El vendedor ambulante | la Máscara de Ébano
El vendedor ambulante caminaba por las oscuras y sombrías calles de una ciudad envuelta en niebla. Su rostro estaba arrugado por el tiempo, y su mirada era tan profunda como un abismo. En su antiguo carromato, cargaba una colección de objetos curiosos que había recopilado a lo largo de los años. Entre ellos, se encontraba una antigua máscara de ébano que emanaba una aura misteriosa y tenebrosa.
Los transeúntes evitaban mirar la máscara de cerca, pues decían que estaba maldita y que traía consigo la sombra de la muerte. Sin embargo, el vendedor ambulante estaba encantado por su belleza macabra y su aire de enigma. La exhibía con orgullo, esperando atraer la atención de algún comprador valiente.
Una noche, cuando la oscuridad había alcanzado su punto máximo y la ciudad estaba sumida en un silencio sepulcral, un hombre de aspecto siniestro se acercó al carromato. Vestido con ropas andrajosas y con los ojos brillantes de malicia, miró la máscara con una mezcla de fascinación y perversión.
El vendedor, intrigado por la presencia de aquel extraño individuo, le ofreció la máscara de ébano a un precio considerable. El hombre sonrió con malicia y sacó una bolsa de monedas de su bolsillo. Con manos temblorosas, intercambiaron el objeto maldito por el oro tintineante.
El vendedor, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal, observó cómo el hombre se alejaba rápidamente. Sin embargo, no fue hasta que desapareció entre las sombras que el terror invadió su corazón. Un presentimiento le decía que había cometido un error, que había liberado algo indescriptible al mundo.
Desesperado, decidió seguir al comprador hasta su morada. El viaje lo llevó a las afueras de la ciudad, a un antiguo y destartalado caserón rodeado de una espesa maleza. La noche era más oscura allí, y el aire estaba cargado de una energía ominosa.
El vendedor se adentró en la mansión, donde encontró al hombre sentado en una silla en el centro de una habitación vacía, mirando fijamente la máscara de ébano. El comprador se giró lentamente hacia el vendedor, pero su rostro ya no era humano. Se había transformado en una grotesca criatura, con la piel pálida y arrugada, y los ojos hundidos y sin vida.
El vendedor retrocedió horrorizado, pero era demasiado tarde. La criatura alzó la máscara y la colocó en su propio rostro. En ese instante, un estallido ensordecedor llenó la habitación, y una risa siniestra resonó en cada rincón de la mansión.
La máscara de ébano había tomado posesión del comprador, corrompiendo su alma y convirtiéndolo en un ser sin nombre, con sed de sangre y destrucción. Desde aquel día, el vendedor ambulante desapareció misteriosamente, y la ciudad fue envuelta en una ola de crímenes y pesadillas.
Se dice que el vendedor ambulante se llevó la máscara de Ébano, y la historia se convirtió en una leyenda, susurrada en susurros atemorizados, y el vendedor ambulante fue recordado como el desafortunado hombre que desató el terror en la ciudad al entregar la máscara en manos equivocadas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro