Amelia tenía el cabello cobrizo largo y con ondas, sus ojos eran uno rojo y otro plateado, por ser alquimista híbrida, poseía esa característica.
Había preparado bombones para su reciente novio, Steven, pero él no había aparecido. Tenía sospechas con quien estaría y eso le daba celos.
Se sentó en el sillón del  living de la casa de él y sostuvo la cajita de bombones, con tristeza.
Tocaron a la puerta y ella al preguntar quién era, la voz tranquila de Steven le despertó la emoción en el pecho. Aunque debería estar enojada con él, en ese instante, sintió felicidad.
—Buenas tardes ¿Qué tal estás? —le extendió un ramo de rosas rojas y sonrió.
—Son hermosas. Pasa, te estaba esperando —tomó emocionada las flores y le dio un sorpresivo beso.
Steven abrió los ojos sorprendido. Sintió entonces que algo andaba mal, el beso debió despertarle dulzura, placer y cosquilleos. Pero nada de eso pasó, sintió que eso no debía haber pasado y ese sentir, le nubló la mente por un momento.
La tarde pasó muy lenta para él y demasiado rápida para ella. Se olvidó del disgusto y se dio cuenta que lo amaba.

Al otro día, Keira fue a hablar con él y quién la atendió fue Amelia usando un camisón azul y con el cabello despeinado.
—Buenos días. Él ya bajará. Es extraño ver a una lady, ya que...bueno, la ley.
—Lo sé, sólo vine a dejarle unos papeles. Pronto seré la líder y… él es como un líder de los alquimistas híbridos y …
Steven bajó y al ver a Keira, sintió una alegría inmensa. La energía de sus emociones le recorrieron las manos, como gritándole que transmutara lo que sea, porque sería perfecto. 
Pensó entonces, que tal vez ella ya no estaba enojada.
—Keira ¿A qué se debe tu visita?
—Quería hablar sobre unos temas. Pronto seré la líder y quiero tu opinión respecto a abolir la ley o no —dijo con tono frío.
Amelia se retiró, no sin antes besar a Steven y sonreír de forma fingida a Keira.
—Bueno… Varios se han acostumbrado, pero hay otros que…
Keira bajó la mirada.
—¿Estás molesta aún? 
—No sabía que era tan profunda la relación. Pensé que estaban comenzando.
Él le tomó la mano y ella se la apartó.
—Quiero que… no nos veamos, excepto para hablar temas relacionado con nuestros cargos —dijo Keira con tono cortante.
Steven sintió que algo se fracturaba dentro, algo comenzaba a marchitarse. Volvió a tomarla de la mano y ella no se resistió.
Las emociones de Keira la herían. Era como si la quemaran. El beso de Amelia y el darse cuenta que habían pasado la noche juntos. Le calaba profundo.
—¿Te he lastimado? —preguntó de forma apresurada, sabiendo que sí, la había lastimado.
—No. Tú puedes estar con quien quieras. Nosotros ni siquiera debimos seguir nuestra amistad. Es por eso que prefiero que tomemos distancia desde ahora.
Él la miró con tristeza y solo asintió. Las palabras no llegaban a salir, sólo se quedaban atascadas por la angustia. 
Le pasó la mano por el cabello y besó su mejilla. Ella también lo besó en el mismo lugar y se abrazaron, como si de un momento a otro, cualquiera de los dos fuera a desaparecer.
No dijeron más nada y se despidieron.
Amelia que había visto todo desde la escalera, se limpió una lágrima que resbaló por su mejilla y sintió que algo se desgarraba por dentro.