Capítulo 5. Un buen caminante no deja huellas.
Capítulo 5 – Un buen caminante no deja huellas
La nieve se había derretido casi por completo, y el delgado río que bordeaba el templo había comenzado a descongelarse.
Desde aquel punto, podían verse los hermosos jardines del templo con su particular resplandor. En ellos, un joven paseaba calmado junto a su más fiel maestro. El anciano parecía preocupado por algo, pues no parece estar dispuesto a pronunciar palabra en su trayecto. Con las manos fijas en su espalda, camina dubitativo.
• Hyun su... - Dice, finalmente, parándose frente a la fuente, volviendo la mirada lentamente hacia su aprendiz - ella necesita vaciar su taza, necesita dejar atrás el dolor, si no, no podrá alcanzar la paz.
• ¿por qué necesita hacerlo? – Preguntaba el muchacho, que aún recordaba como la noche anterior la había sostenido en sus brazos, junto a su pecho, mientras la llevaba del vuelta al templo - ¿qué es eso que le causa tanto dolor?
• Necesito pedirte un favor.- Le interrumpió el anciano, ignorando cualquier pregunta del muchacho, pues no quería bajo ningún concepto reconocer que aquel joven también se preocupaba por su sobrina.
• Maestro... - Contestó este, totalmente asombrado por las palabras de su profesor, ya que el anciano nunca solía ser tan cercano a él.
• Aléjate de ella, ella debe encontrar su camino por sí sola – Continuó, haciendo que el joven le mirase sin comprender.
• Ella no puede hacerlo sola. – Contestaba, pues odiaba la idea de volver a apartarse de ella, sobre todo ahora que sabía que ella volvía a estar en el templo, junto a él – No sabe cómo hacerlo
• Esta vez es diferente, ella ya sabe cómo hacerlo, ya le enseñaste una vez.- Concluyó el hombre con ojos llorosos, mientras mira fijamente hacia el agua que fluye de la fuente.
• Pero ahora no tiene nada por lo que seguir su camino.
La media tarde ha llegado, el hermoso sol va escondiéndose despacio en el horizonte, dejando su hermosa huella naranja a su paso.
Un joven monje barre con esmero el suelo de madera, mientras piensa en lo que su maestro le ha pedido. Ignorar a aquella joven es algo que no quiere hacer, aunque en lo más profundo de su corazón sabe que debe hacerlo, pues teme volver a sentir lo que sintió por ella en antaño.
Hyun Su levanta la vista del suelo, percatándose de algo, frente a él, tras la puerta de la habitación se escuchan sollozos.
Traga saliva, entristecido, pues acaba de comprender que su iluminación no es importante en ese momento, ella ha vuelto y debe estar allí para ella, justo como lo estuvo entonces.
Tras dejar la escoba sobre la pared, empuja lentamente la puerta de la habitación y entra en ella, descubriendo entonces a la joven llorando desconsolada en el suelo, junto a su cama.
La joven vuelve su mirada hacia el intruso que ha entrado en su habitación, hacia la persona que ha interrumpido su lloro, y queda totalmente perpleja al encontrarle frente a ella.
El muchacho camina hacia ella lentamente, agachándose junto a ella, limpiando sus lágrimas con un delicado pañuelo blanco que ha sacado de su bolsillo, haciendo que la muchacha mire hacia él agradecida.
- Deberías... - comenzaba el muchacho, admirando como la joven limpiaba sus lágrimas con el pañuelo, y le miraba con interés – dejar tu dolor atrás. Sé que ahora es difícil, pero debes aprender a dejar atrás los sentimientos humanos, debes dejar ir sus almas, dejar de aferrarte a ellas y emprender tu propio camino.
La joven mira hacia él, no parece agradecida por aquellas palabras, pues ahora sabe bien que él tan sólo se está comportando como uno de esos monjes, intentando que ella deje atrás los sentimientos humanos. Es entonces cuando su corazón ruge con más fuerza, haciendo que la muchacha vuelva a llorar desconsolada frente a él.
