20. El susurro de Vanihèn | Parte 2
Lo único que habían tenido desde el principio se reducía a una lista de posibilidades, caminos inciertos que se veían afectados entre sí y que se abrían en más líneas sin que ninguna de ellas pudiera hallar el sentido correcto. Buscaban una respuesta sin conocer la pregunta y sus motivos para avanzar se sostenían en la idea de no abandonarse, de cuidarse entre sí. Habían notado que Senna, sin importar el alcance de su poder, las necesitaba, así como necesitaban de ella para protegerse de los peligros que algunos seres representaban. Tanja necesitaba el apoyo de quienes sabían parte de la verdad y Emma necesitaba saber que no abandonaba a quienes quería.
Se habían comprometido, de algún modo, a continuar en la búsqueda. Juntas.
Según los registros de Jaakko, el nudo caería en una península boscosa al suroeste del centro de Lohja, no lo bastante lejos de la zona poblada de la ciudad. Habían leído el procedimiento para acercarse al sitio de la caída sin que el poder de la red cayera sobre ellas, a una distancia prudencial para poder tomarlo una vez que tocara el suelo.
Emma abrió el libro por las hojas que Senna había traducido sobre el proceso.
—Tenemos que ubicarnos a diez metros de la zona de probabilidad para que no entremos en contacto —leyó—. El radio de la zona de probabilidad es de unos quince metros y se reduce a medida que se acerca el nudo.
—Espero que no caiga en el agua —murmuró Tanja—. Lo último que queremos hacer es tomarlo.
—¿Qué pasaría en ese caso? Si tuviéramos que tomar el nudo, una sola o las tres.
Senna se reclinó sobre el asiento, ocultándose de la mirada inquisitiva de Tanja a través del retrovisor.
—Hay especies que nacieron con la facultad de expresar su poder o afinidad desde que nacen, como en el caso de los kimiá —explicó. Su voz suave y pausada parecía ralentizar la velocidad del vehículo—. No sé por qué no manifestaste las habilidades de Jaakko aún, pero si algo te lo estuviera impidiendo, Tanja, el nudo podría acercarte a tu potencial. —Inclinó la cabeza para que Emma pudiera verla por el rabillo del ojo—. Los humanos en Alkaham son resistentes al sahar y al alité, imagino que si recibieras un impulso del nudo podrías adoptar algo de esta resistencia.
Las dos hablaron al mismo tiempo.
—¿Por qué no lo hacemos entonces?
—¿Qué podría pasarte a ti?
Decidió responderle a Tanja.
—Mencioné lo mejor que podría pasar en cada caso. Si tú no manifestaste la afinidad de tu padre para tratar la materia, puede que esté retenida por herencia materna y que recibir un nudo ponga tus naturalezas en conflicto, y podrías llegar a algo similar a un coma. Si tu falta de conexión con tu esencia kimiá se debe a algo que tu padre hizo para protegerte, como sugirió Minz, una fuerza más potente que la naturaleza de Lilja entraría en conflicto con el lado valokimiá que heredaste de Jaakko, y tomar el nudo profundizaría este desbalance.
—Más incertezas sobre las que tenemos que basar nuestras decisiones... —murmuró Tanja.
Emma puso la mano sobre el antebrazo de su amiga con calidez, y giró su rostro hacia Senna.
—¿Qué más?
—Contigo también sería incierto, pero tu riesgo es menor. Fluctuarías entre dos condiciones similares, puede que encuentres un punto medio estable o que osciles durante toda la vida. Lo crucial de exponerse a un nudo de la red es que no existe forma de revertir el efecto. Una vez que ese poder ingresó en alguien, nada lo expulsa.
—¿Qué podría pasarte a ti? —repitió Emma en un susurro.
«Lo peor», pensó.
El nudo en su pecho, su corazón y su alité se habían sincronizado por fin y el ritmo no se había alterado hasta que comprendió que no podría evitar aquella pregunta.
—Lo mejor que podría ocurrir, que es también lo más cercano a un imposible, es que el nudo me estabilice por completo en la llama rojiza de Asakem. Alternativas más probables son picos de actividad en el akmieele que podrían ser mejoras a mi estado o recaídas.
—¿Durante cuánto tiempo? ¿No te servirían los nudos que ya tienes para equilibrar?
—Estimo que durante más de un mes. Y no, no lo creo. El nudo que buscamos es nuevo, será recién caído. Podría prevalecer sobre los demás, no verse superado.
—Cuánta diferencia hay entre usarlo una vez que tocó la tierra y usarlo cuando sigue bañado en energía —reflexionó Tanja.
Senna podría haber tomado provecho de la ocasión y explicar que ni el aire ni el agua disminuían el alcance del poder del nudo porque eran sustancias a las que la misma red había estado expuesta. Podría haber mencionado las diferencias químicas más importantes entre su aire y el de Alkaham. Podría haber hecho de la conversación uno de esos momentos en los que ella les explicaba normas de su mundo y las extrapolaban a la Tierra, pero Emma continuaba mirando en su dirección.
—¿Y lo peor?
La espesura de los árboles indicaba que estaban cerca. Si extendía el momento, podía evitar la pregunta. Si dejaba pasar los segundos...
Tanja aceleró. Durante escasos minutos condujo en silencio, tan rápido como le permitía el límite de velocidad, y se detuvo con una maniobra brusca al borde de la vegetación. Revisó el seguro de todas las puertas desde un tablero.
—No vamos a salir hasta que sepamos todos los riesgos, Senna. —Giró hacia su amiga, con el cinturón de seguridad aún firme sobre su torso—. ¿Qué es lo peor que podría pasarte a ti? ¿Tomar el nudo podría matarte?
Lanzó una carcajada sin desearlo. Sonrió con los ojos cerrados, con la cabeza apoyada en el asiento. Inspiró profundo, hasta sentir que la paciencia de sus amigas estaba a punto de quebrarse.
—Hay otras especies, las que no manifiestan su poder desde que nacen. Los alkyren somos los únicos de la primera generación que necesitamos un rito de alineación con nuestro algam para que nuestro alité pueda expresarse. Antes de eso, el akmieele solo tiene funciones pasivas, de supervivencia. Si un niño alkyren tomara el nudo antes de su manifestación, la energía contenida haría que se manifieste su llama. Lo haría madurar. Si le ocurriera a un adulto... —La miraban expectantes, preocupadas. Estaban pendientes de ella y Senna decidió que atesoraría el instante en el que ambas parecían determinadas a tomar el riesgo en su lugar incluso antes de que terminara de explicar cuál era el riesgo. Veía en ellas la entrega, el sacrificio, y tuvo el impulso de tocarlas para saber que eran reales, que siempre habían estado a su lado y que podría haber confiado en sus amigas tiempo antes en lugar de esperar al momento más crítico—. Lo cierto es que no está comprobado y no se documentaron casos en los que ocurriera de este modo, pero podría pasar que mi alité tomara esta energía del nudo para usarla como se usó cuando se creó a la segunda generación.
—¿Serías parte elekiená? —dedujo Tanja, con la incertidumbre en cada centímetro de su rostro.
—No, no es mitad y mitad, es más bien un punto medio. —Suspiró—. En Alkaham nacieron tres especies con capacidad de raciocinio. Un dragón creó a los giakyren, luego a nosotros, y por último otro dragón creó una quinta especie. Luego se crearon dos especies más: elekiená y annoité. Siete especies entre las cuales casi todas son reproductivamente compatibles. ¿Me siguen?
Ambas asintieron, casi olvidando que el tiempo continuaba avanzando y que tendrían que estar cruzando el bosque.
—Los hijos nacidos de padres de especies distintas son híbridos naturales. Su expresión se ve tan disminuida que manifiestan solo una porción del poder de su progenitor con más capacidades. La naturaleza tiende a corregir estas anormalidades.
—Hablas como si no se tratara de personas reales —cuestionó Emma.
—Somos reales, no del todo naturales. Solo tres especies de siete no fueron creadas, recuerda eso. La naturaleza no sabe cómo debería resultar un hijo producto de un alkyren y un annoité, por ejemplo, por la simple razón de que no estaba en los planes de la naturaleza que existiera ninguna de esas especies, en primer lugar. Por eso los híbridos son llamados también aberraciones, porque están fuera de lo que nació espontáneamente y de lo que se creó a conciencia.
—El nudo te daría facultades de otra especie, ¿verdad?
Emma había seguido la línea casi al detalle.
—El nudo proviene de la red que se usó para crear la segunda generación. Los híbridos no naturales, que se forman por una interacción potente con la fuente principal de energía, mantienen la línea en la que se inspiró Kärkeieen. Es decir, yo, una alkyren, hibridizaría con la esencia de elekienákira, porque compartimos una correspondencia. En estos casos, la naturaleza no puede actuar por línea hereditaria porque no ocurren antes del nacimiento, por lo que la consecuencia más leve es la infertilidad. Las mujeres alkyren podemos tener hasta dos hijos, lo que en mi caso se reduciría a no tener ninguno. Pero dos generaciones correspondientes en un mismo cuerpo... Es algo difícil de equilibrar. Es doloroso. Es inestable. Y mi akmieele no está en condiciones de mantener el equilibrio entre dos poderes tan distintos.
—¿No se supone que son poderes complementarios? —señaló Tanja.
—Por eso mismo son tan diferentes. Los elekiená producen, los alkyren transformamos y dirigimos. El alité no está diseñado para producir desde nuestro cuerpo humano. Sería fisiológicamente imposible de no ser por la hibridación.
Emma alternó la mirada entre sus amigas con confusión.
—Espera —pidió—. Si no hay registros ni pasó antes, ¿cómo puedes saber que no lo resistirías o que esto podría ser una posibilidad incluso?
—Tendríamos que estar saliendo...
—Senna...
—De acuerdo, no hay registros oficiales ni de casos que se hayan dado por exposición voluntaria —aclaró. Tragó saliva antes de continuar—. Hay un diario, se llama «El documento de las almas sin perdón», que recopila estudios de una secta que se diluyó unas décadas después de su creación. Estaba formada principalmente por kimiá y elekienáhaja. Algunos dicen que había nirtoati implicados, pero es inimaginable que algún nirtoati se haya acercado a kimiá con esos ideales. Se sostiene mejor la teoría de que los kimiá se encargaban de la vivisección, disección cuando se excedían, y que sus conocimientos venían de su contacto con nirtoati. Hoy se los llamaría radicales, en esa época eran solo monstruos. Tomaban nudos, secuestraban seres de diversas especies, los obligaban a pasar por esta transición. Era tortura en vida, agonía indescriptible. De alguna manera se las ingeniaron para poner sus prácticas en palabras, para describir las diversas expresiones de dolor y hacerlas corresponder con un proceso en particular. Gran parte de los registros es pura ficción y se atribuye al estado mental que la misma secta propiciaba, pero se cree que la descripción de los procesos, de las mutaciones y de las torturas son lo bastante exactas como para confiar en que el contacto con un nudo que mantiene la capa externa activa puede llevar a una hibridación dolorosa e impredecible.
Ninguna fue capaz de hablar. Tanja apagó el motor en silencio y destrabó las puertas.
No se miraban. Senna comprendía que sus amigas no esperaban tomar el nudo, tampoco esperaban que ella lo tomara, pero podía oír cómo sus mentes se cuestionaban si debían continuar con aquello de todos modos.
—Si lo primero que toca es la tierra, estaremos fuera de peligro —les aseguró—. Y no podemos perder de vista que otros podrían tomar el nudo en nuestro lugar.
Su mirada se encontró con la de Tanja. Por fin lo había comprendido. La urgencia brillaba en sus ojos con un fulgor que Senna conocía más que nadie. Era la lucha de quien tenía algo por proteger, el valor de quien no se ponía en primer lugar.
Tanja había formado su idea sobre lo peor y Senna celebró ese miedo incipiente. El temor por los suyos era un combustible inagotable que la obligaba a luchar y su amiga había dado con la fuente.
La determinación en la mirada de Tanja marcó el momento en que Senna lo supo: iban a arrancar a Jaakko Virtanen de las manos de los elekiená aunque se perdieran en el intento.
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