Capítulo 5 Susurros del alma
Keira sentía como la vida se iba desprendiendo de su cuerpo, era como si el tiempo fluyera lento, como si quisiera dormir, pero no pudiera del todo. Una paz la acompañaba, borrando casi por completo el dolor.
Steven salió corriendo en busca de su hermana, por la casa de Keira, a donde se habían transportado. Sus manos estaban llenas de sangre y Keira iba perdiendo color en su rostro, los miembros se volvían flácidos y él intentaba tener calma, pero sentía que ella se iba a cada segundo que pasaba y no llegaba más desde la playa a la casa.
Lois salió corriendo al verlos y ver la sangre que manchaba la blanca arena.
—¡Qué ha pasado, qué le has hecho a mi hermana! —gritó mientras le arrebataba el cuerpo de Keira.
—Yo no fui, fue Amelia, la atacó desde atrás. Tenemos que llevarla urgente al hospital.
Lois lo fulminó con la mirada y no lo dejó ingresar a la casa.
Keira sentía las voces de su hermana y Steven lejanas, como si fueran ecos. No podía moverse ni hablar y el dolor que había sentido se iba diluyendo.
Amelia apareció cerca de la casa de Keira. No se sentía mal, era lo correcto lo que había hecho. Aún tenía la daga ensangrentada en la mano y sonreía de una forma terrible.
Steven al verla, se acercó y le quitó la daga.
—¡Mira lo que hiciste! Podrías haberla matado. No quiero verte nunca más y serás denunciada. No puedes lastimar a una lady.
—Tú no puedes salir con una lady, también serás denunciado. Nos hundiremos los dos, Steven. Así que es mejor que calles —susurró a su oído.
Él se apartó de ella y salió corriendo.
Los médicos dijeron que podría haber muerto y que la sangre que había perdido era demasiada, que quizás no sobreviviría y si lo hacía, sería poco el tiempo.
Lois llamó a su madre, Alexandra.
Alexandra entró a la habitación en donde estaba Keira dormida, rodeada de sueros y un respirador. Tomó su mano y las lágrimas comenzaron a caer sobre su mano.
—Mi pequeña ¿Por qué te hicieron este daño?
Acarició su cabello y su rostro y lo sintió frío ¿Realmente iba a morir?
La puerta se abrió y Steven entró de forma silenciosa.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella dándole la espalda.
—Lady Alexandra. Amelia, mi ex novia, nos encontró en el jardín y transmutó una daga y la lastimo —se acercó y tomó la mano de Keira.
—Ni siquiera debía estar contigo. Está prohibido, pero ella siempre ha querido estar a tu lado —lo miró con enojo.
—La amo y ella me dijo lo mismo antes de que la lastimaran.
—¿Eres consciente de los problemas que eso trae? Es la futura líder porque sobrevivirá y no puede estar contigo de ninguna manera y lo sabes.
—Lo sé. Maldita sea sí que lo sé, pero ¿Qué puedo hacer, se puede arrancar lo que sentimos así como si nada?
—No, Steven, pero ambos deben aprender a seguir sin eso, por el bien de todos, por el bien del futuro. El tiempo se desgarra y la proximidad de ambos, implica un peligro para todos.
Steven no respondió, sólo sus lágrimas fueron un tipo de respuesta.
Alexandra le dio espacio y él acarició el rostro de su amada,se inclinó sobre ella y luego de sentir que Alexandra se iba, le dijo:
—Yo también te amo. Pero ahora, debes sobrevivir, mi amor. Lucha, luego veremos que haremos sobre lo que sentimos.
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