Capítulo 1 Vientos de tormenta
El mar estaba embravecido y Keira parecía no notarlo del todo. Las ráfagas de viento eran tan fuertes, que le alborotaban el cabello y hasta parecía raspar sus mejillas, pero ella seguía allí, mirando al horizonte. Comenzó a adentrarse en el mar y la arena mojada, comenzó a hacerle cosquillas. La coleta se desamarró de su cabello y la brisa marina lo llenó de aroma a sal.
Las manos de Steven, tomaron la suya y el contacto la despertó. El sentirlo detrás, la llenó de escalofríos y de inmediato volteó.
Steven tenía el cabello oscuro despeinado y los ojos uno azul y otro verde, ambos resplandecían.
—¿Estás bien? —preguntó de forma calmada, mientras tomaba fuerte su mano —. Pensé que estarías en la orden, pero tu hermana me dijo que estabas aquí.
—Tanto tiempo, Steven —dijo con una sonrisa, acercándose a su lado y abrazándolo —. Pensé que no regresarías más.
Steven la estrechó como si temiera que al soltarla se iba a desvanecer. Acarició su cabello rubio y el aroma a sal marina, le inundó el olfato. Sabía que estaba mal que hiciera eso, si alguien los veía así, podrían tener graves problemas. Pero nadie había allí, más que ellos dos.
—¿Por qué pensaste eso? Sólo fui a cumplir mis obligaciones como representante de los alquimistas híbridos.
—¿Algún día dejarán de llamarlos así?
—No lo creo, no podemos llamarnos de la luz y oscuridad. Pero bueno, ya estoy aquí.
Keira tomó una cierta distancia, era como si tomara conciencia de lo que significaba estar a su lado y eso la estremecía y al mismo tiempo, la llenaba de angustia.
—No puedo transportarme a la orden, realmente no sé qué sucede. Deben ser mis emociones ¿Recuerdas cuando me ayudabas a equilibrarlas? Me gustaría volver a esos días.
Se sentó en la arena sin importarle que su vestido azul, se ensuciara.
—A mi igual pero... bueno. Sabes que fecha es ¿Verdad? — dijo sentándose a su lado.
—Sí. Hoy se vence la vigencia de la ley de emociones temporales y el líder de los alquimistas desea que continúe —dijo sin mantener contacto visual, mientras tomaba un puñado de arena.
—Tú debes decidir. Pero parece que todos se han adaptado bien a la ley y no hay intenciones de revocarla.
Quiso decir algo más, pero se detuvo.
La lluvia comenzó a caer, pero ninguno de los dos se levantó.
La arena comenzó a deshacerse en las manos de Keira y su cabello a empaparse. Levantó al fin la mirada y ambos se observaron, como si miles de palabras estuvieran clamando por salir de sus miradas.
—¡Nos empapamos! —dijo ella de pronto, parándose y tomándolo de la mano.
—Lo sé y yo debo irme.
Ella le soltó la mano y unas lágrimas comenzaron a empujar de forma ansiosa. Tragó con dificultad y escondió las emociones, bajo un manto de seguridad.
—No quisiera que te vayas ¿No quieres beber algo?
—Sí, pero no debo. Nos veremos luego, Keira.
Se alejó de forma fría.
Él sintió que la lluvia lo hacía sentir como pesado, como si el dar cada paso fuera un esfuerzo inmenso, pero lo sabía bien. Lo que le pesaba, eran sus sentimientos.
Keira entró apresurada a su casa y se quedó apoyada en la puerta, mientras se deslizaba, subía sus piernas y hundía la cabeza en ellas.
Su hermana, Lois, se acercó con una toalla y comenzó a secarle el cabello.
—¿Qué sucede, hermana? —preguntó con tono calmado.
—Steven, regresó ¿Lo sabías? —levantó la cabeza y la miró con la mirada llorosa.
Lois se puso a su altura. Tenía el cabello blanco también empapado y la mirada cansada.
—Sí, pero no quise decírtelo. No sabía tampoco que vendría a verte. Los vi en la playa.
—Vino porque mañana se renueva la ley, esa maldita ley —dijo con tono molesto.
—No sólo por eso, también vino a verte, hermana.
—Mentira y no quiero que venga así, prefiero verlo en las reuniones.
—Yo preferiría que seas honesta con tus sentimientos.
—¿Qué sentido tiene eso? No importa que sienta, no puede ser.
Lois quiso tomar su mano, pero Keira la apartó y comprendió que era mejor dejarla sola.
Al quedar sola, comenzó a llorar sin sacar la cabeza de entre las piernas. Sentía un dolor inmenso que cubría todo en su interior y por suerte sus sollozos, quedaron silenciados por los truenos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro