11. Los traidores deberían arder | Parte 1
Su espalda descansando sobre el ekrenso la instaba a regresar al interior de la casa, pero Senna necesitaba aplacar la ansiedad que no dejaba de crecer en su interior desde las últimas horas, y permanecer sentada sobre el suelo nevado controlaba el calor de su piel. Su mente había comenzado a trazar teorías que no podría comprobar hasta que su padre regresara y en cada una se definían los próximos años de su vida. Si, como imaginaba, Perttu había mantenido su buena relación con las autoridades giakyren para regresar a Alkaham con sus hijos cuando Sara decidiera que había tenido suficiente, necesitaba detenerlo antes de que fuera demasiado tarde. Su alité continuaba de un azul intenso, tan definido que disipaba cualquier duda acerca de su significado: le pertenecía a Vanihèn, era parte de los alkyren responsables de que la plaga de origen meieli se expandiera por el continente, era una traidora aunque los alkyren de Anukig se hubieran extinguido antes de que ella naciera. Las preguntas sin responder crecían como agujeros negros que tragaban las únicas certezas con las que podía contar, pero si se descubría su nueva condición antes de que fuera el momento, su padre podría ver frustrados sus intentos de regresar a su hogar, si es que era su plan. O bien Ensio podría contactar con algún giakyren para deshacerse de la responsabilidad que no era capaz de llevar, o quizá lo haría para obtener algún beneficio. Podía ocurrir que no la entregara y que intentara ayudarla, a fin de cuentas, él jamás sería bien recibido por los líderes de Alkaham por haber participado activamente en la caza de alkyren de Anukig, aquellos cuya llama brillaba tan azul como la de Senna, y no tenía nada que perder, excepto el respeto de otros cazadores. Esta idea era la que más la atraía, porque llevaba a su última teoría, una en la que no había podido pensar lo suficiente hasta ese día: era imposible que fuera la última.
La pertenencia alkyren se determinaba a partir de la región a la que respondiera su algam. A Senna, por ser la segunda hija, le habría correspondido ser aigam de su madre, pero Sara era humana y el examen giakyren reveló que no era apta para tomar aquella responsabilidad, que era tan corriente como la familia que la había albergado. Fue entonces que Ensio recibió la propuesta, y que aceptara trajo como consecuencia de que su alité se manifestara en el rojo de los desiertos del sur. Tanto ella como su padre y su hermano pertenecían a Asakem. Sin embargo, Senna no era madura como alkyren, no había expresado su cuerpo real, y mientras continuara en esa etapa de maduración, necesitaba un algam. Se negaba a creer que su alité había migrado sin la posibilidad de darle un mentor, pero, si existía algún alkyren de Anukig además de ella, encontrarlo estaba cerca de ser imposible.
Había pensado en más de una ocasión que el principal motivo por el que su debilidad había crecido a lo largo de los años era que su algam no era quien debía ser, y era en esos momentos en los que recordaba haber oído a Vesa reclamarle a su padre que hubiera tenido dos hijos en vez de uno. Golpeó su cabeza contra el ekrenso al notar que su abuelo lo había visto todo desde el primer día y deseó que pudiera decirle qué ocurriría esa noche cuando sus amigas llegaran, cómo reaccionarían y qué sería de ellas. Deseó ver la realidad tan clara como él la veía. Tan transparente.
La conversación con su madre solo había aumentado la ansiedad que sentía por la llegada de la noche. El destello de la decisión que había surgido en su mente se presentaba cada vez más nítido y lo único que podía asegurar era que no se sentía capaz de abandonar Finlandia. No con la posibilidad de que Jaakko Virtanen estuviera en peligro. No con la imagen de su madre viviendo sola en una casa que le quedaría enorme.
El sonido del timbre trajo sus pensamientos de nuevo a Helsinki, a las revelaciones que haría en la próxima hora, y descubrió, con un dejo de satisfacción, que su mente no había abandonado su situación en ningún momento. Pensar en Alkaham ya no significaba perder minutos de ensoñación tras los cuales le costaba volver a la realidad.
Al abrir la puerta principal encontró que Emma se había adelantado. La saludó con incomodidad, como si no deseara mostrarse en esa situación.
—¿Jouko está aquí? —preguntó en un susurro.
—Estamos solas —respondió Senna mientras se acomodaba en la sala—. ¿Cómo estás? Pensé que vendrías con Tanja.
—Iba a pasar por su casa antes, pero me avisó que era mejor encontrarnos aquí. Y lo cierto es que quería hablar contigo a solas.
Senna le indicó que tomara asiento, como si necesitara su permiso. Emma se ubicó en el sillón opuesto a ella y fijó la mirada en el suelo antes de comenzar.
—Quiero pedirte que tengas cuidado con lo que sea que digas hoy.
—No entiendo a qué te refieres —aseguró—. Sé lo que significa el mensaje del relicario, no voy a decir nada que no sea cierto y que ella no quiera saber.
—Cuando recibió tus mensajes, parecía que lo único en lo que podía creer era en lo que habías dicho por la tarde. Tanja le creerá a cualquiera que diga que su padre está vivo, pero cuando tú lo dices, de verdad confía. Y tengo miedo de que esta esperanza acabe por hundirla.
Entendía su preocupación y sabía que su traducción no generaría desconfianza por parte de Tanja, pero sí haría que Emma rechazara todo indicio sobrenatural que las envolviera, incluso cuando podría haber visto las lenguas de fuego azules danzando a su alrededor si hubiera llegado media hora antes.
—No te preocupes por Tanja. Ella estará bien.
El timbre sonó una vez más y no pudieron evitar mirarse a los ojos. A pesar de que la presencia de Emma allí no era la situación ideal que había imaginado para cuando Tanja por fin supiera sobre su naturaleza alkyren, no le disgustaba que estuviera con ellas. Incluso cuando había traído sus dudas y escepticismos a cuestas.
Tanja las saludó y se dejó caer sobre el sofá más próximo a la puerta. La urgencia se había apoderado de su expresión.
—Antes de explicarles...
—No —la cortó Tanja—. No quiero advertencias sobre lo que podría pasar, sobre que debemos mantener esto en secreto y que debemos considerar la posibilidad de que las cosas no salgan como esperamos. Estoy lista para ese discurso desde hace tiempo y quiero saber cuanto antes qué pasa.
El silencio las envolvió durante un instante. Emma intentó mantener la calma con sus palabras.
—A mí sí me gustaría oír la advertencia, a menos que sea exactamente lo que dijiste.
Senna contuvo un suspiro. No era buena como mediadora. Se quitó las botas y subió los pies al sillón, esperando mostrarse más relajada.
—Antes de explicarles qué imagino que significa el mensaje, quiero contarles cómo llegué a descifrarlo, porque cada paso es importante para llegar a lo que creo que puede acercarnos a la verdad sobre lo que ocurrió con Jaakko. —Había decidido expresarse en términos de probabilidad en favor de Emma, para no incomodarla. Sus amigas asintieron en silencio, atentas a sus palabras—. Existe una lengua primigenia a partir de la cual se originaron todas las variantes lingüísticas en un continente del que jamás oyeron hablar. La llamamos «aniah» en honor a quien sentó sus primeras bases, ya que esa palabra significa «que describe el mundo» y así le decían a este... ser. —No era capaz de decir que Kyrhoinën era un dragón, no todavía—. Yo conozco este aniah, que persistió a través de los siglos gracias al culto, al comercio y a que es la única forma de comunicarse entre quienes hablan dialectos derivados, y conozco también las variantes del aniah para un grupo en particular. En este punto es importante que acepten que estamos tratando con vida que proviene de otro mundo porque el mensaje del relicario estaba escrito en una de las variantes del aniah que desconozco.
—Senna, estás yendo demasiado lejos —advirtió Emma con la incomodidad haciéndose notar a través de su voz.
—Cuando vi el mensaje, no supe a cuál de las variantes del aniah pertenecía, hasta que di con información sobre la simbología de una especie en particular y de pronto el mensaje cobró sentido.
—¿Qué especie es esta? —indagó Tanja. Tal como esperaba, no dudaba de su relato incluso cuando mencionara que involucraba un nuevo mundo. En cierto modo, Tanja había esperado durante años por la historia completa. Desde que eran niñas había actuado como si Senna fuera diferente y ahora estaba acercándose a la verdadera razón.
—Se llaman kimiá. Trabajan mejor por las noches y tienen la habilidad de manipular cierta energía que contienen otras especies, es por esto que para muchos son un peligro. El mensaje de las paredes era de Jaakko porque maneja los mismos trazados y el mismo aniah que el del relicario, que era suyo, y eso me lleva a pensar que podría haber estado trabajando con un kimiá, o bien, que es uno de ellos.
—¿Lo crees posible?
La mirada de Emma alternaba entre sus amigas como si no creyera que ambas estaban tomándose la conversación en serio. Senna fijó su mirada en ella antes de responderle a Tanja.
—Es difícil que tu padre sea kimiá porque tú y tus hermanos también tendrían esta conexión con la energía. Habrían manifestado algún signo visible, él los habría preparado. Pero, por otro lado, llevo pensando en esto desde ayer y ahora encuentro que algunas actitudes, que en su momento había ignorado, encajan con la posibilidad de que él haya sabido de este mundo y lo haya ocultado.
Por ejemplo, cuando fingía no oír que a ella se le escapaban comentarios sobre Alkaham o cuando le aseguraba que él era capaz de aliviar cualquier malestar con hierbas. Mientras más lo pensaba, más se convencía, pero la humanidad en Tanja contrarrestaba cada sospecha.
—El mensaje del relicario es una llamada —continuó, ajena al efecto que tenían sus palabras—, él la había destinado a tus hermanos y a ti, por eso la fotografía. No puedo saber las condiciones que él definió para que el mensaje llegara a destino, pero si imaginamos que él sabía que algo ocurriría, se limitaría a las condiciones más sencillas: establecer un destinatario, indicar cómo se lo debe llamar y estar en presencia del elemento que habilitara la comunicación. Si él dejó estos mensajes antes de desaparecer, estamos viendo algo que lleva más de un año y continúa visible, lo que me da a entender que no es solo un kimiá; es lo que se llama valokimiá. Es una aclaración importante porque cualquier kimiá habría hecho que el elemento de conexión fuera la noche, porque sus capacidades se ven aumentadas por la noche, pero el kimiá que dejó estos mensajes podría usar cualquier elemento para enviar su mensaje. Los valokimiá pueden actuar en cualquier momento del día.
—Y si consideramos que intentó mantener las condiciones genéricas para asegurarse de que su mensaje fuera recibido, entonces habría buscado un elemento frecuente en Helsinki o fácil de alcanzar por sus hijos —continuó Emma, siguiendo su línea de pensamiento.
—Exacto. Es más probable que haya usado elementos afines al clan kimiá en general porque, si él pertenece, sus hijos serán más sensibles a estos estímulos. Podría ser el frío, las infusiones calientes, incluso el viento. No podría dar con todos los elementos posibles para probarlos porque no sé demasiado sobre ellos, pero sí puedo asegurar que el relicario contiene un mensaje que Jaakko desea que reciban. Cuando tu padre dejó este relicario, sabía que algo iba a ocurrir y se encargó de grabarlo con un mensaje que permanecería durante más de un año porque estaba seguro de poder notar cuando el mensaje fuera recibido, porque seguiría vivo.
—¿En eso te basabas para decir que está vivo? ¿En que asumes que está esperando una respuesta? —Emma no se contuvo esta vez. Había oído con atención cada una de sus palabras y se había guardado las preguntas para el final.
—Confío en que un kimiá lo bastante hábil como para dejar un mensaje en polvo que no se pierda después de un año puede hacer un sistema de comunicación que se pierda una vez que él no pueda recibirlo. Sigue siendo una interpretación de los hechos, pero es mejor que nada. Y la prueba definitiva será si Tanja responde al llamado del relicario, porque ahí sabremos si la comunicación sigue vigente y si Jaakko vive.
Tanja se puso de pie y señaló la cocina sin mirar a ninguna de sus amigas.
—Voy por un vaso de agua, ya regreso.
Cuando estuvieron solas, Emma continuó.
—No puedo tomar en serio todo lo que dices, Senna. Lo siento.
—¿Notaste que ninguna pudo entrar al sótano como entraríamos a cualquiera otra habitación? —Su amiga asintió, aún sin convicción—. Podría ocurrir que el sótano haya estado protegido alguna vez y que queden vestigios, o que se lo haya tratado para hacer en él una protección leve pero persistente. Un kimiá está involucrado en este asunto y va a ser difícil entender qué rol tenía Jaakko mientras Tanja no pueda hablar con él.
—¿Cómo estás segura de que él es una de estas personas y no que conoce a alguien? ¿De verdad vale la pena tratar de convencer a Tanja de la existencia de un mundo diferente cuando su familia está quebrada?
—Los kimiá, en especial los que tienen más capacidades, trabajan solos —respondió Senna, intentando ignorar la última pregunta. Ella sabía de familias rotas y estaba segura de que la solución para ella no estaba en Gianos. No esta vez—. Si un kimiá estuviera involucrado con Jaakko, sería porque Jaakko le resultaría de utilidad. En ese caso, alguien estaría al tanto de su desaparición. Si este kimiá hubiera dejado los mensajes, habría intentado acercarse a los hijos de Jaakko para darles el mensaje de su padre. Pero, al mismo tiempo, si Jaakko quisiera dejar un mensaje que perdurara mientras él no está, ¿por qué lo dejaría a sus hijos, si existe alguien capaz de darle una ayuda real?
—¿Y qué tal si el mensaje es una despedida? ¿O qué tal si le pidió a este kimiá que dejara un mensaje para sus hijos porque no confiaba en él?
—Hay una puerta en el sótano, Emma. En la pared hay un código de apertura. Si Jaakko no confiaba en este supuesto kimiá, ¿por qué le habría dado acceso a su familia y a su hogar?
Emma suspiró. Había comprendido el punto por fin.
—Jaakko no es ingenuo ni descuidado. No habría permitido nada de eso.
El teléfono de Tanja, dentro de su bolso, había comenzado a sonar.
—Además, volviendo al asunto de la puerta, si Jaakko estaba al tanto de su existencia, tendría que saber cómo abrirla y qué hay del otro lado.
—Es decir, tendría que conocer este idioma del que hablas.
El aparato se detuvo. Al instante, comenzó a sonar de nuevo. Emma se levantó y lo buscó.
—Es Leena. Se lo alcanzaré y regreso. —Salió dejando a Senna en la quietud de la sala, preguntándose si valía la pena esforzarse para convencerlas. De pronto, gritó su nombre con urgencia.
Senna se incorporó de inmediato y fue a la cocina. La puerta que daba al patio trasero estaba abierta, el aire frío se había impuesto a la calefacción y Tanja estaba en el suelo, rígida, con el relicario en su mano. Se habían preocupado tanto por explicar la realidad de Jaakko que habían olvidado que lo más importante para Tanja era saber si alguien esperaba una respuesta, si alguien seguía allí.
Cerró la puerta trasera y subió la calefacción. No estaba segura de que funcionara lo que tenía en mente, pero era su única alternativa.
—Emma, busca unas mantas en mi cuarto. Lo más abrigado que encuentres.
Era consciente de que había dejado los libros de su hermano a la vista, pero no era el momento para preocuparse. Su amiga subió las escaleras corriendo y en menos de un minuto regresó con dos frazadas. Las arrojó sobre Tanja y Senna la hizo girar para que su cuerpo no tocara el piso de forma directa. Mientras Emma intentaba hacer que Tanja entrara en calor más rápido, ella había triturado entre sus manos hojas secas de arindo, que ayudarían a debilitar la conexión.
—Ponla de costado —le pidió.
Dejó que el polvo cayera de sus palmas al oído de Tanja. Lo tapó con el índice y murmuró sin apartar la vista de joven, con los labios rozando su mejilla.
—Que las alas de Kyrhoinën traigan desde la costa el aire que respirarás, que el verde de sus escamas se refleje en tus ojos abiertos, que sus corazones despierten el tuyo. Que su alité se imponga a la conexión que te agobia y que la autoridad de Kärkeieen te permita marchar.
De los labios de Tanja emergió un sonido entrecortado, agónico. Emma se acercó para oírlo mejor y notó que una lágrima se había deslizado por su nariz y había caído al piso. El teléfono, abandonado en el suelo, volvió a sonar. Senna rechazó la llamada entrante y esperó a que el tiempo pasara.
Cuando Tanja fue capaz de hablar nuevamente, aseguró que no había intentado comunicarse, que solo había pensado en él como si estuviera junto a ella.
—Lo sabemos —le aseguró Senna—. Ni tus hermanos ni tú sabían del mensaje en aniah, no podrían haber establecido una comunicación pensando en hacerlo. Es parte de lo que dice el mensaje, que él esperará a que se den las condiciones, pero da a entender que no lo manejarán ustedes.
—¿Lo oíste? —quiso saber Emma—. ¿Te dijo algo?
Tanja asintió. No parecía decidida a hablarles de lo que había ocurrido, pero acabó por convencerse.
—Esta no fue la primera vez. No sabía qué había provocado la primera, pensé que había sido el estrés que acumulaba, porque fue el martes, pero cuando dijiste que sabría si está vivo por la conexión, supe que tenías razón. —Se puso de pie. Apenas tambaleó—. No son palabras, pero recibo sensaciones. El martes fue alivio, reconocimiento, había algo de calidez, pero ahora sentí urgencia. No sé qué espera de mí, pero espera que lo haga rápido.
—Esto es demasiado... —murmuró Emma. Se desarmó la trenza en la que había recogido su cabello y comenzó a armarla de nuevo.
—¿Qué debo hacer si está vivo y esperando? ¿De verdad es... lo que dices que es?
Senna dudó. Podía responder que, si Jaakko no pertenecía al clan kimiá y solo tenía algún contacto, ese contacto debía estar cerca de él para que la comunicación funcionara. Al menos, es lo que sugería el material de Jouko. Pero ella había conocido a Jaakko, había crecido cerca de él. Desde que había considerado la posibilidad de que estuviera relacionado con algún kimiá, cada vez se convencía más de que él era uno de ellos. Tenía sentido con su trabajo, con su personalidad, con lo que transmitía. ¿Cómo podía explicárselo a sus amigas sin tener que demostrarles que todo aquello era real, que ella misma era real, que su esencia podía manifestarse a través de una representación que ahora la marcaba como traidora? ¿Cómo hablarles de Alkaham sin explicarles que estaba transitando una crisis sobre su pertenencia y sin agobiarlas con lo que ella estaba viviendo?
—Las líneas de polvo en el sótano formaban el principio de un código. Es una frase que, al parecer, estuvo implicada en partes importantes de la historia kimiá. La frase está incompleta y encontré registros de portales antiguos escritos de esta forma, por lo que pienso que es una puerta. Si es lo que imagino, allí está lo que tu padre esperaba que alguno de sus hijos encontrara.
—¿Qué crees que sea? —musitó Emma.
Tanja buscó el teléfono, que estaba sonando otra vez, y atendió la llamada de su hermana.
—Lo cierto es que ni siquiera sabemos qué ocurre. No estoy familiarizada con la cultura kimiá, todo lo que averigüé para llegar a algunas conclusiones salió de alguien más y dudo poder indagar más sin revelar a dónde estamos yendo.
—Tengo que ir a casa —anunció Tanja de pronto. Había cortado la llamada y estaba buscando su abrigo—. Leena lleva escuchando ruidos en la casa y está sola. Le dije que se escondiera en el sótano.
Senna apagó la luz de la cocina antes de salir y se puso el abrigo sobre los hombros. Se calzó las botas.
—Vamos contigo.
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