Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2. El principio es lo más importante.


Capítulo 2 – El principio es lo más importante

En los altos árboles del bosque, cierto pajarillo admira la grandeza de las montañas, las antiguas escaleras, que antaño construyeron y que conducen directamente a la cima, donde un majestuoso templo taoísta fue levantado, se encuentran totalmente tapadas por un tupido velo blanco. Ni rastro queda ya del verde intenso que atestaba aquel majestuoso lugar, la nieve a sabido tapar todo a su paso. El pequeño petirrojo levanta la mirada asustado, pues el gran halcón ha piado. Alza sus alas, las mueve despacio, emprende el vuelo. Sube, cada vez más, cada vez más alto, casi ha llegado y se siente sofocado.

En el alfeizar de madera de una de las habitaciones de huéspedes, de las que disponía el templo, aquel pajarito se posaba. Miró hacia el interior de la habitación preocupado, pues aquella estancia siempre solía estar cerrada, y vislumbró sobre el suelo a una joven muchacha dormida.

Al otro lado del lugar, cerca de la puerta que separa el mundo real y el del templo, el maestro Tao Yang platicaba plácidamente junto a su más leal discípulo mientras ambos tomaban té.

• ¿Qué se hace después de comer? – Preguntaba el monje con voz melosa y pacífica, pues en ocasiones le gustaba enseñar grandes conocimientos por medio de proverbios.

• La digestión – decía este bastante seguro de sí mismo, pero al ver la cara seria de su maestro, comprendió que había cometido el error de no pensar la respuesta y lanzar lo primero que se le había venido a la mente.

• Después de comer, hemos de lavar los platos – Concluía el hombre con el talante bastante serio, pues había esperado que su más leal alumno supiese la respuesta. Pero pronto comprendió que este tenía su cabeza en otro lugar.

• ¿Aún duerme? – Preguntaba mientras miraba hacia la habitación de huéspedes, pues tenía gran curiosidad por saber quién era aquella chica. Pero la única respuesta que pudo obtener fue un leve carraspeo que siguió con un tema totalmente diferente.

• Tienes que vaciar tu mente...- le regañaba su maestro – Si no vacías tu taza, la taza estará llena. – Proseguía mientras levantaba su taza de té en alto.- Nada es imposible para una mente dispuesta.

En la habitación, donde una joven muchacha con el ceño fruncido descansaba, tres ancianos viejos se encontraban, cuchicheando junto a ella para evitar despertarla, preocupados por el estado de la muchacha...

- ¿Por qué ha vuelto? – preguntaba uno de ellos, el más regordete de todos.

- He oído en el pueblo, que ya no le quedan parientes vivos, debe haber sufrido mucho con la muerte de su madre – Comenzó el monje del centro, el más bajito de los tres.

- No creo que Tao Jang la deje quedarse – Negaba el más canijo de todos.

- Tienes razón, podría poner en peligro la educación del muchacho.

- Por supuesto que sí, la presencia de una mujer en el templo no es algo bueno para ninguno de nosotros.

- Pero... hay que tener en cuenta que el maestro Tao Jang es lo único familiar vivo que le queda.

- Tienes razón, no creo que Tao Jang sea tan cruel de dejar a su propia sobrina en la calle.

- Este no es su hogar, nunca lo ha sido, ¿recordáis lo que pasó la última vez que ella estuvo aquí?

Los tres monjes comenzaron a pensar sobre lo que el tercero acababa de decir, y entonces dijeron los tres al unísono

- Tiene que irse.

Hyun Su fregaba las tazas que había usado para beber té con su maestro, justo como este le había indicado "después de comer hay que lavar los platos", mientras Tao Yang daba paseos y carraspeaba cada vez que miraba a su discípulo, por aquellos largos jardines que bordeaban el templo.

Ya casi había terminado, cuando escuchó tras él unos pasos, se trataba de su maestro. Le miró sin comprender, pues hace tan sólo unos minutos antes acababa de verlo en los jardines meditando, y era casi imposible que ahora se encontrase tras él. Tao Jang carraspeó para hacerse escuchar, era obvio que comenzaría su discurso de un momento a otro...

- Cuando se vierte agua en el suelo... - comenzó, estaba claro que ahí venía uno de sus famosos proverbios, el chico se preparó para escucharlo con sumo interés – esta evita las partes secas y va hacia las que están húmedas. De igual forma, si dos troncos se colocan en el fuego, este evita el mojado y enciende el seco. – Dijo, haciendo que su pupilo lo mirase, comprendiendo a lo que se refería antes de que terminase su discurso – Todas las cosas rechazan lo que es distinto y siguen lo que es igual.

El chico asintió con la cabeza, en señal de que había entendido el mensaje de su maestro, pues el hombre estaba intentando decirle, de forma sutil que dejase de preocuparse de aquella muchacha que no pertenecía a su mundo, pues su mundo era el de los monjes y su destino era llegar a la iluminación.

Apenas había anochecido cuando la delicada nieve volvía a caer sobre el templo de manera suave y serena, el frío se expandía por cada rincón del lugar, pero no parecía afectar a una joven que caminaba descalza y en ropa interior hacia el nevado jardín. Se sentó sobre el gélido suelo y echó su negro y largo cabello hacia atrás, parecía que no se había ni tan siquiera peinado. Cruzó las piernas en pose de meditación, y colocó las manos sobre ellas. Levantó la cabeza con la mirada fija hacia el cielo, donde la nieve caía sin cese, y se preparó para cerrar los ojos. Podía escuchar los copos cayendo a su alrededor, los pasos de los monjes dirigiéndose hacia el salón para tomar su cena. Poco a poco, su mente fue quedando en blanco, hasta que logró lo que quería... Se hallaba sobre un nevado prado correteando feliz junto a sus padres, podía escuchar su propia risa e incluso la de su madre o su padre tan cerca que casi parecía que se estuviesen produciendo en aquel instante. Sonrió entristecida mientras dejaba escapar algunas lágrimas por su gélido rostro.

Se había hecho tarde, caminaba a paso ligero por los pasillos en dirección al salón, seguramente su maestro estaría enojado por su falta de atención. Tan pronto como atravesó el jardín se percató de algo en lo que no había caído: nevaba, como cada noche, pero bajo el delicado cerezo aquella muchacha se hallaba en camisón y totalmente cubierta por los espesos copos de nieve. Antes incluso de reaccionar, de saber si quiera que hacer ante aquella situación, una tercera persona entró en escena: su maestro.

El maestro Tao Yang atravesaba el jardín, llegando hacia aquella joven, posando sobre esta un blanco manto de seda. La muchacha miró hacia arriba, saliendo entonces de sus pensamientos, dirigiendo la mirada hacia el anciano. Éste la levantó con dificultad y la ayudó a caminar hacia sus aposentos, mientras el joven miraba a ambos sin poder comprender la situación todavía, ni siquiera saludó a su maestro cuando este pasó por su lado junto a aquella mujer.

Apenas unos minutos después, tras recuperar la compostura, continuó caminando hacia el salón, pues acababa de percatarse de que estaba bastante hambriento.

CONTINUARÁ...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro