28. El precio de salvarlo | Parte 1
Durante media hora, cada uno de los cinco llevó a cabo su parte para plantar el teatro. Morlien aseguró que ya había trasladado lo imprescindible a un segundo salón, alejado del que veían, para no poner en riesgo la supervivencia del clan. Sin embargo, usó los minutos que quedaban para terminar la preparación de un ungüento para quemaduras que llevaban horas formulando. Sisko y Lumi escondieron diminutas esferas con combustible entre sus ropas y salieron con la excusa de buscar a Jlieen, que esa noche había llegado al cuarto mediante un túnel lateral y no había sido visto por los ojos que escudriñaban los túneles principales.
—No será fácil concentrarme contigo aquí —murmuró Jouko con la intención de no ser escuchado por Morlien.
—Al contrario —le aseguró Jlieen—, te ayudaré más de lo que crees. Solo cierra los ojos y respira.
Jouko no confiaba en sus palabras, pero obedeció. El aire que inhalaba se tornó seco, reactivo, móvil. Rozaba su piel con una consistencia impropia de su estado. Le recordaba a las descripciones de Perttu, a respirar en el desierto, a buscar la conversión. Permitía que el aire ingresara en sus pulmones y que impregnara su sistema de lo que fuera que Jlieen estaba encendiendo a su lado. Fue entonces cuando sintió el ardor. La picazón ascendía por sus orificios nasales y le arrebataba lágrimas aisladas que no conseguían descender por su rostro sin evaporarse antes.
—Estás en casa, Jouko —pronunció Jlieen con firmeza y suavidad—. Estás donde creas que es tu hogar.
No era cierto. Su hogar estaba con su familia, en Helsinki, pero Jouko se sentía en Asakem. Su piel quemaba como si el sol del desierto reconociera el fuego de su interior. Su alité palpitaba frenético a causa de la anticipación. Sonrió con los ojos aún cerrados; era la primera vez que se sentía en Alkaham.
—La magia de los aromas. Puedes estar donde desees, puedes estar con quien desees. Si no olvidas el aroma de alguien, esa persona vivirá contigo por siempre.
El aire de Alkaham. Su piel reaccionando a sus sentidos. Su estado de sintonía que le permitía prepararse con un aliklivá profundo y sólido. Levantó las manos del suelo y no necesitó abrir los ojos para saber que allí estaba su fuego.
Las llamas de Asakem.
Jouko era capaz de atravesar cualquier barrera con solo concentrarse. Se preguntó durante una fracción de segundo si ese nuevo estado lo ayudaría a alinearse con Perttu y si podría traerlo de regreso en caso de...
El fuego se extinguió. Cuando abrió los ojos vio a Jlieen oscilando un incensario frente a él. El humo rojizo lo envolvía.
—Puedes dar marcha atrás si lo deseas —le aseguró el aprendiz—. No es nuestra intención obligarte a seguir nuestro plan.
—¿Qué pasará con mis amigas si no lo hago?
—Es posible que sean juzgadas, sí. Como parte del tribunal, Morlien buscará que el castigo sea la expulsión en lugar del servicio. Por supuesto, sería desestimado por el vínculo.
—¿Qué vínculo? ¿Es su padre o un familiar cercano?
Jlieen suspiró. Estaban solos.
—Morlien es el responsable de ambas ante el clan. Lumi quedó huérfana de niña y los padres de Sisko se hicieron cargo de ella, por esto crecieron como primas.
—¿No será como hermanas?
—Primas. Políticas del clan que se relacionan con el tipo de unión que compartían los padres de Sisko. En fin, luego los padres de Sisko se entregaron al clan para ayudar durante una crisis sanitaria y ellas quedaron bajo el cuidado de Morlien.
—Entonces, si Morlien es como un segundo padre para ellas, ¿su intervención será desestimada porque asumen que mentirá para buscar el menor daño?
—Así es. Y si yo sirviera de testigo a favor de la imparcialidad de Morlien, que según nuestro código soy la única persona que puede hacerlo, me desestimarían porque mi relación con Lumi es pública. No hay nada que podamos hacer para intervenir. Si se las considera un riesgo, el clan creerá que el peligro que pueden ocasionar es mayor porque pueden influir en Morlien y en mí. Pueden influir en el área principal de nuestra cueva sin dedicarse a esta área del todo, sin pertenecer. No, el clan nos dejaría de lado por precaución. El exilio es la mejor salida para ellas, pero ante la perspectiva de que nuestro piso se incendiará... Cuidar los suplementos será prioridad desde esta noche. Es más probable que decidan que ellas serán parte de nuestras fórmulas si se quedan y no participaré en eso, Jouko. No voy a tocar un centímetro de ellas. Morlien me confesó que tampoco podría.
Había demasiadas cosas que no sabía de sus amigas. Jouko siempre había creído que eran primas de verdad, de sangre. Creía que sus respectivos padres las habían enviado a estudiar a Helsinki y se pusieron de acuerdo para que compartieran su hogar. Creía que de verdad estudiaban, que les costaba vivir en la capital del país. Todo lo que Jouko sabía de ellas era una mentira y no pudo evitar sentir la amargura de las mentiras que él había pronunciado. Aun así, ellas conocían a Senna y conocían a sus padres. La familia que Jouko les mostraba era real. Los conflictos mundanos de los que hablaba eran reales. Nada había de real en lo que él había oído durante años.
—¿Jouko? —La voz de Jlieen lo trajo a la realidad—. Ya casi es momento, pero me siento obligado a pedirte algo.
La sinceridad que hacía brillar sus ojos delató sus preocupaciones.
—Cuidaré de ellas, no te preocupes —prometió.
—Sé que lo harás sin que te lo pida. No, no es eso.
Jouko hizo silencio. Asintió despacio.
—Crecí con ellas, las conozco más de lo que conocí a mi familia. Sé que Lumi se sentirá traicionada por mí y sé que es cierto que Morlien y yo escondimos el plan porque sabíamos que no te traerían de saberlo. Nosotros no podemos salir, por lo que era la única forma de dar contigo y pedirte ayuda a cambio de haberte salvado. Sisko no habría accedido y Lumi habría intentado advertirte cuanto antes para formular un plan que resulte mejor que este, aunque sería en vano. Analizamos cada alternativa, créeme. —Suspiró y tragó saliva antes de continuar. Fue allí cuando Jouko entendió por qué jamás había sabido de su existencia—. Lumi sabe cómo manejar el dolor ajeno, pero se deja abrumar por el propio. Si siente que le mentí para usarla... Jouko, no siento que Sisko sea su mejor apoyo. Ayudará, como ayudó antes, pero las barreras de Lumi son especiales y sin poder hablar con ella me resultará imposible estar pendiente.
—No dejaré que algo malo le pase, aunque eso malo sea ella misma —lo tranquilizó.
Jlieen no lo escuchaba.
—Parecerá egoísta, pero no es su salud ni su propósito lo que más me preocupa en este momento. Es que deje de creer en mí, que me guarde rencor. Me desharía si pasa el tiempo y ella siente que la usé.
—En cierto modo, lo hiciste.
—Sí, en cierto modo, pero fue por su bien. No le gustará que use esas palabras, pero como futuro sanador sé lo que es mejor para ella. Estar aquí no lo es. Aceptar esa idea fue duro, pero será más duro si sé que no pude hablarle una vez que ella se sienta mejor al respecto.
—Y quieres que yo sea tu voz en ese momento, ¿me equivoco?
Jlieen sonrió.
—No te equivocas. —Buscó en su capa y le tendió una caja diminuta—. Dentro hay una flor que ella conoce, sabrá qué hacer en cuanto la vea. Esta flor la pondrá en contacto conmigo, pero puede usarla una sola vez. Te pido que se la des cuando creas que está lista para hablar conmigo una vez más.
Jouko cerró sus dedos sobre la caja en el momento en el que Morlien ingresaba de nuevo por la puerta lateral.
—Bien, se hará como se dijo —anunció—. Tú incendiarás el lugar a la altura del suelo, las llamas ascenderán con el eirhje que hemos mezclado con la tierra. Cuando sea el turno de la puerta, asegúrate de mantenerte concentrado en el suelo. Es lo que nos permitirá la expansión rápida.
La mirada de Jlieen seguía pendiente de la suya. Jouko le guiñó un ojo con sutileza y escondió la caja en un bolsillo.
—¿Valdrá la pena? —preguntó. Morlien se acercó a él mientras Jlieen se incorporaba—. Sisko y Lumi perderán el contacto con el clan, habrá pérdidas materiales, muchos nirtoati entrarán en caos. Ustedes se verán más limitados en el interior. ¿Que yo esté al tanto de la situación amerita todo esto?
Morlien asintió. La línea que se formaba en su entrecejo delataba que ya había sopesado las demás alternativas.
—Ellas necesitan protección. Son presas para cualquiera que las descubra. Tampoco están en posición de negociar si dieran con el colgante, no mientras no tengan un arma. Te necesitamos para poner la situación a nuestro favor. Lo que sea necesario para conseguirlo será un precio bien pagado.
—Además —agregó Jlieen—, estamos pensando en el clan a largo plazo. Los nuestros dejaron de buscar el colgante cuando los riesgos fueron mayores que las victorias, pero conseguirlo mejoraría nuestra calidad de vida. Nos daría una protección ante quienes quieran usarlo en nuestra contra.
Jouko asintió. No podía dar marcha atrás en un plan que llevaba tanto tiempo siendo gestado en esa misma habitación. Los hombres se despidieron de él con una inclinación de cabeza y desaparecieron tras la entrada lateral.
Podía tomarse algunos minutos para repensar su situación, aunque su tarea era clara y sencilla, al menos en apariencia: incendiar el lugar.
Se ubicó frente a la puerta y miró el suelo. Unió las palmas frente a su pecho y le pidió permiso a Surtsalièn para destruir el lugar más sagrado para los nirtoati que allí vivían. El fuego no tardó en surgir.
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