13|Entre el Amor y las Ruinas
Estaba en Instagram viendo algunos memes hasta que la voz de la maestra hizo que guardara el teléfono.
—Buenos días alumnos, el día de hoy vamos hacer un taller de historia —deja sus cosas encima del escritorio—, más un taller una exposición. Como ven su año está por acabarse, así que esta será su examen y no quiero exposiciones mediocres. Les daré el tema y el número de grupo que está conformado, si no queda más duda paso a continuar con la...
—Profesora nooo, que tal si nosotros elegimos a los que queremos en el grupo y usted los temas— discute un compañero.
—Joven Rojas ya está mi decisión—. Se da la vuelta para agarrar el libro de historia —Espero que haya quedado claro lo que he dicho.
Leyla alza su brazo llamando la atención de la profesora.
—Si jovencita Agüero, ¿Cuál es su pregunta?
—Entonces usted va a elegir los temas y nos va a decir con quienes vamos a exponer— la profesora asiente.
—Uy no, esta chica tiene humo en la cabeza. Hueca— hablo rodando los ojos.
—Profesora, creo que Benavides la bestia impulsiva quiere decir algo— me mira Liam con una sonrisa burlona.
—No más que tu simio no evolucionado, pero mira perfecto para esta clase. Justo como modelo cavernícola, pase al frente— hago una seña para que se ponga a lado de la profesora y me rio con burla.
—Bueno en algo tenemos parecido, en antes no se tenía modales. También deberías, siga al frente.
—Simio no evolucionado, mejor cállate o si no lo prefieres de otra manera. Estaré muy a gusta de a hacerlo. —claro que por una parte lo haría con mucho placer, pero por otra parte me daba asco de solo tenerlo cerca.
—Ya quisieras tu tener que besarme otra... —el mismo se tapó la boca, había cometido un grandísimo error, al abrir su boca frente a todos y de la Barbie plástica.
Mi sonrisa era triunfal.
—¿La besaste? ¿Cuándo? —lo interroga.
—Y besa muy bien. Un detalle muy... —me pongo a pensar arrugando mi nariz —es que es demasiado bueno en el sexo, ¿Sabes? Estuvimos a punto de hacerlo, fue el día de la fiesta.
—Dime que es mentira lo que está diciendo esta cualquiera. —pero el solo se quedó callado.
La profesora era atenta al chisme, y quien no, hasta los burros llamados compañeros estaban atento a cada detalle de nosotros tres.
Y más silencio.
—Bueno bueno, creo que nos estamos yendo para otro camino, se acabó el chiste y el chisme. — interfiere la maestra al silencio incomodo, por ellos porque yo no— Entonces hablábamos acerca de las exposiciones del examen...
—Oye tú, Camilo —lo toco con mi dedo índice al compañero de adelante.
—Si.
—Me avisas con quienes me tocan. Te debo una, compañero. Me iré a dormir, gracias. —le doy palmaditas en el hombro y acomodo mi cabeza en la mesa del asiento.
No sé cuánto tiempo pasó que me levante estirándome para luego restregar mis ojos.
—Muy a gusto señorita Benavides, ¿se le ofrece algo más? —abro mis ojos y el maestro de física alza sus cejas.
—Si no se le hace mucho una taza de café. Como ve tengo sueño, nada más. Oye— le doy un manotón a Camilo —no te dije que me levantaras.
—No, no lo hiciste. Pero aquí esta anotado con quienes te tocan en la exposición.
—Está bien, está bien.
—Fuera de mi clase señorita Benavides —gesticula Liam que se esconde de la compañera de adelante y se burla. —Me debes una. —me mira como perro que tiene rabia.
—Fuera de mi clase señorita Benavides— señala la puerta el maestro.
—Ya estas acostumbrada, que ha pasado más fuera que adentro, bestia —se burla Liam.
—Simio, mejor cierra la boca o te la cierro yo. Ya le explicaste a tu novio sobre nuestro beso. —la Barbie plástica me mira con odio.
—Sigo esperando señorita Benavides, me está haciendo perder el tiempo.
—Cinco minutos más que espere no creo que le dé un paro al corazón— comienzo a guardar mis cosas dándole la espalda al maestro.
—Pero que son esos modales Nora, más respeto para nuestro profesor que esta frente a ti —Liam habla poniendo más leña al fuego.
—Liam —me acerco y me inclino sosteniendo mi brazo en la mesa sintiendo la mirada de todos.
Nos quedamos viendo.
—Sigo esperando Benavides, sale ahora y no vendrá nunca más a mi clase.
—Bueno que falta para la graduación, poco. Tres clases a la semana faltar no me hará morir —me encojo de hombro sin mirarlo, mi vista está en Liam que tampoco la esquiva.
—Morir en el intento va a estar repitiendo los siguientes años si no sale ahora. — alza su voz muy enfurecido.
—Touche, profesor. Ya verás rata de alcantarillado —le soplo en la cara antes de irme.
—Ya veremos, chispitas de fuego— se ríe.
Salgo cerrando la puerta con fuerza.
[...]
Llegué a casa temprano, ya que no fui al despacho del director. Con la firma que tengo de él desde hace meses puedo salir cuando se me pegue la gana y así engañar al guardia con la excusa que tengo cita al doctor por una supuesta enfermedad.
Pero algo se me hizo raro, comencé a subir las escaleras. Todos teníamos la costumbre de dejar absolutamente todas las puertas cerradas cuando no hay nadie en casa. Pero una hacia la diferencia, que estaba entre abierta y era la habitación de mis padres.
Así que sin quedarme con las dudas me fui acercando despacio y sin hacer ruido.
Y vaya sorpresa la que me encontré.
Esa ropa no es de mi madre, ni siquiera se acercaba a lo que ella usa. Y como siempre la ira, el enojo, la frustración y todo se me vino de una. Retrocedí en silencio e ingresé a la habitación de mi hermano para agarrar un bate de madera. Baje la escalera con el bate en la mano agarrándolo con fuerza. Salí de casa y busqué un auto que no pertenezca a esta casa o aún mejor el de mi padre.
Y que bello, los dos estaban. Uno detrás del otro y parqueados un poco lejos de nuestra casa.
No lo dude, comencé a darle golpe en los parabrisas turnándome, en las puertas, en las llantas las pinche con la navaja que siempre cargaba conmigo. Ni siquiera con la alarma del auto se levantaron a mirar.
Ya terminado mi trabajo, entre a casa escandalosa. Subí furiosa las escaleras, ellos aun en su acto, muy empalagoso y en calor. Con la respiración agitada abrí la puerta de la habitación de mis padres en silencio, no hacía falta encender la luz, ya que el resplandor del día iluminaba perfecto la habitación.
—Bueno —llamo la atención, se levantaron asustados y ella se tapó con la sábana —llegaron al clímax o espero a que su acto de darle calor a la perra esa en donde duerme a gusto mi madre o.... le doy con el bate como partido de béisbol.
—No es lo que parece —se excusa mi padre.
—¡Ja!, No es lo que parece dice. —doy media vuelta y regreso a mirarlos jugando con el bate —¡No creo que mi madre se volvió por arte de magia joven!
—Yo me tengo que ir, Ignacio —se levanta con la sábana encima y se empieza a vestir.
—Sí, huir como cobarde es lo único que te queda para tener un poco de dignidad, pero —me acerque y le arrebate la ropa tirándola por la ventana —te largas de mi casa como una zorra regalada, desnuda —quizás este mal lo que hago, pero el coraje me ciega— ¿Porque? —interrogo.
Los dos se quedan callados.
—¡Dije porque, necesito el maldito puto motivo del por qué! —grito con todas mis fuerzas que mis cuerdas vocales duelen y no solo eso, me duele el pecho que me aguanto las ganas de llorar, hasta un nudo en la garganta tengo.
—No hay un porque hija, solo sucedió —habla cabizbajo.
—¡El título de hija lo has perdido desde este momento así que te pido que no lo vuelvas a decir! ¿Desde cuándo?
—Desde hace año y medio...
—¡Perro arrastrado, un hijo de las mil putas eres, un padre sin sentimientos! —comencé a golpear con el bate todo a mi alrededor, la mujer se encogió de miedo— tu— la señalo con el bate —una puta, una zorra. Acaso no tienes una vida propia, que tienes que estar dañando hogares, una familia que era feliz. ¡Pero que putada les pasa a las personas! ¿Se aburren de la persona que amaron?, ¿Es eso?
—Tienes que entender que tu madre...
—No me jodas, por mi te puedes ir al infierno arder. Desde ahora me olvido que eres mi padre y tu olvídate que soy tu hija. —le tiro el bate por la cabeza— Puedes seguir dándole calor y abrazos a alguien que está más necesitada que nosotros, tus hijos —salgo de la habitación.
Sin saber dónde ir, me regreso al colegio con la mirada perdida y los ojos aguados. Pase primero por una tienda y me compre una botella de alcohol, por suerte no tuve problemas. Al llegar al instituto corrí como un ratón se escaba del gato. Escondí la botella y primero fui a ver si estaba el director y mal momento en el que me encuentro no está. Luego fui a comprar un par de cigarrillos de mi vendedora favorita. Esta situación lo amerita.
Con las lágrimas rodando con frecuencia en mis mejillas me dirijo a las canchas de fútbol con mi botella en la mano y el cigarrillo que lo inhalo cada vez que puedo, me siento en el césped, sin más dejando salir toda la frustración, la pena, la desilusión, la decepción... en el alcohol y el cigarro.
—Gran hijo de puta, pocas pelotas tienes que nos estuvo engañando por tanto tiempo. —cruzo mis piernas, sigo bebiendo y fumando —Te odio, lo odio— comienzo arrancar los pelitos del césped —te desearía la muerte, pero eres una persona que formo parte de mí. Solo espero que mi madre te largue, ella nos tiene a nosotros...
—Hablando sola como siempre —levanto mi mirada y veo a Liam con su bolso de entrenamiento, me limpio las lágrimas de mis mejillas y en los ojos— ¿Puedo? —señala a mi lado.
—Como sea —me encojo de hombro y sigo arrancando el césped con furia.
—El césped no tiene la culpa de que... de cualquier cosa por la que estas enojada —se sienta frente a mí.
—Shhh —lo callo poniendo mi dedo índice sobre sus labios. —Estoy escuchando las olas —comienzo a reír como loca.
—¿Que te sucedió ahora? No eres Nora Benavides la bestia impulsiva si no te pasa una desgracia —se ríe bajo.
—Y tú no eres Liam Brown simio no evolucionado, cavernícola y rata de alcantarilla si yo no te doy un buen golpe —hablo sin mirarlo.
Y... ¡Boom! En un acto de sentimentalismo lo abracé rodando mis brazos en su cuello y hundí mi cabeza.
Creía que era fuerte, capaz de sobrellevar cualquier situación sin quebrarme. Pero aquí estoy, abrazando al tipo que me gusta y odio al mismo tiempo. Con él, todo parece más sencillo; abrirme, compartir mis problemas, es mi manera de no ahogarme en un océano de dolor. Si lo guardara todo, me perdería en un mar profundo de lágrimas. Sin embargo, su presencia me da respiro, me devuelve la calma y me recuerda que sigo viva, que aún puedo vencer. Al final, todos nos destruimos de la forma que mejor nos acomoda.
¿Qué les está pareciendo la historia?
Teorias de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...
Acerca de:
Nora
Liam
Leonardo
Leyla, la barbie plástica
El director Núñez
Mike
Rebeca
Lili
Eva
Padre de Nora, Ignacio
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro