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15. El peso de su debilidad | Parte 1

Habían dado las ocho de la mañana del domingo y sobre la mesa de la cocina yacían desparramados los documentos que Tanja había rescatado y el libro que habían hallado sobre el atril, que Emma se negó a dejar atrás. A un costado habían colocado una bandeja con pan blanco, miel y galletas. Emma permanecía en una de las sillas, atenta a la puerta, mientras que Tanja apoyaba su cadera sobre el borde de una mesa pequeña donde permanecían a la vista los frascos de especias y la caja de té. Senna cruzaba la cocina en línea recta, haciendo resonar sus talones sobre la madera del suelo. Las tres tenían una taza de café entre las manos, estaban descalzas y parecían no haber descansado, aunque sí habían dormido.

Por la noche, al llegar, Tanja había subido las escaleras para asegurarse de que Leena estuviera bien, Senna se había dirigido al ekrenso para confirmar que su estado no hubiera empeorado y Emma había trasladado los papeles al cuarto de Senna con la confianza de que estarían a resguardo allí. Al despertar, repitieron la rutina: Senna se dirigió al patio mientras Tanja revisaba si Leena continuaba dormida y Emma bajó los documentos para discutir cómo actuarían durante el desayuno, pero lo cierto era que ninguna sabía qué hacer a continuación.

—Teoría uno —repasó Emma en voz baja—: Jaakko necesita ayuda y quiere guiarte a donde sea que está. La descarto porque no tuviste más indicios de lugares y la única pista no fue directa, así que tu padre no te está hablando de lugares. Es decir, él sería más conciso si te estuviera hablando de algo que desconoces. Teoría dos: Jaakko quiere que mantengas la comunicación abierta.

Tanja sacudió su cabeza con energía.

—Teoría descartada. No voy a poner a mi hermana en peligro otra vez. Y si él sabe cómo funcionan sus llamados y quién lo tiene, debería contar con que no lo escucharé si otros pueden seguir el mensaje.

—Teoría tres: quiere que termines su trabajo. Otra descartada porque no sabemos aún cuál era su trabajo y él jamás te habló de esto. —Dejó caer la mano con la que iba enumerando las posibilidades—. Es insólito que no se nos ocurra una idea que no rechacemos antes de terminar de formularla.

—Puede que la respuesta está en qué esperaban de mi padre cuando se fue.

—No es una respuesta fácil de encontrar —dedujo Emma—. Por lo que sabemos, podría hasta haber trabajado en algo secreto y cuando alguien fue a retirarlo, se llevó también a tu padre para guardar el secreto y jamás encontraremos indicios sobre esa persona en particular.

—Quien sea que lo tiene, está pendiente de él —expresó Senna—. Les importa con quién se comunica y cuándo, mandan a un equipo multidisciplinario para reducir cualquier clase de poder que los enfrente, lo mantuvieron con vida. Si Jaakko hubiera hecho un único trabajo, ¿cuál sería el sentido de dejarlo vivir un año después? Esta gente necesita un beneficio y aún no lo tiene.

—Puede que su búsqueda del sucesor esté motivada por la posibilidad de que Jaakko trabaje con alguien más y consiga los resultados que esperan.

—¿No habías mencionado que los kimiá trabajaban solos? En ese caso, mi padre trabajaba solo, se comunica conmigo, que no soy su sucesora y no conozco nada de su mundo, y tampoco puedo ayudarlo a lograr nada. Quien sea que lo tenga está perdiendo el tiempo buscándome.

—Pero no lo saben —apuntó Senna. Después de dos conexiones con el ekrenso en menos de nueve horas estaba acelerada—. Empecemos de nuevo. Jaakko deja un mensaje en un relicario para sus hijos, de naturaleza también kimiá, pero oculta por alguna razón. El mensaje te pide que hagas algo y que lo hagas con urgencia. El relicario estaba en el mismo cuarto desde el que se accede a...

Emma se puso de pie en un instante.

—Jaakko no esperó a que Tanja estuviera en el sótano para notar el mensaje, ¿o sí? Ella lo recibió después, en su baño. Y luego aquí, en esta cocina. —Señaló el punto del suelo donde Tanja había despertado de su parálisis y la joven mantuvo su mirada allí, fija—. Que el relicario estuviera en el sótano fue casualidad y lo que acabamos encontrando pudo no ser lo que él quería que Tanja viera. —Volvió a sentarse, consciente de que había apartado del camino la única pista que creían tener—. Entendimos mal el mensaje.

Senna dejó de caminar. Sostuvo la mirada de Emma durante algunos segundos y ambas asintieron, dándose cuenta del error que habían cometido.

—Otra vez, empecemos de nuevo. —Emma tomó el último sorbo de café antes de proseguir—. Jaakko te pide que hagas algo, pero no te dice qué. Solo sabes que es urgente. ¿Qué podrías hacer tú que él esperaría que lo hicieras si se ausentara? Algo en lo que no habrías insistido salvo que él te lo pidiera, pero que él sabe que harías de todas formas.

—¿Hablar con mamá? Pero lo hice, no desistí, incluso discutimos el día del evento. Fuera de eso, no hay más cosas que haría si él desapareciera fuera de las obvias.

—Quizá se trate de eso, de preguntar —concluyó Emma—. Puede que lo que quiera es que indagues.

—Podemos buscar nombres de quienes hayan estado involucrados con él y tratar de descifrar el vínculo. Puede que así lleguemos a lo que él espera que descubras.

—¿Por dónde empiezo? ¿Tienen alguna idea?

Emma extendió sus brazos en dirección a los papeles que aguardaban sobre la mesa.

—Aquí tenemos un buen comienzo. La desventaja es que todo está en ese idioma, así que tú serás la que más pueda ayudar —agregó en dirección a Senna.

La joven asintió, convencida de que lo mínimo que podía hacer era traducir lo que tenían enfrente, y extendió su mano hacia el libro. La tapa de cuero había sido labrada y podía leerse el lema con el que habían abierto la entrada. Las aristas estaban algo gastadas, pero el estado general del libro se había mantenido con el tiempo. Era un recuerdo, uno preciado. Senna rozó la superficie con la yema de sus dedos y contuvo un grito de dolor. Se miró la piel enrojecida.

—¿Qué ocurrió? ¿Estás bien? —Tanja rodeó la mesa para contemplar su mano.

—Estoy bien —aseguró ella—. El libro está protegido de alguna manera. No puedo tocarlo.

—¿Puede tener relación con que tenemos naturalezas diferentes? Nosotras pudimos traer el libro sin problemas —dedujo Emma.

—¿Puedes tratar de abrirlo? —le pidió Senna—. Quiero ver cómo está escrito.

Emma respiró profundo antes de tocar la tapa. No sintió ningún peligro. Pasó las primeras páginas en blanco y le mostró el índice.

—Son las hojas. Están protegidas para que ninguna especie con alité ni rastros de energía pueda tocarlas, pero está escrito de forma tal que cualquier especie pueda entender lo que dice.

—¿Qué insinúas?

—No lo sé, Tanja. Siguiendo esa lógica, solo kimiá y humanos podrían tocar el libro, pero un humano no podría llevar a cabo ninguna de estas recetas.

—Si él trabajaba solo... ¿Crees que dejó este libro para sus hijos?

—No veo cómo deducir lo que mi padre esperaba puede hacer que entienda en qué pensaba antes de desaparecer, pero les diré qué pretendo con esto. Voy a leer todo lo que trajimos y voy a buscar a las personas que puedan saber algo. Especular sin hacer nada no hará que esto se termine más rápido.

No se animó a contradecirla, pero Senna sabía que era posible que no solo no acabaran rápido, sino también que no acabaran jamás. El secreto de lo que Tanja había descubierto sobre sí misma la acompañaría de por vida y ella aún no lo había asimilado.

Emma tomó una hoja en blanco y comenzó a copiar los símbolos de índice. Le entregó el papel a Senna.

—¿Lo hice bien?

Ella asintió con sorpresa.

—Te quedaron idénticos. Podemos empezar así, tú transcribes y yo traduzco de lo que avances. Tanja, no podrás tener nada de esto en tu casa, podría ser peligroso. Yo no puedo tenerlos aquí porque no podría mover el libro por mi cuenta, así que será mejor que Emma se lleve todo para poder transcribir el texto. ¿Estás de acuerdo?

—Sí, es una buena idea. —Dejó la taza de café vacía sobre la mesa y extendió sus manos hacia sus amigas. Las chicas las tomaron—. No sé cómo agradecerles que se involucren, pero sí sé que debo pedirles disculpas por la noche que vivieron. No sé qué habría hecho sin ustedes.

Senna no deseaba imaginarlo, pero si Tanja hubiera estado sola durante aquellos días, en un año su familia recordaría dos aniversarios en lugar de uno.

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