Nico lloraba.

  Su frágil figura se mantenía adherida a la madera de la cabaña color carbón, su espalda pegaba directamente a los fríos tablones de madera y el viento se llevaba sus lágrimas tan pronto abandonaban su barbilla.

  Sus hombros se incorporaban y retrocedían constantemente, su cuerpo entero estaba temblando mientras sollozaba en silencio. Mantenía sus dientes bien enterrados en su labio inferior en un intento de callar sus gritos desgarradores de dolor, la sangre ya se formulaba debajo de las blancas perlas debido a lo mucho que éstas se incrustaban en la suave piel.

  La luna resplandecía sobre su cabeza, bañándolo en una luz plateada y cremosa mientras que los distantes ecos de gente llamando su nombre se volvían más cercanos.

  Estaban buscándolo, lo habían estado haciendo desde hace horas. Pero eso no importaba, no quería verlos. No quería ver a nadie, en especial a Percy Jackson.

  Ese chico no sabía cumplir sus promesas, no había podido cuidar de su hermana, ¿y quería dejarlo a cargo de proteger su corazón? No, eso no iba a pasar.

  Se quedó dormido sollozando contra la cabaña color obsidiana, la nieve acúmulandose sobre él mientras que la luna se escondía detrás de la costa y el sol ascendía por el lado contrario en el horizonte.

  Cuando Will lo encontró estaba hecho una bola en el suelo de madera, abrazándose a sí mismo y titiritando por el frío.

  Aún así se veía adorable.