Capítulo 30. Lágrimas.
Joana.
Caminaba hacia casa, con la mirada fija en el suelo, mientras mis lágrimas salían al recordar el momento en la cafetería, al recordarle a él frente a mí de aquella manera.
- Si hubiese sabido que llevarme a Charlie te traería tanto dolor... - comenzó alguien frente a mí, provocando que levantase la cabeza para mirarle, mientras una lágrima recorría mi mejilla, provocando que él levantase su mano para limpiarla.
Le miré maravillada, pues acababa de ver al verdadero Hyun Su frente a mí, aunque sólo por un momento, ya que en cuanto él separó su mano de mi rostro, aquella ilusión se marchó, y el señor Hwan So apareció en su lugar.
- ... lamento muchísimo todo el dolor que la marcha de Charlie ha podido provocarte ... - proseguía, al mismo tiempo que yo negaba con la cabeza, intentando decirle que no era por eso por lo que me encontraba en aquel estado, pero me detuve tan pronto como recordé que no podía decírselo.
- Señor Hwan So... - fue lo único que pudo salir de mis labios
Me di la vuelta, dispuesta a marcharme montaña arriba, pero antes de haber dado tan sólo un paso, sentí su brazo sobre el mío, impidiéndome que pudiese marcharme, provocando un terrible dolor en mi interior, en mi corazón, mientras recuerdos de mi vida anterior me envolvían, recuerdos con los que ya había soñado.
Me toqué el corazón sobrecogida, mientras recordaba su rostro dolido frente a mí, aquel rostro que no era humano, si no el de un animal que andaba sobre dos patas, y entonces le reconocí, era la misma criatura que había aparecido frente a mí una vez, aquella que había confundido con un lobo.
- Tengo una pregunta – comencé, sin que él hubiese soltado mi brazo aún - ¿usted puede recordar su vida anterior?
- ¿Qué le hace pensar que puedo? – Preguntó él, sin comprender mi pregunta.
- Al igual que Charlie, usted también fue reclutado por los dioses...
- No del todo – aclaró– al principio no acepté la iluminación.
Le miré sobrecogida, al darme cuenta de que realmente era él, el monje Hyun Su.
- ¿su nombre era Hwan So en aquella época? – pregunté, mientras él me miraba extrañado, por las preguntas tan extrañas que estaba haciéndole.
- No nos está permitido hablar sobre ello – aseguró, aunque sabía que tan sólo era una excusa para mantenerme alejada – ni siquiera usted debería saber tanto sobre la otra vida...
- Bórreme la memoria – le pedí, sabiendo qué si lo hacía, él se llevaría todos mis recuerdos sobre mi vida anterior, incluso aquellos sueños – llévese todo lo que mi alma pueda recordar de otra vida, todo lo que se sobre las auras, todo lo que se sobre usted y ...
- ¿tu mente puede recordar? – preguntó, mientras tiraba de mi mano y me obligaba a mirar hacia él completamente de frente.
- No – reconocí – aún no se quien fui, pero se quién eres.
- ¿y quién soy?
- Un estúpido mensajero que sigue distrayéndose de su trabajo – le espeté, provocando que él me mirase algo molesto por mis palabras – te regañarán si sigues metiéndote en mi camino.
- No deberías de saber tanto sobre mi mundo.
- Y tú no deberías bajar al mío – le espeté, con claras intenciones de que no me gustaba la idea de que estuviese allí, y era cierto, quería evitar volver a encontrarme con él, sobre todo ahora que sabía quién era.
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