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Capítulo 13 | Cura+Fantasma en la misma casa=Problemas

Capítulo 13 | Cura+Fantasma en la misma casa=Problemas

CHAD


Cuando me aseguré de subir las escaleras del ático de nuevo y dejar todo como si nadie hubiera subido, me dirigí hasta la sala justo cuando mamá iba entrando a la casa con un par de bolsas. Su abrigo estaba empapado al igual que su cabello debido a la lluvia. Y vaya que sí llovía.

—No puedo creer que no podamos guardar el auto en el galpón porque hay más animales allí que en todo el bosque —se quejó mamá dandome algunas bolsas. Las tomé en silencio ya que al parecer no venía de buen humor. Y ambos caminamos hasta la cocina mientras la escuchaba quejarse del mal clima y de su mala suerte al caerse ese árbol en medio de la carretera.

—¿Dónde está tu hermano? —preguntó mamá cambiando de tema. Sacó algunas frutas de los bolsos y comenzó a lavarlas—. Menos mal hay agua.

Me apoyé en la mesada mientras la veía lavar algunas verduras.

—Está en su habitación —rodé los ojos—. Creo que está entrando a su etapa rebelde.

—¿Por qué lo dices? —mamá me miró de soslayo curiosa.

Me encogí de hombros.

—Ha estado algo odioso.

—¿Era eso de lo que querías hablarme? —preguntó, no prestandome real atención. Pues ahora había comenzado a sacarse su abrigo y colgarlo en una silla.

—No, en realidad hay algo que debo decirte—confesé pensando en cómo le diría que Georgie ha estado mencionando a alguien desconocido y además no ha querido darme ese espeluznante libro.

Entonces cuando giré un poco la vista para fijarme en mi madre cuando comenzaba a pelar verduras, casi pego un brinco al ver a la chica fantasma detrás de ella, haciendo unos gestos raros que interpreté como un "no digas nada de mí".

Pero claro que no diría nada de ella. Ni siquiera había pensado en contarle a mamá sobre ella por muchos motivos. El principal: Llamaría a un exorcista aunque no hiciera falta.

—¿Qué me quieres decir? —insistió cuando me quedé callado.

La chica fantasma seguía con sus gestos detrás de mi madre, y yo intentaba decirle disimuladamente que se fuera. Pero cuando los ojos de mi madre cayeron en mí de repente, me quedé quieto y reí nerviosamente.

—Es que Georgie... —dudé— menciona a veces un nombre y dice que tiene un amigo...

Mamá elevó una ceja y colocó sus manos en su cintura.

—¿Un amigo imaginario dices?

Fruncí las cejas, pensativo.

—No creí que pudiera tener amigos imaginarios a esta edad ya—se respondió a sí misma—. Genial . Lo que me faltaba. Ahora debía decirle a mi propio hijo de trece años que no puede tener amigos imaginarios.

—Excepto los que hay en esta casa—intenté bromear, sin embargo me miró de mala forma. —. Bueno, ya.

—Yo hablaré con él luego, Chad—me tendió una manzana y la tomé —. Ahora por favor ve a fijarte sí aún el fuego está prendido.

Me encogí de hombros e hice caso. Lo había intentado al menos. Pero ahora que lo pensaba mejor no quería preocupar a mamá, no cuando ya tiene demasiados problemas en su cabeza. Por lo que decidí encargarme yo mismo de mi hermano.

•••


Al día siguiente la mañana transcurrió con normalidad. Desayunamos en silencio Georgie y yo, escuchando a mamá hablar sobre el pueblo y de algunas personas que se le hacían muy raras. No era sorpresa para mí al menos. Ya había dicho que el pueblo estaba en medio de la nada.

No sé en qué pensaba mi abuela al darnos esta casa. Ya que de mis bisabuelos no me sorprende.

—Oye, mamá —la interrumpí algo dudoso, debatiendo si era buena idea decir lo que pensaba.

—¿Qué pasa, cariño? —preguntó curiosa, tomando de su café.

—¿Qué sabes de tus abuelos?

—¿Por qué preguntas eso de repente? —cuestionó elevando una ceja.

Reí de forma nerviosa y negué con la cabeza.

—Solo es curiosidad. Ya sabes, la casa es de ellos y como han estado pasando tantas cosas raras quería saber si ellos tenían algo que ver...

Georgie dejó de prestarle atención a su desayuno y nos miró curioso, expectante a la respuesta de mamá. Quién se quedó en silencio un momento, tal vez pensando.

—Pues tu abuela dice que eran brujos. O al menos estudiaban la magia—confesó.

—¿Qué tipo de magia? —preguntó Georgie, curioso. Mamá se encogió de hombros —. ¿Sabes si alguna vez hicieron algún hechizo irreversible?

Ahora fue mi turno de mirarlo entre sorprendido y curioso. Pues no me esperaba ese tipo de pregunta. Además, ¿desde cuándo Georgie utilizaba la palabra "irreversible" sin preguntar qué significa?

—No, Georgie. No lo sé —respondió nuestra madre algo fastidiada—. Y no tienen porqué saber las tonterías que han hecho o no sus bisabuelos. Ellos no fueron buenas personas y no deben estar presentes en la vida de ustedes de ninguna forma.

Entonces recordé el libro de pronto.

—Noté que sacaste todo lo que era de ellos—dije después de un silencio mientras tomaba de mi café, mirando la reacción de mamá. Pero ella tenía una mirada desinteresada.

—Sí. Había mucha mugre.

—¿Tiraste los libros?

—Los quemé.

Georgie volvió a mirarla, pero esta vez con odio y verdadera molestia. Mamá no pudo darse cuenta de eso pero yo sí. ¿Qué era lo que le pasaba?

Ahora no tenía dudas sobre que algo le estaba sucediendo realmente. Pero me encontraba un poco confundido; ¿podría deberse a qué estaba en su etapa rebelde? ¿O en verdad tiene que ver con ese libro?

—Escuchen, esta tarde vendrá el cura de nuevo para revisar que todo esté en orden—comentó mamá terminando de desayunar.

La escuché sin mucho interés y asentí vagamente.

—Traerá más agua bendita y la esparciremos por toda la casa una vez más.

Abrí los ojos como platos y la miré, sorprendido.

¿Más agua bendita? ¿Qué eso no podría afectar a la chica fantasma?

—P-Pero...—me interrumpió.

—Debo ir a una entrevista de trabajo —se levantó de la silla y comenzó a recoger su bolso y las llaves del auto—. Aunque no lo crean, hay un buen y normal lugar en el pueblo donde necesitan personal de limpieza en una tienda.

—Felicidades—dijo Georgie sin mucho interés. Sin embargo mamá ignoró su tono desganado.

—Gracias. Ahora podré ocuparme de los gastos de la casa—se dió media vuelta—. Y tal vez conseguir gasolina para el auto. Porque nos estamos quedando sin combustible.

Ignoré todo su demás sermón sobre que nos portaramos bien hasta que se fue, ya que mi mente estaba muy ocupada preguntándose qué era lo que haría ahora. Es decir, vendría un Cura a la casa y en esta misma había un fantasma.

¿Qué podría pasar?

Debía avisar a la chica sin nombre. Así que una vez mamá se fue me puse de pie sin siquiera lavar mi taza y corrí escaleras arriba hasta el pasillo donde estaba el ático. Tenía planeado subir, pero en cuanto pasé por al lado de mi cuarto, noté una figura parada en medio de este. Por lo que me giré y la vi.

—Creo que tendremos problemas —le dije suponiendo que escuchó la conversación.

—Ya lo sé.

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