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32. Planes

Planes

Volví a casa definitivamente después de eso. Mamá dijo que no quería que estuviese vagando por ahí cuando un loco quería matarme y, cuando papá llegó a casa, él también me pidió que me quedara, que harían todo lo posible para ayudarme a salir adelante. Les recalqué, por las dudas, que no pensaba seguir con tratamiento psicológico y ambos me aseguraron que me creían, que me apoyarían.

Con esa tranquilidad, con la seguridad de mi familia otra vez, y después de bañarme y ponerme ropa limpia y seca, hablé con Luca sobre lo sucedido y también con Edén y Nora.

Esta última me dijo que dudaba que él fuese a acercarse pronto al ver lo que yo podía hacer y también se mostró muy interesada en la conversación que tuvimos.

—Sí está haciendo un círculo —le aseguré, por mensaje de voz—. Me nombró como la número cinco. No pudo fingir que no había matado a Penélope también.

«¿Le hiciste daño también? Porque me gustaría ver su sangre» —dijo Nora.

Hice una mueca antes de apretar el botón para grabar el audio.

—¿Su sangre? ¿Qué cosas de brujas extrañas harás?

Su respuesta no tardó en llegar y ella estaba muy pero muy paciente conmigo. Supuse que, por su tono, estaba bastante comprensiva después de que quisieran matarme otra vez. Además, se notaba que la idea de que lo hubiese lastimado le agradaba por razones obvias.

«Algo parecido a lo que va a hacer él. Pero con su sangre, puedo saber más. Quizás hasta dónde está».

No sabía si eso debía interesarme o no, pero por las dudas no seguí preguntando y me aseguré de revisar bien la lapicera y envolverla en un papel. Por supuesto, todavía tenía sangre y si ella la necesitaba, se la darían sin dramas.

Antes de la cena, le avisé a mis padres que iría a buscar mis cosas a la casa de Luc y que viajaría por los techos, lejos del alcance de los asesinos, por lo que tuvieron que quedarse callados y aceptarlo. Apenas llegué a la casa de mi novio, vi que tenía la ventana abierta, esperándome.

—¿Irás a la casa de Edén hoy? —me preguntó, cuando entré.

Me eché a sus brazos y lo abracé fuerte. Después de pasar tantos días con él, estar lejos por unas horas me parecía una eternidad. Además, pasó tanto en ese pequeño lapso que terminé extrañándolo el doble.

—Sí —respondí, mientras él me apretaba con fuerza también—. No creo que se acerque hoy a lo de ella, pero... Nora estuvo cuidándola todo el día y ahora me toca a mí.

—No deberías haber estado sola —me susurró, apoyando el mentón en mi hombro. No me soltó ni un poco.

—Él solamente iba a abordarme cuando estuviese sola —le recordé, con tranquilidad—. Pero no tenía miedo, descuida.

—Pero te lastimo otra vez, tienes que ser más cuidadosa, Serena —Solo entonces me alejó, para levantarme el vestido que llevaba y no porque quisiera verme desnuda. Buscó la herida en mi piel, donde solo quedaba una fina raya rosada—. No está bien cicatrizado —rezongó.

—Le quité energía a él y luego mamá me prestó un poco. No era una herida profunda, no tuvo tiempo de planearla.

Me agarró de la mano con firmeza y con una expresión enojada me llevó a la cama.

—Tenemos que ocuparnos de eso —me dijo, como si me fuese él mismo a curar las heridas con un botiquín de primeros auxilios. Me entré a reír porque íbamos a hacer de todo menos eso—. No te rías —me retó, cuando me paró junto a su cama.

—¿Cómo no voy a reírme si la idea de que me beses me causa histeria y bobismo crónico? —bromeé, echándole los brazos al cuello—. ¿Me ayudas? —añadí, casi con un ronroneo.

No podía evitarlo. La situación era seria, pero si siempre que necesitaba recuperarme nos poníamos calientes, ¿quién podía culparme?

Luca sonrió y estrelló su boca con la mía. El subidón de energía fue inmediato y no corté el contacto ni cuando estuve segura de que no quedaría ni una cicatriz de mi reciente herida. Él me abrazó con fuerza y al final me empujó lejos, tratando de respirar, porque sí que quería asegurarse de que estuviese sana.

Bufé, pero no me quejé cuando volvió a levantarme la ropa y me pasó los dedos por el vientre.

—¿Qué tal está, eh? —le dije, deseando que me tocara un poco más solo para divertirme un poco, pero Luca simplemente me bajó el vestido con una sonrisa.

—Todo bien, amor. Pero no me gustaría tener que besarte cada vez que alguien te apuñala, ¿podemos cambiar eso? —añadió, pellizcándome la mejilla—. ¿Quieres que vaya contigo a lo de Edén?

—No hace falta —repliqué, alisándome el vestido y apartando todas mis ideas lujuriosas de una vez por todas. En verdad, verdad, tenía que concentrarme en lo primordial—. No creo que él se presente hoy. Está herido y débil. Le voy a entregar la lapicera a Nora y evaluaremos si es necesario que nos quedemos haciendo guardia o no.

Todavía con su mano en mi mejilla, él borró su sonrisa.

—Me gustaría no ser confiado, como tu dices. Pero te vendría bien dormir, en tu cama. Cómoda y segura, para variar.

Me estiré para darle un beso en el cachete y traté de tranquilizarlo con otro abrazo. Eso me preocupaba igual que a él; después de lo de Penélope no quería confiarme, pero sabía que él no estaría en condiciones de pasar por los hechizos de Nora, meterse en casa de Edén y llevársela o matarla allí mismo. Edén tenía a toda su familia alrededor, sería una locura y terminaría preso, además. No podría terminar su ritual.

—Todo estará bien —le prometí, pero refiriéndome a esa noche en particular nada más.

Nos despedimos con otro beso y salté de la ventana esta vez con mis cosas. Fui derecho a la casa de Edén, donde me encontré con Nora, sentada en la puerta comiendo un par de galletas caseras que seguramente le había ofrecido la mamá de mi amiga.

Levantó la mirada de su teléfono cuando me notó cerca y casi que me sonrió. Casi.

—¿Tienes la lapicera? —fue lo primero que me dijo.

—Hola, buenas noches —ironicé, en respuesta—. No, sí, la puñalada dolió, pero estoy bien. Por suerte se la devolví, eh.

Nora extendió la mano hacia mi y apretó los labios. Capté que estaba esforzándose para no reír y le salía tan mal que su rostro usualmente bello y perfecto estaba contorsionado. No me dijo más nada así que saqué la lapicera del bolsillo de mi vestido, envuelta cuidadosamente, y se la entregué.

Apenas la tuvo entre sus dedos, abrió el pequeño paquete, emocionada ahora sin poder ocultarlo y revisó las pequeñas gotas de sangre seca que quedaban en el extremo de la pluma.

—Esto va a estar genial —musitó—. Lo haré esta misma noche, espero que nos diga algo de él. Sobre todo... si dejó un rastro de sangre que seguir.

—No fue una herida profunda —le recordé—. Le clavé la lapicera en el brazo y nada más.

—Pero seguirá sangrando por varias horas —dijo, agitando la mano en mi dirección, restándole importante—. Si no nos da su ubicación actual, al meno sabremos donde estuvo. También sabré si es un brujo.

Arrugué la nariz, no muy segura sobre eso.

—No tenía idea de cómo estaba con vida. Si él fuese un brujo, ¿no hubiese sabido qué era yo?

Esta vez, ella me miró de lleno.

—Lo más probable es que pudiese tener una idea de lo que eres. A menos que sea un brujo sin educación. Ya sabes, muchas personas nacen brujos y no lo saben porque sus familias se han separado o han sido abandonados. Pero... en verdad no se hubiese acercado a chequear qué diablos pasaba con la chica muerta si tuviese una formación. Cualquier brujo que sepa de hechicería y haya estudiado los libros en su familia, sabría que eres un Daevitaen. No hay muchas opciones, porque es obvio que no eres un zombie ni un vampiro de sangre literalmente. Para el primero, deberías estar pudriéndote y bajo la orden de una bruja... Y para el segundo tendrían que haberte mordido.

La miré, absorta y sin saber qué decir durante unos cuántos segundos. Ella hablaba de todo eso con tanta naturalidad que estuve a punto de gritarle que realmente era una friki psicópata, pero como de verdad era una bruja, una en serio, tenía todo el sentido del mundo.

—Ah, claro, es bastante obvio —repliqué, adoptando la misma postura.

Nora me sonrió con cinismo, sabiendo a lo que jugaba.

—Ese es justamente el problema de los Daevitaen. No reciben ordenes de nadie, no importa quién los haya creado. Los vampiros, responden a su creador vampiro. Los zombies, a las brujas que los trajeron a la vida. Si quieres eliminar el problema, debes eliminar al creador. En tu caso, al tuyo no puedes eliminarlo porque es un espíritu que ya está muerto.

Sacudí la cabeza, exasperada de pronto. Ya íbamos a empezar con ese temita de que era peligrosa, y bla, bla, bla. No tenía ganas de entrar en ese tema.

—Bueno, bien, lo que sea. ¿Entonces crees que es un brujo o no?

—Si lo es, no es uno educado porque no te reconoció. Si le robaste energía, eso lo dejará más asustado hasta que pueda averiguar qué eres y como detenerte. Si llega a tener acceso a un libro de clanes, lo sabrá al final, créeme. Pero si no es un brujo, no encontrara información de ti en ningún lado. Lo único que sabe es que eres vulnerable a los cuchillos, pero tiene que acercarse demasiado a ti para ello.

—Vendrá a buscarme al final —resumí, después de sus conclusiones—. Primero irá por Edén porque sabe que su vida peligra si tiene que acercarse tanto a mí.

—No vendrá hoy ni mañana, lo que puede darnos tiempo a rastrearlo. Está herido, debilitado por el robo de energía y seguramente muy perturbado por ti. Además, frustrado. La mayoría de los asesinos se sienten frustrados cuando la victima les devuelve el golpe.

Asentí, muy de acuerdo con eso. Este podía ser un asesino especial que hacia rituales satánicos, pero era muy calculador y listo. Se había mostrado ante mi porque mi existencia lo había sobrepasado, no entraba en sus planes ni en sus razonamientos lógicos. Más frustrado debía estar aún a sabiendas de que su presa era más fuerte que él y que podía resistir un cuchillazo a costa suya.

—Los de golpes que le esperan —musité.

Nora se puso de pie, agitando las manos para desprenderse de las migas de galletas. Guardó el paquete con la lapicera muy bien en su mochila y se alistó para irse.

—Solo una cosa... Si esto no llega a funcionar, si no podemos rastrearlo, tendremos que pensar en otra cosa para atraerlo. Me parece interesante lo que dijiste de la noche de Halloween. Hablaron con Casandra y ella dio una lista de nombres. Ese es un buen lugar para obtener información y, sobre todo, información que esté más del lado de la muerte que del nuestro. Ella y las demás pueden ayudarnos a conocer exactamente qué tipo de ritual esté haciendo.

Apreté los labios e hice una mueca. Eso había sido una casualidad, ¿quién decía que podíamos contactarlas tan fácilmente y más después de casi un mes? Quizás Cassandra estaba alerta porque hacia poco que había fallecido.

—Pero... —dije, continuando con mis pensamientos más que respondiendo a la sugerencia de Nora—. Ella aún debería estar en el limbo.

—Su alma tiene que estar atrapada porque es parte de una entrega —me respondió—. Y yo puedo contactar a las almas adecuadas sin problemas. Si tuviésemos un objeto de ella, sería un contacto más apropiado y duradero, pero... podemos resolverlo.

—No creo que queden cosas de ella en su lugar de muerte. En el nuestro, quiero decir. A las dos nos mataron en el mismo lugar. Fui dos veces después de su muerte, pero de ella no hay nada. En cambio, sí está mi bota, la que perdí ese día.

Nora se quedó pensativa un momento, mordiéndose el labio inferior y mirando fijamente a la calle.

—Pensaremos en algo. Hasta mañana.

Se alejó caminando y celebré que al menos fuese educada como para despedirse. Me quedé allí un minuto más antes de tocar el timbre y esperar que el hermano de Edén me abriera, sorprendido por la hora. Lo aclaré fácilmente diciéndole que mi padre me estaba esperando en el auto y que necesitaba darle algo de la escuela a mi amiga.

Ella acudió a la entrada y cuando nos dejó solas, me preguntó cómo estaba de la herida.

—No te preocupes, hoy estarás a salvo.

—Me alegra que se la hayas devuelto —me dijo, abrazándome—. Se merece más cosas, pero algo es algo.

—Lo mataré, eso sin dudas —respondí, cuando nos separamos, como si estuviésemos hablando casualmente de lo que almorzaríamos al día siguiente. Tuve que admitir que me sorprendió que Edén no reaccionara de mal modo ni nada por el estilo. No había pasado ni una semana desde que estaba metida en esto y no tenía problemas para aceptarlo.

Le sonreí y le pedí que se quedara en casa, muy segura y que me avisara para recogerla para ir al colegio. Después, me marché a casa y me reí por lo bajo al ver la cara aliviada de mis padres cuando me vieron ingresar por la puerta como persona normal. Les di un gran abrazo y me metí en cama, feliz de haberla recuperado como todo lo demás en mi vida, aún cuando eso no hubiese terminado.

Admitir que me daba curiosidad lo que Nora pudiese hacer con sus hechizos no era algo difícil, pero, obviamente, no lo haría delante de ella. Llegó a clases al día siguiente con una medida sonrisa y nos citó en la puerta de la casa de Edén para después de la escuela. Como no podía contarnos delante de Caroline y Cinthia qué era lo que había obtenido de la muestra de sangre, era la mejor opción.

Pasé la mañana casi mordiéndome las uñas. Ya no tener que ver contenido en las clases hacia la hora mucho más larga cuando esperas algo emocionante o novedoso al salir, por lo que no presté atención a los juegos de mis compañeros ni cuando mi profesora de Química me llamó para preguntarme cómo es que me había sacado esa nota terrible en el examen final.

Me tuvo sentada, hablando con ella un largo rato, sobre mis posibilidades para no llevarme la materia a diciembre, pero le contesté monosílabos. Lo que pasara con las materias no me importaba en absoluto y la docente lo notó.

—Serena, ¿es que no te importa?

—En este momento, si tengo que serle sincera, no —contesté y logré molestarla.

—Eso es una falta de respeto, ¿te das cuenta?

Me quedé callada mientras ella me refregaba en la cara lo insolente que había sido mi respuesta. Pero no iba a defenderme ni a excusarme. No iba a replicar el cuento de que casi había sido violada para zafar de esa situación, como había hecho en semanas anteriores. Si la profesora no lo sabía, no era mi problema y la verdad es que no tenía ganas de hacer perdurar el tema.

—Sí tengo que rendirla en diciembre, lo haré —le respondí—. No es un buen momento para mí —me limité a decir un momento después, porque me dí cuenta de que al final ella sí esperaba una excusa.

—Bien, creo que debería hablar con tus padres —Estaba enojada y también estaba siendo arrogante y dura con una alumna que mantenía un tono neutro pese a los retos. Eso debía sacarla de quicio.

Me encogí de hombros. A mis padres les preocupaba mi tatuaje mágico, mi herida mágica, que no me fuese de casa otra vez y que mi asesino no apareciera de nuevo.

—Está bien. ¿Puedo volver a sentarme?

Hizo un gesto desdeñoso, pero asintió. Cuando me senté al lado de Cinthia, ella estaba preparada para decirme que le había respondido muy mal a la docente y que seguro me iba dar problemas.

—El año ya terminó, Cin —le recordó Caroline—. Venimos a la escuela aún porque se supone que debemos. No hay más contenido que dar, ya estamos graduados. Si luego tiene que rendir una materia en diciembre... no será problema para Serena.

—Me da igual —contesté—. No es mi mayor preocupación, en serio.

Mis amigas se pusieron a discutir entre ellas sobre qué era mejor, sobre la responsabilidad y sobre la graduación, mientras Edén y yo cruzábamos miradas cómplices. No pasó más nada hasta que salimos del instituto y Luca y yo acompañamos a Edén a casa, tomados de la mano, oficialmente de novios para todo el mundo.

Nora nos encontró en la puerta, como había prometido y me devolvió la lapicera/puñal con naturalidad. Los tres nos acercamos a ella, ansiosos por respuestas o cualquier cosa que la sangre de mi asesino pudiera resultarnos. Pero Nora arrancó con la mala noticia:

—El rastro que dejó es muy pequeño. Va de aquí a Hochtown pero ni siquiera se acerca al descampado en el que te asesinaron —musitó, sacando un libro enorme de su mochila que debía pesar como diez kilos. Las hojas amarillentas tenían los bordecitos aplastados y, en algunos sitios, chamuscados—. No me dio un lugar fijo. Fue hasta que él dejó de sangrar.

Un poco decepcionados, hundimos los hombros. Sin embargo, Edén y yo estábamos curiosa por su libro. No lo hubiese sacado de no tener más qué decir.

—¿Y entonces? —le dijo mi amiga.

—No nos dará un lugar donde encontrarlo, pero si una zona, si es que no se alejó más ya. Por eso... estuve buscando hasta la madrugada algo que nos pudiese servir —Abrió el libro por donde estaba marcado con una gruesa cinta roja y empezó a marcar con el dedo índice, mientras nos sentamos en la escalera de la casa de Edén, en silencio y muy atentos—. Se me ocurrió que podemos atraerlo aquí con un hechizo con lo que queda de su sangre. Sabiamente, la dividí en dos para hacer las distintas pruebas, así que me sobra un poco, lo suficiente quizás como para atarlo a un objeto que nosotros tengamos y que pueda llegar a tener relación con él. Por eso, quería hablar con ustedes. Necesito algo de tu muerte, Serena.

Nos quedamos viéndola un momento, algo estupefactos. La curiosidad dio paso al abrumo. Durante un segundo, boqueé como un pececito buscando oxígeno.

—¿Qué cosa...?

Nora me observó con impaciencia.

—Algo de tu muerte —repitió—. Algo que tu tuvieras cuando él te asesinó, porque es algo que tenemos y que está relacionado directamente con él. ¿Entiendes?

—Te refieres... ¿a algo como su bota? —dijo Luca, agarrándome la mano de pronto, quizás pensando que hablar de eso podría afectarme. Pero lo cierto es que después de haberlo visto en persona, ver lo humano que era, ya no me afectaba en lo absoluto.

—Podría ser, ¿su bota...? ¿La tenías puesta ese día? —contestó Nora, girándose hacia mí.

—Una de mis botas quedó en el descampado. He vuelto por ella varias veces —le expliqué, apretando la mano de Luc en respuesta—. Tocarla me hace volver a detalles, cosa que no me pasa con la ropa que quedó conmigo una vez reviví y llevé a casa.

Ella apretó los labios y reflexionó un momento, mientras seguía pasando los dedos por las hojas de ese viejo libro escrito a mano. Su tinta se estaba desvaneciendo en algunas partes.

—Sucede que los objetos que pertenecen a la persona asesinada siempre guardan ecos. Podría pasar con cualquier cosa de las demás chicas, sin contar a Edén porque no murió. Lo que podría explicar que la bota que quedó allí tenga un eco y el resto de tus cosas, las que te llevaste a casa después de eso, no, es que con ellas reviviste. Porque imagino que si la bota quedó ahí, no la tenías puesta cuando la muerte te trajo de vuelta —Negué y ella sonrió, satisfecha por sus razonamientos—. La bota podría servir, pero quizás nos serviría más las prendas que tenías puestas, ¿qué tal la camisa o camiseta que tenías? Debe estar muy asociada a él porque el cuchillo tuvo que haberla tocado.

Hice memoria de ese día. No siempre era sencillo, pero gracias a mi tan nombrada bota, tenía un par de cosas un poco más claras. Él me había rasgado la camiseta antes de apuñalarme, así que el cuchillo no había entrado en contacto directo con ella; pero sí sus manos, él la había tocado.

—Sus manos si tuvieron contacto. No el cuchillo —le aclaré—. ¿Te sirve?

—Sí. Con eso y lo que queda de su sangre podemos decidir a donde queremos atraerlo. El hechizo tiene como objetivo acercar a una persona a un punto en específico. La persona no sabe porqué siente necesidad de ir a tal lugar, pero lo hace. El único inconveniente será que estará inquieto y seguramente mantendrá su actitud de ahora, errático y oculto.

Mientras hablaba, se me ocurrió el lugar perfecto. No lo dudé ni un solo momento, pero mantuve la boca cerrada hasta que pudiese estar segura de lo que Nora estaba diciendo. Deseaba estar en lo correcto.

Entonces, Edén carraspeó.

—Ok, pero... ¿y si es un brujo y se da cuenta?

Nora sonrió anchamente.

—No lo es —declaró, encantada—. Su sangre no ha demostrado ninguna casta. No tiene idea de nada, más de lo que pueda llegar a saber de rituales y cosas paganas, pero no brujería de verdad. Por lo tanto, aunque él sepa que Serena no es normal, no sabrá cómo defenderse de ella y mucho menos sabrá que lo estamos atrayendo con magia.

—Pero notará algo extraño... Es decir, quizás lo llevamos a un punto en donde él no tiene porqué estar y no le encontraría motivos —debatió Luca, pero ahora yo sí estaba segura de que mi propuesta era perfecta.

—Lo llevaremos a un sitio que sí es importante para él, porque lo ha elegido dos veces —me metí, soltando esta vez su mano y poniéndome de pie—. Lo llevaremos al descampado de Hochtown y, si él es como nosotros creemos, una persona que se frustra rápido, que le molesta que le superen, debe estar muy afectado por mi golpe, porque sigo viva y porque no puede acceder a Edén, de modo que llevarlo ahí solo aumentará su estado de vulnerabilidad. No entenderá porqué se siente atraído hacia la tumba de dos de sus víctimas, pero si llega a preguntárselo, creerá que es algún tipo de debilidad.

Nora chasqueó los dedos y también se puso de pie, sosteniendo el enorme libro del tamaño de un pekinés con una sola mano sin esfuerzo. Quizás las brujas, con su libro mágico, también era super fuertes.

—¡Exacto! Tengo que admitir que, aunque no me agradas, me gusta como piensas —me dijo y me pareció el mejor halago que recibiría en mi vida de su parte, por lo que le sonreí en respuesta—. El tipo está corto de tiempo, tiene que resolver todo en un mes. Le quedan dos víctimas con vida y no entregarlas a tiempo podría suponer un castigo terrible de parte del demonio que esté invocando, si es que es un demonio —dijo, cerrando su libro y caminando por la vereda muy convencida de lo que estaba diciendo, a su pesar—. Una de sus antiguas victimas no es normal y no tiene acceso a la otra por razones que no comprende, lo cuál puede estar haciendo mella en su psiquis, tal y como dices —añadió, apuntándome con el libro—. La mente de este tipo de personas ya está dañada, solamente hay que echarle leña al fuego y aumentar su psicosis de modo que sea predecible y que cometa errores. De igual modo... eso es lo que hice contigo —admitió después y Luca casi que gruñó.

Sí, yo me había dado cuenta de sus intentos por hacerme la vida imposible y afectarme de cualquiera manera. Pero, en ese momento, me parecía que no venía al caso discutir por ello.

Entonces, Edén apretó los labios, considerando algo que ni Nora ni yo habíamos planteado en ese rato.

—Lo que también lo volverá más violento. La desesperación lo hará así.

—Pero no podrá tocarte —insistió Nora—. Aún cuando te expongamos frente a él, para matarte deberá usar el cuchillo, aún tenga su sangre. Arriesgarse a usar un arma de fuego para este tipo de rituales... Mmm, no, tendrá miedo de echar a perder su trabajo si no lo hace de la forma tradicional. Y, además, puedo hacer otro hechizo para que no pueda herirte con nada a distancia. Y Serena es inmune a las balas. Así que solamente tenemos que cercarlo.

Luca también se puso de pie, con mala cara, y supe que estaba a punto de poner muchos peros. Para mí, el plan era perfecto y aunque me sorprendía estar de acuerdo con la friki, deseaba ponerlo en marcha ya mismo.

—Así todo suena muy fácil y bonito, pero eso significa que Serena tiene que acercarse a él para matarlo. Tiene que estar cerca de él, lo que podría lastimarla otra vez.

Su rostro evidenciaba molestia y la molestia era para Nora. Me imaginé que pensaba que ella estaba siendo poco considerada conmigo por su desprecio hacia mí, sin pensar en los peligros a los que me estaba arriesgando. Y sí, me parecía que tenía razón en eso, que Nora no se preocupaba realmente por mí, pero de igual modo, era la única solución.

—Luc, si lo planeamos bien, él no tiene porqué estar armado. Además, tiene que ser muy rápido para lastimarme tanto como para matarme esta vez —le recordé, acercándome para abrazarlo por detrás. Le pasé los brazos por la cintura y le di un beso en la mejilla. Él se relajó entonces, aunque siguió torciendo el gesto—. Esta vez me tomó desprevenida y su navaja era más pequeña que la que usó con Edén. Ni siquiera pudo apuntarme bien.

Edén suspiró cuando Luca no contestó, porque él se resistía a darme la razón, y al final pareció tener la última palabra.

—¿Queremos que nuestras almas vayan al infierno? No —se auto respondió—. ¿Queremos que siga matando? No. ¿Queremos saber qué hizo con las demás y encontrar a Penélope? Sí. ¿Queremos verlo gritar y retorcerse en el piso cuando Serena le rompa los huesos? Pues muchos sí. De modo que no hay más opciones. Ella tiene que matarlo y para eso tiene que estar cerca, Luc. Y estoy de acuerdo en que usar un revolver con él sería un desperdicio de pólvora cuando se merece un poco de tortura.

Empecé a reírme. Nora enarcó las cejas, mirándola con un poco de sorpresa por su terrible mente homicida, y Luca hizo una mueca.

—Está bien —admitió, levantando las manos en señal de redención, por lo que aproveché para abrazarlo un poco más fuerte—. Yo también quiero ver como le rompe los huesos. 

¡Otro capítulo más!
En la encuesta del capitulo anterior, la ganadora fue la opción C ♡
De nuevo, este capítulo no tiene una escena y ustedes podrán elegirla:

-Serena, Edén, Luca y Nora discuten el siguiente paso (A) GANADORA

-Serena le muestra la herida a Luca (B).


Ahora si, las preguntas del día:

¿Qué piensan del plan que han gestado Serena y Nora? ¿Creen que a pesar de sus diferencias ellas están entendiéndose bien?
¿Porqué creen que Luca se muestra tan arisco con Nora y tan reacio a creer en sus planes?
Los leo!

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