• Llorar no te aliviará si no vacías tu taza.- Comenzaba de nuevo el joven, intentando que la chica dejase de llorar, pero esta no parecía querer parar.
• No quiero vaciar mi taza – Le espetó malhumorada.
• Puedes pasarte la vida llorando o puedes dejar atrás tu dolor y dejarte llevar en un nuevo camino. – Proseguía el muchacho, intentando que ella lo viese todo desde un punto de vista diferente.
Alargó su mano tocando levemente su hombro, con la intención de reconfortarla, haciendo que la joven dejase de llorar y mirase directamente hacia él.
El silencio se hizo pleno por un largo tiempo, ambos se miraban el uno al otro, incapaces de pronunciar palabra alguna. Aunque él intentaba por todas sus fuerzas no acercarse a ella más de lo necesario pues sentía que si lo hacía, sus sentimientos volverían, volvería a perderse en el mundo humano, y no podría llegar a la iluminación de su alma. Pero le estaba costando más de lo que esperaba, pues verla tan frágil, tan lastimada era algo difícil de soportar.
• Señorita Cho... - Decía, mientras bajaba la mirada avergonzado, pues acababa de comprender algo, quería reconfortarla, quería hacer tanto por ella, pero ... no podía hacerlo, pues le había prometido a su maestro que se apartaría de su camino y se centraría en su misión: la iluminación. Sentir tales sentimientos humanos como el amor no estaba en su destino. – No temáis, permitidme estar a vuestro lado, permitidme ser vuestro maestro y os enseñaré un nuevo camino más allá del dolor.
• Mis padres ya no están – Reconocía, dolorosa - ¿cómo podría yo dejarlos atrás y seguir adelante sola?
• Ellos no pueden quedarse contigo, ellos también necesitan avanzar. – proseguía el joven, intentando que la muchacha entendiese la verdad sobre la vida - Vuestros caminos han de separarse ahora. – Añadió, al percatarse de que la joven se había levantado del suelo y caminaba por la habitación nerviosa - Esto puede ser más fácil, por favor... confía en mí... Han Na...- Rogaba el joven, percatándose de que había ido demasiado lejos, pues realmente había sentido lo que había dicho. Ella parecía haberse percatado de que lo decía en serio, pues ahora le miraba conmovida al notar como él seguía siendo el mismo.
• ¿os quedaríais vos a mi lado? – Preguntaba la muchacha, con la intención de descubrir sus verdaderas intenciones. Ya que temía que todo aquello no fuese más que una petición de su maestro. Hyun Su tragaba saliva, sin saber exactamente qué contestar. – Una vez dijiste que me esperarías, que lo harías 100 años si fuese necesario, que me encontrarías y te aferrarías a mí.
• Han Na... - Rogaba el chico, pues aquellas palabras que había pronunciado, las había entornado cuando tan sólo era un crío. Y ahora todo había cambiado.
• Dime que todo sigue como antes y confiaré en ti. – Le aseguraba la joven, intentando encontrar alguna seguridad en aquella promesa que él había pronunciado.
• Éramos unos críos cuando nos hicimos tal promesa. – Reconoció, haciendo que la muchacha bajase la mirada avergonzada, pues sabía entonces que él había cambiado, que su corazón ya no le pertenecía.
• Entiendo... todo es diferente ahora. – Decía la muchacha mientras salía de la habitación y caminaba hacia los jardines en la espesura de la noche.
• Cho Han Na... - Repetía el muchacho, intentando alcanzarla.
• No te preocupes, lo entiendo. – Le expresaba, dándose la vuelta frente a él.
• Necesito llegar a la iluminación. – Reconocía, haciendo que la muchacha comprendiese que tenía razón desde el principio, él había cambiado, ahora era uno de ellos. Y ella tan sólo necesitaba alejarse de él de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro