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Capítulo 3 | Rumores

Capítulo 3  |  Rumores

CHAD

¿Qué mierda acaba de pasar?  

Podría jurar que algo o alguien dijo esas palabras. Pero a la misma vez las escuché lejanas... Un murmuró apenas audible.

Sea como sea, de pronto todo el frío en mi mejilla desapareció y el ambiente por fin dejó de sentirse pesado. Logré mover mis piernas y entonces me encogí en mi lugar. Abrí mis ojos lentamente y solo me encontré con la oscuridad, por lo mismo que tomé mi celular de debajo de la almohada y encendí la linterna, iluminando la habitación.

Nada. No había absolutamente nada y yo me encontraba sólo. Sin embargo, no me quedé tranquilo. Decidí dejar la linterna encendida y volver a conciliar el sueño. O a intentarlo al menos.

•••

—Hoy iré a un pueblo cerca de aquí para ver si puedo conseguir algo de comida —Fue lo que dijo mamá durante el desayuno.

Georgie y yo nos miramos mutuamente con el ceño fruncido.

—¿Tendré que quedarme con él? —Nos quejamos a la misma vez refiriéndonos al otro.

Mamá rodó los ojos y asintió.

—Chad quiero que cuides bien de tu hermano, ¿escuchaste? Nada de "ve a jugar, yo te miro desde aquí" mientras estás con el celular.

—Para tu información el celular se quedó sin batería. Está muerto como la Tableta de Georgie.

—¡Es cierto! —Se quejó él, con la boca llena de cereales—. ¿Para cuando la eletricidad?

—¡Basta ya de quejarse! Por Dios, niños. No se van a morir por no estar con algún cacharro tecnológico en la mano —Nos regañó mamá levantándose de la silla—. Mejor aún. Limpien la casa mientras no estoy.

Pensé en contarle a mamá sobre lo que me pasó anoche. Hasta lo que me sucedió cuando llegué aquí. Sin embargo descarté ese pensamiento porque mamá no me creería. O posiblemente diga que son todas esas películas de terror que me gustan. Pues ella no cree para nada en lo paranormal o temas similares.

Solté un suspiro y seguí desayunando. Ya pensaría luego en lo que podría hacer. De lo que si estaba seguro era que en serio tendría que estar alerta y cuidar de Georgie por cualquier cosa que sucediera.

Una hora después estábamos mi hermano y yo solos en casa limpiando y ordenando la sala de estar. Georgie había encontrado una estantería con muchos libros antiguos. Eran raros a mí parecer. Ilustraciones de personas antiguas o leyendas de terror. Si bien ese género era mi favorito, el hecho de que ese tipo de libros estuvieran ahí simplemente me causó una mala vibra.

—¡Mira, Chad! —Georgie me mostró un libro bastante grande, de tapa de aspecto durísima y de muchas hojas amarillentas—. Este me lo quedaré. Se ve genial.

Incliné la cabeza hacia un lado con una mueca en mi rostro.

—No lo sé, Georgie—Dudé—. Ya sabes que a mamá no le gustan esas cosas—Miré el tipo de dibujo que traía.

Habían dibujos extraños. Como de algunos demonios.

—Es un cuento de terror. Si no le dices a mamá ella no se enterará.

—Mhm...

—¡Por favooor! —Hizo un puchero y llevó el libro a su pecho, abrazándolo.

—Está bien —Rodé los ojos.

Él corrió escaleras arriba y supuse que se dirigió a su habitación. Por mi parte seguí con el trabajo de barrer. También mantuve el fuego encendido para que la casa no se enfriara.

Y durante ese tiempo, por suerte, no pasó nada raro.

***

Al cabo de dos horas, la casa se veía decente. Me encargué de quitar el polvo y telarañas lo más que pude. El piso de mandera, a pesar de notarse aún que era viejo, se veía reluciente y las ventanas igual. También hice a un lado algunas cortinas para que la luz del sol iluminara dentro de la casa.

Me senté en el sofá (el cual quité sus cojines y los sacudí un poco) y solté un largo suspiro de cansancio. Mi estómago rugió en reclamo de comida, y recordé que no teníamos nada por ahora. Lo que a su vez me hizo preguntarme porque mamá se estaba tardando tanto.

—¡Georgiiieee! —Grité y mi voz hizo un poco de eco. Pude escuchar algunos pasos acercarse, como si estuviera bajando por las escaleras pero con una lentitud que jugaba con mi paciencia. Rodé los ojos, fastidiado—. Enano, ¿sabes si mamá dejó algo de comida preparada? ¿O si quiera si hay algo comestible en este lugar?

No respondió. Escuché dos pasos más y luego hubo silencio.

—Georgie, te estoy hablando.

Nada. Lo siguiente que escuché fueron pasos apresurados viniendo hacia mí por detrás, como si Georgie empezara a correr hacia mí. Pero antes de que se tirara encima mío, me levanté de un brinco del sofá y me di media vuelta para burlarme de él.

—¡JA! Caís... te —Mi sonrisa se borró de repente y me sentí confundido al no ver a nadie a mi alrededor. Sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, y con pasos lentos me acerqué para ver si detrás del sofá se encontraba mi hermano, escondido. Sin embargo, no encontré nada.

—¿Qué haces?

Di un brinco del susto y miré hacias las escaleras donde Georgie estaba parado al final de estas con una expresión de confusión. Me le quedé mirando un rato, tratando de asimilar lo que había sucedido.

—¿Tú corriste hacia mí? —Pregunté en un murmuro.

Él negó con la cabeza.

—No.

Miré hacia el suelo, sintiendo latir mi corazón con fuerza. ¿Qué había sido eso? Puedo jurar que escuché claramente unos pasos.

—¡Mamá llegó! —Georgie salió corriendo de la casa y luego se escucharon bocinazos. Fui detrás de él y vi a mamá saliendo del auto con unas bolsas con comida, por lo que me dirigí hacia ella para ayudarla.

—Hola, cariño—Me saludó con beso en la mejilla luego de saludar a mi hermano. Le di una leve sonrisa y le ayudé con dos bolsas—. ¿Por qué traes esa cara?

—Nada.

—¿Cómo que nada? Estás hasta pálido Chad—Mamá tocó mi frente, preocupada.

—Chad es raro, mamá—Dijo Georgie, divertido.

—Mamá, qué estoy bien—Aparté mi cara y traté de calmarla para que no siguiera haciendo preguntas —. Tal vez estoy así porque tengo hambre.

—¡Oh! En ese caso vamos, entren a la casa qué vamos a hacer el almuerzo. ¡Vamos, vamos! —Georgie y yo la seguimos en silencio, escuchándola contarnos sobre las personas del pueblo y que los negocios allá eran escasos.

El pueblo se llamaba Sorní y se encontraba a unos pocos kilómetros de esta casa. Era pequeño y todas las casas eran de un color apagado, con aires de ser construcciones antiguas que se mantenían en buen estado después de todo. La mayoría de negocios son puestos en las calles, las cuales estaban hechas de piedra solamente.

Gracias a los detalles de mamá sobre el lugar, me hace recordar a uno de esos pueblos de películas antiguas.

—¿Conseguiste alguien que arreglara la luz al menos? —Le pregunté mientras le ayudaba a pelar las verduras.

—Sí. Un señor vendrá dentro de dos horas tal vez—Respondió a la vez que echaba las verduras cortadas dentro de una olla, la cual luego pondríamos al lado de la estufa para que hirviera el agua—. Si tenemos suerte tal vez sepa arreglar las tuberías para el agua y el gas.

Miré de reojo los vidones con agua que mamá trajo del pueblo.

—Sí... Oye, ¿cuándo crees que podamos volver a casa?

Ella soltó un suspiro.

—No lo sé. Además no he conseguido trabajo aún y los ahorros se agotan.

—Yo podría trabajar también. Tengo edad, ¿sabes?

—Lo sé. Y tal vez sea buena idea pero... ¿tu hermano con quién se quedaría? —Objetó.

—Ah... —Tenía razón. Además no conocíamos a nadie con quién dejarlo. Seguí con mi labor, en silencio. Pensando y maldiciendo el día en que papá nos había abandonado con la tonta excusa de qué estaríamos mejor sin él. ¿Qué clase de padre hace eso? Si bien él era un borracho, pudo tratar de cambiar eso por nosotros.

Pero no éramos suficientes.

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