Capítulo 38. Un camino lejos de ti.
Joana.
Caminaba por el bosque, de camino a casa, olía a flores, y parecían estar muy bellas. El sonido de los pájaros me traía paz, aunque mi corazón estuviese triste tras su pérdida.
Ya nunca volvería a ver a aquel monje al que amaba. Él debía cumplir con su destino, al menos, eso era lo único que me tranquilizaba, saber que él había logrado aquello por lo que fue elegido, él era un dios.
Sonreí con calma, mirando hacia el cielo.
Él me estaba observando desde allá arriba, podía notarlo. Y eso era lo único que hacía calmar mi corazón, saber que al menos él estaba bien.
Aceptaría aquel destino alejada de él, eso era lo correcto, aunque en las noches, cuando le recordaba a mi lado, tan sólo quería morir de dolor. Debía aguantar, tenía que hacerlo por él.
Necesitaba ser fuerte por los dos, si no él se sentiría mal por no poder quedarse a mi lado.
- Todo irá bien, mi amor – aseguré hacia el cielo, para luego bajar la mirada y seguir mi camino hacia el trabajo.
El monje.
Estaba sentado en mi trono, con la mirada fija en el suelo, admirando a aquella a la que amaba, aquella a la que nunca podría volver a ver.
Lucía una túnica morada, y mis cabellos largos y oscuros caían sobre mis hombros.
- No deberíais de ser tan duros con ella – comencé hacia el dios del agua, que estaba sentado en su trono, justo al lado del mío – al fin y al cabo, ha sido ella la que me ha guiado hasta aquí.
- Aunque pudieses volver con ella... - aclaró - ... aunque pudieses quedarte a su lado, ella envejecerá y morirá cuando llegue su turno, pero tú... siempre tendrás la misma apariencia.
- Al menos necesito hacerla feliz en esta vida – aseguré, al pensar en que en su vida anterior sería nieve.
- Ella no te dejará volver, cree que tu lugar está aquí arriba.
- Ahora soy un dios – aseguré, con calma – así que puedo hacerla feliz.
- ¿y cómo piensas hacer eso? No puedes elegir quedarte a su lado, nuestros hermanos no lo permitirán. Ahora eres nuestro pupilo, ellos tienen tanto que enseñarte, tienes tanto que aprender.
- Borraré sus recuerdos – hablé seguro de mí mismo, a sabiendas de que ella olvidaría su amor por mí.
- ¿y qué te hace pensar que te olvidará del todo?
- Le enviaré a alguien con el que formar una familia, con el que ser feliz.
- ¿y podrás soportar que ella sea feliz con alguien más?
- Haría lo que fuera por ella.
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