más que una simple máscara; era un objeto maldito, una ventana hacia lo más profundo y oscuro de la naturaleza humana. La máscara había sido imbuida con el poder de capturar y amplificar los deseos perversos y prohibidos de aquellos que la llevaban.
En un acto de desesperación y arrepentimiento, Ambrose encerró la máscara en el camarín del teatro abandonado que alguna vez fue su taller, esperando que nunca volviera a ver la luz del día. Pero la maldición persistió, atrayendo a aquellos que eran seducidos por su belleza siniestra y prometiendo revelar sus deseos más ocultos.
Y así, la Máscara de Ébano se convirtió en un objeto maldito, una manifestación del lado oscuro y retorcido de la humanidad. Su leyenda persistió en los siglos venideros, atrayendo a aquellos dispuestos a enfrentar las sombras de su propia alma. La máscara se convirtió en un recordatorio perturbador de que incluso los más bellos objetos pueden albergar secretos mortales y ocultar un abismo de maldad insondable.
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