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Capítulo 9. Camina hacia delante y jamás te detengas.


Capítulo 9 – Camina hacia delante y no te detengas

"Camina por aquí, sigue adelante, tu vida es tuya y sólo tú debes decidir en ella.

Camina adelante y no te detengas, porque aun cuando las piedras estorbarán tu camino siempre habrá una manera de rodearlas.

Pon tu vista en los cielos mientras tus pies caminan en la tierra.

Cuida de no ensuciarte por dentro porque tus vestiduras blancas sólo se lavan en sufrimientos"

El gran monje Tao Yang concluyó su discurso mirando directamente hacia su sobrina y su pupilo, pues ellos habían sido el motivo de aquel.

Todos los monjes se dispusieron a levantarse de sus asientos, dispuestos a salir por las grandes puertas del salón, pues el gran discurso de uno de los suyos había llegado a su fin.

Mientras el anciano observaba como su joven sobrina y el muchacho salían del salón sonrientes, parecían estar acercándose mucho más. La decisión del muchacho por ayudarla a encontrar su camino estaba logrando acercarlos nuevamente, y eso era malo para ambos, ya que pronto... cuando decidieran separarse nuevamente sería mucho más doloroso.

Apenas unos minutos después, el joven enseñaba a su pupila en la forma adecuada de mantener los pensamientos fuera de su mente de la forma adecuada ...

Cho Han Na permanecía en los jardines con los ojos cerrados, intentando dejar la mente en blanco, tal y como él le había enseñado. Podía escuchar el canto de los pájaros pertenecientes a los árboles cercanos. Mientras, Hyun Su se encontraba totalmente cautivado por su rostro nuevamente. Podía sentir su respiración tan cerca de la de ella.

En aquel momento la muchacha abrió los ojos, percatándose de que él la observaba.

- Quería ... - comenzó el muchacho con nerviosismo, sin saber muy bien que decir, pues acababa de ser descubierto por ella. La muchacha por el contrario sonreía divertida al notarlo de aquella forma – proponerte algo. Me gustaría llevarte a un lugar esta noche. – Reconocía el muchacho, haciendo que la joven lo mirase sin comprender.

En el gran salón, los monjes se preparaban para la cena, mientras Hyun Su sonreía hacia ella, pues tenía pensado un gran ejercicio para aquella noche. Ella también sonreía hacia él divertida. Mientras el gran Tao Yang acababa de percatarse de que el sentimiento entre ambos muchachos crecía de forma imparable. Debía hacer algo pronto o de un momento a otro aquello sería irreversible.

Aquella noche, tras la cena, justo después de que todos los monjes se hubiesen acostado, Hyun Su salía a hurtadillas hacia la habitación de huéspedes, pero lo que el joven no sabía es que había alguien observándole.

Cho Han Na se encontraba en la puerta de su habitación, llevaba puesta una capa que le cubría el rostro y la cabeza. Esperaba entusiasmada a su maestro. Sonrió entusiasmada al verle aparecer por el pasillo.

- Siento haberos echo esperar... - comenzaba el joven, intentando disculparse con la muchacha – pero Man Hyo no quería dormirse. – Concluía, admirando como la joven reía por aquello, ante aquello no pudo evitar sonreír.- ¿estás preparada?

Tao Yang caminaba por el bosque, cubierto de una larga capa marrón que cubría su rostro. Esa noche hacía especial frío, pero no era eso lo que le preocupaba. Levantaba en alto la luz para que esta le indicase el camino. Aunque sabía muy bien cuál era el lugar al que él se dirigía.

Cho Han Na y Hyun Su caminaban por el bosque, el camino tan sólo iluminado por un cirio que el muchacho agarraba en su mano les indicaba que lugar seguir. El muchacho se paró en seco volviendo la vista hacia la mujer que lo acompañaba, la cual le miró asustada de que algo malo sucediese...

- Necesito que cierres los ojos – Aclaraba el muchacho, haciendo que la joven le mirase sin comprender – yo te guiaré – añadió al ver el miedo de la muchacha al respecto, cogiendo la mano de la muchacha en señal de que ella estaría a salvo.

La muchacha sonrió mientras seguía las instrucciones del joven y cerraba los ojos, sintiendo como él la guiaba por el bosque a oscuras.

Apenas unos minutos después, en un espeso claro, donde la noche se hacía plena, junto a un cercano pantano, ambos se pararon.

- Abre los ojos despacio – Pedía el muchacho, que se había situado frente a ella para aquel ejercicio. – Y dime... ¿qué ves?

La muchacha abrió los ojos, admirando la espesura de la noche, todo lo que veía era oscuridad, y apenas podía verle a él, la noche en aquel lugar era demasiado plena.

- Apenas puedo verte – reconoció, haciendo que el muchacho sonriese a su lado.

- De acuerdo, cierra los ojos de nuevo. – Añadió, admirando como la joven lo hacía – y ahora aleja todos los pensamientos de tu mente, vacíala completamente y abre los ojos de nuevo.

La joven abrió los ojos apenas unos minutos después, y quedó totalmente maravillada por aquel nuevo paisaje. Pues en aquel momento miles de luciérnagas blancas los rodeaban. A todas partes donde miraba sólo había pequeñas luces blancas por aquella oscuridad.

En aquel momento, la joven sonreía de felicidad, al ver maravillada aquella hermosura. Dirigiendo entonces su mirada hacia él, hacia la persona que había hecho posible aquel hermoso fenómeno. Quedándose perpleja entonces al notar la manera en la que él la está mirando. Dándose cuenta en aquel justo instante que el monje se ha ido. La persona que se encuentra frente a ella se parece mucho al niño al que conoció en antaño, al muchacho del que se enamoró.

- Han Na...- comenzaba el joven, intentando explicarle lo que sentía en aquel momento, la razón por la que la había traído a aquel lugar, pero antes de que pudiese decir palabra alguna, la muchacha se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza, dejándolo totalmente desarmado con aquello. – Han Na...- proseguía entonces, sin saber muy bien que decir. Pero antes de que dijese nada, la muchacha ya se había separado de él.

- Hyun Su...- comenzó la muchacha mirando hacia sus ojos, con los suyos llorosos, por lo que pensaba decir a continuación, pero sabía perfectamente que aquello no podía volver a repetirse. Ahora sabía bien que para que él llegase a su destino tenía que apartarse de él para siempre. – A partir de mañana ya no serás más mi maestro

- Cho Han Na – Se quejaba el muchacho, intentando persuadirla de que aquella decisión no era la acertada.

- Creo que puedo seguir mi camino a partir de ahora – aclaraba la muchacha con lágrimas en los ojos, mientras bajaba la cabeza avergonzada y se daba la vuelta, pues temía que de un momento a otro sus lágrimas caerían por sus mejillas.

- No te dejaré – La contradecía el muchacho mientras la abrazaba por detrás, haciendo que la muchacha quedase totalmente indefensa por esto – Ya que no puedo quedarme a tu lado, al menos te ayudaré con esto.

- Pero si haces eso... - comenzaba la muchacha, intentando con todas sus fuerzas no romper a llorar frente a él – ya no podré dejarte. – Reconocía, haciendo que el muchacho la soltase con un fuerte dolor en su corazón, pues sentía que no estaba preparado para dejarla ir de su vida de aquella forma.

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