Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

08. Lo que en verdad habría deseado | Parte 1

Los golpes suaves en la puerta delataron quién llamaba. Lilja cerró el cofre de madera tallada que tenía entre sus manos con premura y lo guardó en el último cajón de su chifonier. Alisó los pliegues de su pantalón y pretendió estar colocándose las hebillas en su cabello antes de responder al sonido que aguardaba su invitación.

—Puedes pasar, Leena.

La menor de sus hijas giró el picaporte con la suavidad que la caracterizaba, aquella que había heredado de su padre y que ninguno de sus hermanos poseía. Tanto Tanja como Mikko reflejaban la prisa de su madre, su espontaneidad mal calculada, su necesidad de inmediatez. Leena, en cambio, parecía llevar en sus células la calma y la seguridad de Jaakko, su control. En sus ojos brillaba el conocimiento y con sus palabras nacían los temores de aquellos incautos que osaran oír. Y la pausa natural en cada movimiento de su hija le recordaba que ninguno de los tres le pertenecía, que la ausencia de su marido solo había desenterrado una verdad que había deseado rechazar desde el principio, que había soñado con vencer y ante la cual había sido derrotada en cada oportunidad: sus hijos no eran suyos, no de la manera que deseaba.

Leena la saludó con una media sonrisa.

—El equipo de maquillaje está abajo, esperando. ¿Les digo que pueden empezar o que te esperen a ti?

Podía pedirle que tomara las riendas de los últimos preparativos mientras ella le daba su cierre personal a la noche, pero se sentía incapaz de delegar la responsabilidad en Leena, que jamás había recibido de su parte un encargo relacionado con la firma, cuando ella podía responder por la situación sin mayores complicaciones. Desvió su mirada hacia el cajón, sentía cómo la madera ardía por el contacto con sus manos.

—Tanja está en su cuarto y Mikko salió a buscar a Emma, no tardarán en regresar. Pero, si lo necesitas, puedo ofrecerles un té mientras esperan a que te alistes, así Tanja no tendrá que hablar por ti.

Lilja deseó agradecer que alguien pudiera percibir sus necesidades sin obligarla a formular cada sentimiento que la recorría, pero que fuera Leena quien traducía sus reflexiones a palabras solo fortalecía aquella voz que gritaba en su interior proclamando que no era tan buena madre como había deseado, como había jurado ser.

—No es deber de Tanja responder ante cuestiones de planificación del evento. No voy a presionarla, significa demasiado para mí que haya accedido a ser parte de este día y estoy expresando mi gratitud dándole el espacio que necesita.

—Lo sé, las oí hablar hace un rato. Tus paredes son muy finas, mamá.

Si ella no fuera hija de Jaakko Virtanen, habría ignorado que sus palabras escondían un segundo mensaje. Si solo hubiera sido el comentario de cualquier adolescente, lo dejaría pasar sin dedicarle más de un segundo, pero se trataba de Leena, y ella era la imagen de su padre en cuerpo y espíritu —no, no en espíritu—, tal como él le había prometido que sería tantos años atrás.

Lilja disimuló un escalofrío.

—Y tus oídos, muy grandes. ¿Qué hacías escuchando conversaciones ajenas?

—Quería relajarme con un tratamiento facial y el silencio me molestaba. Oí las voces y no pude concentrarme en nada más, lo siento. —Desvió el rostro ante la mirada firme de su madre.

La mujer se sentó sobre su cama desarreglada y le hizo una seña para que se acomodara a su lado. Rodeó a su hija con un brazo y dejó en su sien un beso fugaz que no llegó a marcarla con labial bordó.

—Me expresó sus miedos con respecto a la cena y me pidió que fuera cautelosa con los rumores, porque le dañaría saber que en mi afán por progresar algo no salga como lo planeamos. Le prometí que iría con cuidado y que no olvidaría a tu padre este día. Ahora, si se te escapa decir lo que oíste, al menos podrás justificarlo diciendo que te lo conté.

Leena sonrió con complicidad. Sus ojos reflejaron aquella curiosidad sana que también brillaba en los de Jaakko y Lilja contuvo un suspiro de derrota.

—¿Vas a decirme cuál es tu verdadera intención detrás de todo esto o seguirás dejando que adivinemos?

—Mi única intención es avanzar, Leena. Esperé durante un año y ningún investigador pudo discernir si había sido una desaparición forzada o se había marchado.

—Pero es más probable lo primero. Papá no se iría sin hablar con nosotros.

«No se iría sin hablar contigo», pensó Lilja.

—La probabilidad es mayor, sí, pero no hay nada que nos conduzca a él, ningún mensaje de quien podría retenerlo, nada que nos sirva. Intenté más de lo que ustedes podrían comprobar y es tiempo de que retome mi carrera y espere a que lo que ocurrió esa noche caiga por su propio peso. No hay nada que pueda hacer para atraer esa información.

—No es lo que le dijiste a Tanja —le reclamó Leena. Sus ojos vagaban de un modo peligroso por los cajones de su chifonier—. Ella no sabe que estarías dispuesta a seguir buscando si tuvieras algún indicio.

—No tiene que saberlo. Pero el equipo de maquillaje sí debe saber que en unos minutos estaré con ellos. ¿Podrías ofrecerles algo de beber mientras?

La joven asintió y salió del cuarto con la misma calma con la que había entrado, como si su cuerpo fuera incapaz de reflejar que habían mencionado un tema que Lilja se había prohibido hablar con sus hijas más que para lo fundamental y del que solo Mikko estaba al tanto, al menos, hasta donde podía saber.

Buscó la caja una vez más. La abrió y desenvolvió el diminuto frasco de vidrio para contemplarlo por última vez durante ese primer año sin Jaakko. El movimiento de las partículas formaba diminutos remolinos a través del cristal y enturbiaba el líquido, que, según la luz, variaba del celeste más claro al verde más opaco. Lo aferró contra su mejilla.

—Te perdono si tú me perdonas —musitó.

Colocó el frasco de Jaakko en su sitio y desprendió el fondo falso del cofre para descubrir tres frascos similares, más pequeños y con un líquido violáceo y espeso en el que se distinguía la turbidez inalterable alrededor de las pestañas que ella misma había colocado allí. En cada tapón estaba escrito el nombre de uno de sus hijos.

—Y ustedes no necesitarán perdonarme, porque lo agradecerán.

Dejó todo en su sitio, más segura de lo que había estado hacía unos minutos. Lilja jamás arriesgaría a sus hijos a una realidad desconocida en la que serían perseguidos a causa de su naturaleza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro