28|El Destino y sus Bromas Pesadas
Una semana después, un sábado.
Abrí mi laptop y configuré una videollamada con Rebeca y Mike.
Me encontraba en la cocina preparando mi comida. Estaba ansiosa y nerviosa por contarles. Todo en mi cabeza era un caos, una mezcla incontrolable de emociones que necesitaba poner en palabras.
Luego de contarle con detalles absolutamente todo, Rebeca se quedó sin palabras hasta que rompió el silencio.
—No te creo. ¿En serio pasó eso? ¿Y por qué recién ahora me lo cuentas? —preguntó con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
Suspiré, apoyando la cabeza en mis manos, con la cámara encuadrando mi gesto de cansancio.
—Lo siento, pero no he podido concentrarme en absolutamente nada. Juro que mis alumnos no paraban de corregirme en clase o de chasquear los dedos frente a mi cara para llamarme la atención. ¡Es una locura! No puedo creer que, en tan solo unos días... —me quedé en silencio por un momento, buscando las palabras—. Ash, ya ni sé qué decir.
—¿Pero le seguiste el beso, Nora? Eso quiere decir que aun te gusta él.
—Bueno, si le vez así... ay no, ósea sí, pero no tanto como le piensas.
—Ya ingresó tu hermano Mike —dijo Rebeca.
Me acerqué a la pantalla, ya que estaba lavando los vegetales.
—¿Qué hay, bichitos? —saludó Mike con una sonrisa traviesa.
—Esto va a estar buenísimo, así que agárrate fuerte... Estábamos hablando sobre "el chico del reto" y... —empezó Rebeca, pero Mike la interrumpió de inmediato.
—¿Y qué Nora no pagó su penitencia? ¡Eso es imperdonable! Deberías estar en una penitenciaría, hermana, es lo justo. Te dije que no se junta el amor con las apuestas —dijo, haciéndome una mueca burlona.
—¡Estás loco, Mike! —protesté, frunciendo el ceño—. Los llamé para que me ayuden a encontrar una solución, no para que me recuerdes esa estúpida apuesta que hicimos hace años. Todo por tu culpa.
Mike alzó las manos como si estuviera ofendido, pero su sonrisa no desapareció.
—Y eso lo hace aún mejor —le guiñó un ojo a Rebeca, sabía que su grande cabezota estaba planeando algo —. Pero yo aún sigo con una duda inmensa. —su mirada chispeó con diversión—. ¿Recuerdas que una vez te dije que te gustaba ese chico? Ahora respóndeme, ¿tenía razón?
Ambos me miraron fijamente, esperando mi respuesta.
Suspiré hondo antes de admitir: —Sí.
Mike golpeó el respaldo del sofá con una risa triunfal.
—¡Lo sabía! Págame ahora los cuarenta, perdedora —dijo, dirigiéndose a Rebeca con una sonrisa de superioridad.
—Estúpido, eso ya paso —respondió Rebeca, revirando los ojos y una sonrisa. Pero luego parecía más seria, incluso algo insegura. —Aunque, hablando en serio, Nora, quiero preguntarte algo.
—Dime. —sabía que lo que venía no sería cualquier pregunta.
Rebeca jugueteó con los dedos antes de continuar. Yo me quedé inmóvil frente a la cámara.
—Nunca hablamos de esto, pero... ¿puede ser que Santiago tenga algo que ver con todo esto?
Mi estómago se contrajo. Esa era una herida que ya no sangraba, pero aún dolía si se presionaba muy fuerte. Bajé la mirada mientras procesaba lo que acababa de decir.
—Sí... —admití, después de un silencio que pareció eterno—. Tiene mucho que ver.
Rebeca se mordisqueó el labio, dudando si seguir.
—Yo sé que no te gusta hablar mucho de lo que sientes, pero también es por Jazmín.
—Santiago fue alguien con quien compartí mucho... hablábamos, hacíamos locuras dentro y fuera del colegio, igual que con Jazmín. Pero ya no hay nada que me afecte de eso. —lo dije con firmeza.
Rebeca negó con la cabeza, insistente.
—No estoy tan segura. Mike y yo lo hablamos hace años, y creemos que parte de tu miedo a confiar viene de lo que pasó con él y con Jazmín.
Cerré los ojos, procesando sus palabras. Finalmente, decidí hablar.
—Sí, tienes razón. Santiago fue mi primer amor... y también mi primera gran decepción. Él era mayor que yo, y cuando tenía catorce años, me manipuló. Me hizo creer cosas que no eran, y Jazmín, que decía ser mi amiga, terminó siendo igual de dañina.
Mike frunció el ceño.
—¿Qué pasó con ella? Porque recuerdo que nos dijiste que nos alejáramos de ella.
Tragué saliva antes de continuar.
—Jazmín me convenció de que la mejor forma de olvidar lo que sentía por él era haciendo algo extremo: drogarme. Ese día tomé una decisión que lo cambió todo... y me arrepiento profundamente. Ellos me traicionaron juntos.
Un silencio pesado llenó la habitación. Ni Mike ni Rebeca parecían saber qué decir.
—Es por eso que me cuesta confiar en la gente... bueno, aunque ya no tanto. Además, estaban Leo y Marcos, a quienes conocí mucho antes que a Jazmín. Pero esa amistad se derrumbó por problemas nuestros. Ya ninguno de nosotros confiábamos, y también por el hecho de que cada uno tomó su camino —admití en un susurro—. Aunque no lo niego, ciertas veces me aterra dar un paso hacia algo nuevo.
—Nadie dice que sea fácil, Nora. Pero ya no eres la misma niña de catorce años —dijo Rebeca—. Y, aunque fue difícil, sigues aquí. Eso significa que eres más fuerte de lo que crees.
Mike asintió, esta vez sin rastro de burla en su expresión.
—Rebe tiene razón. No dejes que el pasado siga dictando lo que puedes o no puedes hacer ahora. Estás arrepentida de esos errores y supiste salir adelante sin la ayuda de nadie, pero a veces de verdad necesitas a alguien, Nora. Como ahora. Eso te sucedió hace años y recién sabemos con más detalle tu comportamiento y decisiones.
Nos quedamos en silencio los tres, hasta que Mike lo rompió con una de sus locuras.
—Si volviste a hablar de él, supongo que volviste a verlo. Invítalo a cenar o a una fiesta, es lo que te toca hacer después de todo por no cumplir mi apuesta y huir como una cobarde.
—Cállate, Mike. Además, tengo novio. Se llama Owen —le digo.
—¿Acaso te estoy diciendo otra cosa? Si tú lo quieres ver como una oportunidad... no es mi problema —Mike y Rebeca se ríen.
—Me caen mal, par de mosquitos...
—¿Qué fue eso? —pregunta asustada Rebeca.
—El anterior vecino se fue por problemas que tuvo con el recepcionista, y al parecer ya hay alguien quien va a ocupar su lugar —le respondo—. Habla ahora, Mike. Creo que tienes algo que decir, tu rostro iluminado lo dice todo.
—Imagínate que el que se está mudando sea el chico del reto. Eso sería genial para ti, Nora. Terminarías de una vez por toda mi apuesta.
—¡No! Que se te queme la lengua —le digo, y el celular comienza a sonar—. Me voy, hablamos otro día. Es Owen.
—Yo sugiero que hagas algo, Nora. Lo que sea. Pero no te quedes en ese limbo. Porque si no tomas una decisión, la situación se quedará ahí, como una herida que nunca cicatriza —comentó Rebeca.
Asentí.
—Ojalá que el que se esté mudando sea el chico del... —corté la llamada.
—Estúpido, me quieres ver arder —me reí yo misma y conteste la llamada.
—Hola, Nora. ¿Estás bien? Te noto rara estos días, más bien desde la boda de mi hermana —escucho la voz de él a través del celular.
Me mordí el labio, sin saber qué responder.
—Sí... solo estoy cansada. Y estoy planeando la feria de mis alumnos, que será en tres meses —mentí.
—¿Segura? Porque Sofía no me ha comentado sobre ese tema y ella está ansiosa de ir a la feria. Si hay algo, dime. Sabes que puedes contarme.
Carajo, me había olvidado de su otra hermana. Y que le contaba todo a él. ¿Ahora con qué mentira le salgo?
—Quizás fue el día en que no fue —recuerdo que los alumnos, al momento de tomar asistencia, gritaron que ella no había ido—, pero que no se preocupe, volveré a hablar de algunos detalles que se me pasaron por alto el lunes.
—Está bien... ¿Qué fue ese ruido, Nora? ¿Te sucedió algo?
—No, yo estoy bien. Es arriba, al parecer alguien se va a quedar a alquilar en el piso de arriba.
—Listo, te veré mañana. Iremos a desayunar para ponernos al día de algunas cosas que tengo en mente, y quería esperar el momento adecuado para decírtelo.
—Ok, nos vemos mañana. Cuídate —colgué la llamada.
—Qué mentirosa eres, Nora. Te va a crecer la nariz como a Pinocho —me pasé la mano por el cabello—. ¡Dios, qué manera! ¡¿Acaso se está mudando un elefante?! ¿Por qué tanto ruido?
Fui al balcón e incliné la cabeza hacia arriba.
—¡Oye, podrías dejar de hacer tanto ruido! ¡Inquilino de arriba, a usted le digo no sea tan bullicioso!
Un chico se asomó y saludó con la mano.
—¡Lo siento, bueno, lo sentimos demasiado! —y se fue.
Me quedé mirando su silueta desaparecer, con una extraña sensación en el pecho.
—No, ya debo de estar alucinando —ingresé de nuevo para preparar mi almuerzo.
¿Qué les está pareciendo la historia?
Teorias de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...
Acerca de:
Nora
Rebeca
Mike
Liam
Clara
Owen
Nani
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro