09|Sangre y Venganza
—Hermana, llegaron tus invitados e incluyendo al de la apuesta. Veo que estas avanzando, lo has traído a casa para que vea tu habitación.
La miré con mala gana.
—Pero no nos has dicho nada desde que Mike te hizo la apuesta. Lo único que has mencionado es que solo han tenido problemas y discusiones. De a poco se empieza.
—Solo es un taller grupal que vamos hacer, así que ni te emociones y mejor anda a ver por milésima vez tus vampiritos.
—Eres una aburrida, sin sentido en este planeta. Dios... —mira al techo —necesito una hermana con humor, del bueno. No una con cara de pitbull, con ganas de morder a todo el mundo...
—Ahora no, no con tus discursitos.
—Aburrida —se levanta y se va.
Bajé las escaleras y los invité a pasar en mi habitación, que era lo suficientemente amplia para tres mundanos más.
Estábamos tranquilos, en un círculo, cada uno haciendo su parte, hasta que... Liam se me quedó viendo, y yo igual. Ninguno de los dos bajaba la mirada, y tampoco tenía planeado hacerlo.
—Asesina —dijo moviendo los labios, y lo entendí perfectamente.
En un instante ya me encontraba encima de él, golpeándolo.
—¡Sáquenme a esta bestia impulsiva de encima! —dijo con enojo, pero detrás de eso lo disfrutaba.
—Maldito hijo de puta, dije que cierres la boca. ¡Me tienes harta!
—Por favor, Nora. —se acercó Camilo, queriendo ayudar—. Mantén la calma, una vez en tu vida —me jaló de las piernas.
Comencé a patalear para que me soltará, pero se ganó un puntapié en la cara y cayó al suelo, agarrándose el rostro. De fondo, escuchaba la risa de Leo, como siempre la escuchaba en el aula cuando peleaba con Liam, pero nunca se acercaba a ayudarme, y eso me daba más coraje.
Hasta que me agarró de la cintura y me separó del simio no evolucionado.
—Mírame —cogió mi rostro entre sus manos—, no vale la pena. Recuerdas que se te puede explotar la cabeza por tanta ira.
Me comencé a reír, pero en el fondo quería llorar recordando la primera vez que me lo dijo. Y lo abracé.
—Me da mucha alegría ver que no me has olvidado del todo. —dije en un susurro.
Él solo se quedó callado.
Miré de reojo a Liam y Camilo, estaban parado con sus brazos cruzados, algo incómodos. Y como siempre, Liam soltó un mal comentario.
—Bien, ositos caramelosos, volvamos a volver hacer el taller. Tengo cosas más importantes que hacer...
—Claro, ya has estado mucho tiempo lejos de la Barbie plástica, y necesitas conectar para tener el mismo funcionamiento de descerebrados.
—Cállate, Nora —puso los ojos en blanco.
Le saqué el dedo de corazón.
A la final, el taller lo avanzamos por dos partes: Liam y Camilo por un lado, y Leo y yo por el otro. Logrando terminarlo y lo enviamos.
Los guié hasta la puerta de salida. Todos se despidieron, menos Liam, que se me quedó mirándome.
—¿Qué? —pregunté, enojada y confundida.
—Tengo mucha sed. ¿Me regales un vaso con agua? —detrás de esa sonrisa burlona escondía algo, pero yo era más astuta.
Llené el vaso, pero antes de entregárselo, di un sorbo, me enjuagué la boca y escupí el agua en el vaso. Volví a la puerta con una sonrisa más grande que la de él.
—Gracias.
Pero no la bebió, se quedó mirándola, y lo próximo que hizo fue tomarme por sorpresa; la sonrisa se desvaneció cuando me lanzó el agua en la cara.
—¡Maldito imbécil! ¡Simio no evolucionado, me la pagarás! ¡Te meteré un palo en el trasero!
El muy cobarde huyó corriendo con el vaso. Yo cerré la puerta con fuerza, me limpié la cara y mi hermana me quedó viendo.
—¿Qué? —le pregunte enojada.
—Nada —se rió.
[...]
Me encontraba sentada en mi silla, dormida en el aula, tranquila, pero alguien la interrumpió.
—¿Quién fue? —me levanté y cogí la botella, dirigiéndome hacia ellos.
—Pensé que era el basurero. ¿Puedes hacerlo por mí? —me miró malicioso, Liam.
Y este, ¿qué se ha creído? No soy su empleada. Pero quizás había bajado la guardia. Hace un rato había tirado sus cuadernos al basurero, pero él había comenzado. Antes de eso fui yo la que empezó, y antes de que yo lo empezara, él comenzó, así sucesivamente hasta llegar al origen: su pelota de fútbol golpeó mi cabeza, entonces él comenzó. Pero ese acto fue la gota que derramó el vaso, y no lo iba a tolerar.
Me acerqué a él, quedando frente a su asiente. Él se levanta, y tengo que inclinar mi cabeza hacia atrás para verle la cara de simio no evolucionado.
—Última advertencia, simio no evolucionado —le di leves golpes en el pecho con la botella—. Si vuelves a tocarme el cabello, te saco las que te guindan...
Sin dejar que continuara, con una sonrisa en su rostro, levantó su mano y la pasó por mi cabello.
—Lo acabo de hacer, ¿qué harás aho...
Con la botella en mano, lo golpeé muy fuerte en la cara, y su nariz comenzó a sangrar. Qué debilucho.
—Mi amor —se acercó la Barbie plástica—. ¡Ay, eso es sangre! ¿Pero qué has hecho, maldita maniaca? —me empujó de los hombros.
Y ella también se ganó un botellazo en la cabeza.
—Te dije que conmigo no te metas, Barbie plástica. Te lo has ganado tú sola.
—Y yo te lo advertí, mi palabra aquí vale.
La ira me consumía.
No había ningún profesor dentro del aula, lo cual por una parte podría ser un problema. Me quedé parada, viendo cómo uno se cogía la nariz y la otra se sobaba la cabeza, mientras sus amigos los alentaban, diciéndoles que no era nada grave.
—Buenos días, estudiantes. Les informo que para el día de la graduación...
Mierda, el director Núñez.
—¿Qué sucedió aquí? —su tono de voz cambió.
Nadie habló, todos se quedaron mirando para ver si era justo hacerlo.
—Jugando, director. Ya sabe cómo son los jóvenes —respondí, y me dirigí a mi asiento.
—¿Qué clase de juego es ese, señorita Benavides, para que su compañero termine con la nariz sangrando?
—Pues no lo sé, él sugirió la idea. Yo acepté porque se veía divertido. Así mostramos nuestro compañerismo, entienda —mentí, y él lo sabía—. No, sabe que...
—Mentira —habló la Barbie plástica—, la asesina quiere repetir su mismo juego, como lo hizo en su colegio anterior.
Esa palabra me hizo hervir la sangre. Tiré la silla para pasar y llegar a ella.
—¿Qué mierda acabas de decir?
—Lo acabas de escuchar muy claro. Asesina —habló muy cerca de mí.
La cacheteé, y mi mano ardió.
—¡Benavides! —gritó el director. Una sonrisa se reflejaba en la cara de la Barbie plástica; mi ira iba aumentando más—. Salga del salón y me espera en mi oficina. Usted, joven Brown, vaya a la enfermería y lo espero en mi oficina también. ¡Ahora!
—Me la vas a pagar, pedazo de imbécil con media neurona —escupí con odio en su cara.
Salí del salón, y detrás de mí, Liam. El director se quedó en el salón, dejando el mensaje que lo hizo ir a él.
—Necesitas un psicólogo, o mejor aún, necesitas internarte en un psiquiátrico.
Sentía mi cuerpo temblar, tenía que controlarme. Pero siempre he dado el primer paso con las personas en todo aspecto, incluso conmigo misma. Y esta situación no va a ser diferente.
—Un año más que repitas no te hará daño —habló muy cerca de mí.
—Eres un asco, Liam. No tienes corazón. Sabía que todas las malditas mentiras que dirían sobre mí las usarías en mi contra, no me equivoqué —balbuceé, salí de mi trance y lo comencé a golpear en el pecho con todo mi dolor, con toda mi fuerza y odio.
Me agarré de su camisa sin fuerza, puse mi frente en su pecho.
—Necesito que todo pare, me asfixio y siento que ya no puedo dar ni un paso más. Yo no la maté, no soy una asesina, jamás lo fui. Siempre habrá comentarios fuera de contexto de una historia que no fue narrada por el propio protagonista.
Sentí su respiración en mi cabeza, su corazón latir.
—Me duele todo, pero aun así seguiré dando todo de mí. Quien no sepa la verdad que se pudra en su maldad de veneno que sale de su boca —me separé de él, y me limpie las lágrimas.
El siguiente capítulo va estar ardiendo de confusión... XOXO
¿Qué les está pareciendo la historia?
Teorias de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...
Acerca de:
Nora
Liam
El director Núñez
Mike
Rebeca
Lili
Eva
Los padres de Nora
Sección de chisme:
No hay chisme, pero si ustedes tienen con gusto los leere ajaja
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