19|Él, Los Gemelos y Yo
Ahora mis pensamientos dentro del autobús eran sobre mí...
Tengo que encontrar una vida, tengo que encontrar mi fuerza y hacerla brillar, tengo que buscar mi felicidad y no dejar que nada me detenga, tengo que dar el primer paso hacia mis sueños, tengo que liberarme de las cadenas del ayer y volar alto, tengo que seguir adelante, un día a la vez. Porque este en mi momento de sanar y crecer en el proceso.
Porque después de eso, ese acto me hizo dar cuenta que no siempre puedo estar para los demás, cuando no estoy para mí misma. Debo aprender que algunas veces debo ponerme a mi primera. Porque yo voy a sentir ese dolor.
Ahora la graduación ya no era algo importante para mí, ya no era una prioridad o algo que quiero luchar, porque de alguna manera yo, siendo Nora me iba a salir con lo que yo diga. Entonces ya no valía la pena, él gano, aunque parte de mi juventud se haya visto afectada, no pero permitiré que el pasado arruine mi futuro.
A medida que me acercaba, podía respirar de nuevo, sintiendo el aire fresco y la libertad, mientras los árboles danzaban suavemente como bailarinas en el viento.
Me baje del autobús y camine por el sendero de tierra.
Al avanzar, descubrí un lago de agua cristalina, flanqueado por un puente de madera; miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie me viera antes de sumergirme
Me acerqué al borde del puente, dejé caer mis cosas, me desnudé hasta quedar en bragas y sujetador, y me lancé al agua.
—Que hermoso —mire a mi alrededor con una sonrisa.
Me quede un buen rato, para luego quedar boca abajo flotando.
Sentía que mi mundo se desmoronaba; intenté detenerlo, pero la única opción que encontré fue huir. Todo estaba bajo control, me sentía tranquila. Hasta que...
—¿Que mierda? —me desespere cuando unas manos tocaron mi cuerpo. Casi me ahogo por no poder controlar mi cuerpo, me separe y pase mi mano por la cara.
—Ay lo siento... pensé que tratabas de matarte...
Pestañee varias veces viendo confundida al chico delante mío.
—Eh... no —negué con la cabeza —Aunque normalmente la gente viene aquí para disfrutar de esta agua cristalina y alejar los pensamientos negativos y demás. Si tratará de matarme ya lo hubiera hecho poniendo una cuerda a mi cuello y eligiendo que árbol queda bien conmigo.
El chico se pasa la mano por su cara asustado y luego acomoda su cabello mojado.
—Eh... perdona, no quise ser tan grosera, pero tengo razón —me encojo de hombros.
—No, no te preocupes. Pido perdón yo, he sido un completo metiche mientras estabas disfrutando... —me queda viendo un rato, como no respondo se va nadando hasta el puente donde se veía una bicicleta de color verde.
—Sin duda tiene problemas este chico, es mejor alejarme de él. —susurro.
Me quedo un par de minutos y decido salir, dejándome tal como me metí al lago. Camino por el sendero mirando la naturaleza.
Al acercarme, divisé a algunas personas a lo lejos y un letrero de "Bienvenidos a Pueblo Solano", pero sus miradas hostiles y murmullos me hicieron sentir incómoda. No pude evitarlo cuando escuché a una señora murmurando sin ningún disimulo.
—Tiene que ser nieta de Graciela, estoy segura —me miro de pie a cabeza con cara de asco.
Y no pude evitar sacar mi Nora, así que me acerqué.
—Disculpa. —sinceramente mi amabilidad no se me notaba, mi voz era firme.
—¿Si? —todavía tiene el descaro de preguntar.
—¿Son buenas estas manzanas? —le pregunto.
—Claro que si cariño —me da una sonrisa.
—Pues creo que no, estas manzanas están envenenadas al igual que la dueña que las venden soltando sus comentarios absurdos como si no tuviera hija, me imagino que han de ser peores que yo. —me calle a ver si tenía algo que decir y como no dijo nada continúe hablando—. Me vale tres atados que sea un pueblo y que todo el mundo se conozca, pero si tienes un comentario acerca de mi abuela o de mí, me lo dices en la cara o te lo metes por el ano. ¿Entendido cariño? —alce mis cejas y una sonrisa.
No me respondió, si no que se dio la vuelta.
—¿Que pasa mamá? —salió una chica suponiendo que de mi edad.
—Pasa que tu madre no sabe controlar su lengua. — respondí por ella —Pero el problema no es contigo, así que me voy, ya fui clara con ella. —me aleje, pero no sin antes dejar una manzana mordida en su puesto.
La gente seguía observándome, claramente por mi forma de vestir; dudaba si estaba haciendo lo correcto, sintiéndome como la nueva comidilla del pueblo.
Pero una mirada la sentía más pesada, así que con disimulo me puse a buscar. Era el chico del lago, el que supuestamente trato de salvarme. Se encontraba parado tras un vidrio transparente, en una tienda de librería. Yo seguía caminando, pero con la mirada fija en él, y el con la mirada en la mía. Ninguno de los dos la bajaba.
—Uy...lo siento...—me limpia con su mano por mi pecho por el líquido frio que derramó.
—Estas tocando mis tetas —fue lo que dije, el abrió los ojos bien grandes y retrocedió.
—Lo siento, no fue mi intención...
Voltee a ver al chico del lago, interiormente se estaba riendo, pero no lo demostraba. Así que le di la espalda.
—No te preocupes, también es mi culpa. Estaba distraída igual.
—Eres nueva por aquí, ¿verdad? —se agacha a recoger los trozos partidos de la taza y el plato.
—Eh, bueno no tanto. Venia antes, rara vez de pequeña. Soy nieta de Graciela. ¿Te ayudo?
—Que bien. No, no gracias. Ya termino.
—Bueno —volví a ver hacia atrás, pero ya no había rastro del chico.
—Se fue —me volteo al otro chico que choque.
—¿Eh? —digo confusa.
—Nico, el chico de la tienda de allá. —señala con si cabeza —Es mi hermano.
Ahora yo abrí mis ojos, no es como si me interesaba.
—Ah que bien, solo estaba viendo que la gente no este murmurando de mí, es... fastidioso —me excuse.
—Si tú lo dices. —pasa por mi lado.
—Oye —lo llame, no dijo nada —me podrías llevar con mi abuela. No recuerdo muy bien su casa, solo sabía con exactitud su dirección del pueblo.
—Sí, claro con gusto. Solo déjame dejar esto en la tienda.
Asiento y camino junto a él.
—Soy Mateo cierto.
—Nora, un gusto y gracias.
—Espera aquí que ya vuelvo —entramos a la tienda y me quedé parada por la puerta, pero vi que se estaba demorando decidí caminar por los pasillos de la tienda.
—Libros, libros y más libros, no entiendo como la gente los ama tan... —grité y le di con el libro en la cabeza a un chico.
Pero ni siquiera me mato por mi cuenta, y otras quieren hacer de las suyas, fue mi primera reflexión antes de querer acabar con la vida de este sujeto.
—Auch —cayó al suelo siendo exagerado son sus manos en la cabeza.
Le di una patada en su pierna
—Me acabas de dar un susto de muerte, animal de la selva.
Vi su cara y me lamenté mucho de haberle pegado, era Mateo.
—¿Estas bien, Mateo? Lo siento. Pero... —me agaché a verlo, tenía que ayudarlo porque el me va a ayudar a llegar donde mi abuela.
—¿Mateo? —escuche dos voces decir a la vez, el chico del suelo y el chico con el que choque.
—Oh.por.dios... veo doble. —me puse la mano en boca retrocediendo, se los juro que nunca había visto a gemelos, nunca ni en foto. Y esto eran como dos gotas de agua, idénticos.
—Es mi gemelo, Nora —me informa Mateo.
—Un gusto, soy Matías. —muestra su rostro con una sonrisa pícara.
Y Mateo rodando los ojos.
Ay Dios, ¿en dónde he caído? Esa fue mi segunda reflexión después de estar viendo el doble de alguien.
¿Qué les está pareciendo la historia?
Teorias de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...
Acerca de:
Nora
Los Gemelos
Nico
Liam
Leonardo
Leyla, la barbie plástica
El director Núñez
Mike
Rebeca
Lili
Eva
Los padres de Nora
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