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Reto #9

SenioritaRMDeJeon

Georgia se encontraba en un bonito restaurante, rodeada de rizas y voces alegres. La mesa, adornada con flores frescas y platos exquisitos, reflejaba la felicidad de la ocasión. Fabrizio y Sofía, su hermana mayor, estaban en el centro de atención, sus rostros iluminados por la emoción de su compromiso reciente.

Mientras todos brindaban y compartían anécdotas, Georgia sentía cómo el aire se volvía cada vez más denso a su alrededor. La alegría que impregnaba la habitación parecía asfixiarla, cada carcajada resonaba como un eco vacío en su mente. Observaba a su hermana y su prometido, radiantes de felicidad, y no podía evitar sentir una punzada de envidia, tristeza y culpa.

Fabrizio tomaba con cariño la mano de Sofía, un marcado contraste con cómo la tocó a ella en aquel club nocturno. Donde un encuentro casual y varios tragos terminaron con ambos encerrados en un cubículo de los baños.

Los besos habían sido desesperados y llenos de pasión, mientras que sus manos recorrían su cuerpo con un desenfreno que la llevó al borde de la locura. La manera en que la había tocado despertó cesaciones que jamás se imaginó podían llegar a sentir. Todo aquello solo dio como resultado un abrasador fuego dentro de su cuerpo, y que incluso en ese preciso momento, dentro de su vientre bajo, volvía a manifestarse.

Georgia sacudió con fuerza la cabeza, tratando de alejar los pensamientos pecaminosos qué invadian su mente, y una nueva hola de culpa la asaltó por desear al prometido de su hermana. Pero no podía evitar el ardiente deseo en su interior.

Se puso de pie sin decir una sola palabra. Esquivo como pudo a algunos comensales y casi chocaba con un mesero, pero apenas prestaba a atención a eso. Se sentia abrumada por sus propias emociones y necesitaba escapar cuanto antes. Y la soledad que encontro en los baños para damas le supo atractiva para ordenar el lio en su cabeza y sobre todo en su corazón, y para fortuna de Georgia, no había nadie.

Abrió el grifo del lavabo para lavar primero sus manos y después mojar su rostro. El agua fria le ayudo a despejar su mente y a calmar el calor en su interior. Repitió de nuevo el proceso escuchando levemente como alguien había entrado al baño. No le presto mayor atención asta que escucho el asentó italiano del hombre que altaraba cada parte de su ser.

—¿Todo bien Georgia?

Se giró bruscamente y sintió cómo el aire abonaba sus pulmones. Se llevó una de sus manos mojadas al pecho.

—¡Fabrizio! ¿Que haces aquí? —Exclamó sorprendida.

Él levanto las manos como gesto de disculpa, pero su rostro mostraba una despreocupasion que molestaba a Georgia. ¿Por que se comportaba de aquella forma después de haber traicionado a la mujer que decia amar?

—Te levantaste sin decir nada y parecias estar muy mal. Solo queria asegurarme que estuvieras bien.

—¡Este es el baño de mujeres! No puedes estar aquí —le reprendio, pero su tono de voz no era tan firme como le hubiera gustado—. Y se supone que debes estar con tu prometida

—Tu también deberías estar con en la celebración. ¿O acaso no estas contenta por el compromiso de tu hermana?

Aquello toco una fibra sencible en Georgia. Se había estado haciendo la misma pregunta desde aquella noche donde Fabrizio le dio el mejor orgasmo de su vida. No podia negar que el italiano tenia un encanto, inteligencia y su ascento italiano le daba puntos extras para tener a sus pies a cualquier mujer con ojos en la cara, incluida a ella.

¿Sentía celos? Tal vez. ¿Tenia envidia de su hermana? La verdad era que sí. ¿Sentia algo por Fabrizio? Suspiro con fuerza. No había una respuesta a esa pregunta, y tampoco queria buscarla por miedo a lo que encontrara.

—Regresa a la mesa Fabrizio. Nuestras familias haran preguntas y...

—Pues aquella noche en el club no pareció importarte eso. —Respondió con una sonrisa ladino.

Se acercó a la puerta del baño y ante los ojos confusos de Georgia le puso el seguro a la puerta. La expresión de sorpresa en el rostro de la chica le causa una risa a Fabrizio.

—Tranquila, Georgia. Solo quiero hablar contigo sin interrupciones.

Ella dio un paso atrás mientras Fabrizio se hiba acercando levemente a ella. La tensión en el aire era casi palpable, y aquello le estaba dificultando respirar a Georgia.

—No hay nada que hablar, aquello fue un error y...

Fabrizio se acerco lo suficiente y con ambas manos cubrio por completo sus caderas y la acercó a su cuerpo. Georgia sintió su calor corporal y la dureza de sus músculos y sintió sus defensas flaquear.

—Pues aquel fue el error mas placentero que he sentido en toda la mía vida. —susurro sobre su oído.

Su voz era unos tonos mas ronca y grave que de costumbre. Aquello le arranco un suspiro que expresaba de forma implícita su deseo por él. Hizo un último intento por retroceder, llevando su mano a su pecho para intentar alejarlo.

—Eres el prometido de mi hermana.

—Así es, y a ella la quiero mucho. —Sus labios acariciaban levemente el lobulo de su oreja—. Pero a ti te deseo con cada fibra de mi ser.

Dio una larga lamida en la oreja de Georgia que la hizo jadear y apretar sus manos en puños. Su mente era un enrredo total. Su parte racional le gritaba que debia empujarlo y salir de ahí cuanto antes. Pero aquella parte fogosa y caliente de ella, le rogaba que se quedara para volver a sentir a ese maravilloso hombre de vuelta en su interior.

La respiración de Georgia se descontroló cuando su labios se cirnieron sobre los de ella sin ningun cuidado. Era un beso desenfrenado, llevado unicamente por el deso de sentirse mutuamente. Cerro los ojos y se dejo llevar, el deso había ganado la batalla y llevo sus manos a si cuello y enrredo sus dedos en su cuello dispuesta a disfrutar de aquel encuentro al máximo posible.

Fabrizio apreto con fuerza sus caderas y la atrajo contra si, haciendole sentir su creciente ereccion contra sus muslos con descaro. Sus besos descendieron en un camino humedo asta su cuello, sabiendo donde besar y lamer para hacer gemir con cada vez mas fuerza Georgia.

Tomo sus muslos con sus fuertes manos y después de acariciarlos los tomo y la levanto para sentarla sobre los labavos. Se sitúo en medio de sus piernas y regreso a reclamar sus labios, esta vez con mas exigencia y su lengua se volvio menos delicada. Se alejo solo un poco, la respiración de ambos era entrecortada.

—No sabes cuanto había querido repetir esto —le susurro con los dientes apretados por la urgencia que sentía.

Sus manos se metieron debajo de los olanes de su falda y con la maestría que ya había mostrado le quito las bragas a Georgia. Se sentia perdida en un mar de deseo y anhelo. Después el llevo las manos a sus pantalones de vestir, primero quito su cinturon y luego los desabrocho. Libero aquella importante erección que la hizo gemir por la anticipación.

Georgia levanto la mirada y se encontro con los ojos oscuros de deseo de Fabrizio. Le abrío un poco mas las piernas, con una caricia subio asta sus caderas y con un lento empujón se introdujo en su interior. Georgia gimió de placer y encajo sus uñas en los hombros de Fabrizio. Él apreto la mandíbula y siseo.

—Tan deliciosa como te recordaba.

Él intensificó el movimiento de sus caderas y sentía que el placer inundaba cada una de sus terminaciones nerviosas. Arqueó su espalda y enroscó sus piernas alrededor de su cintura, y en aquella posición lo sintió entrando más profundamente. Jadeó y se retorció de placer, deseando que terminara con aquella dulce tortura y a la vez deseando que nunca acabara.

El sudor cubría el pecho de Georgia como pequeñas perlas, al igual que la frente y el cuello de Fabrizio. Los gemidos de Georgia se intentaron, un aviso que le hizo saber a Fabrizio que estaba cerca del orgasmo. La explosión llegó de forma violenta y arrasadora. Se sentía cayendo por un abismo sin final. Y profirió un grito tan fuerte que Fabrizio tuvo que cubrir su boca con su mano mientras su cuerpo se sacudía en fuertes convulsiones.

Fabrizio se apretó contra ella, sus ojos se cerraron con fuerza y de lo más profundo de su garganta un hosco sonido que vibró en todo el cuerpo de Georgia.

—Georgia… Georgia…

Repitió su nombre una y otra vez, mientras un temblor demoledor lo sacudía por completo. Y su rostro se contrajo por el fuerte placer que sentía. Una vez que todo hubo acabado. Recargaba su frente en el hombro de Georgia, su pecho subía y bajaba con violencia buscando recuperar la normalidad de su aliento.

Mientras tanto, Giorgia parecía perdida en sus pensamientos. El placer que había sentido se estaba disipando a una velocidad impresionante, dando paso a la culpa. Había caído nuevamente. Había traicionado por segunda vez a su hermana, y lo que la hizo explotar en llanto fue darse cuenta de que lo había disfrutado, y que quería más de esas cesaciones que Fabrizio le hacía sentir.

Él levantó su rostro, sus cejas fruncidas y su rostro contraído entre la confusión y la preocupación. Alzó la mano y acarició el rostro de Georgia, un gesto cariñoso que solo la hizo llorar más fuerte.

—Hey ¿qué pasó? ¿Te lastimé?

—¿Cómo puedes ser tan estúpido? —Lo empujo con fuerza, casi lo hacía caer. Bajo de los lavabos y se volvió a colocar las bragas—. Acabo de traicionar a mi hermana, ¿acaso no te importa el dolor que esto le causará cuando se entere?

—Tranquila, Georgia. No hay necesidad de alterarse, esto no es gran cosa.

—¡Para mí si lo es! ¡Acabo de acostarme con su prometido, el amor de su vida! ¿¡Acaso no entiendes el gran daño que le íbamos a causar?!

Esta vez su grito fue tan fuerte que logró estremecer a Fabrizio. Se quedó quieto, su mirada vacilando entre el rostro de Georgia y el suelo. No sabía cómo reaccionar ante esto.

Georgia soltó una riza amarga, limpiando un poco las lágrimas de su rostro.

—No, claro que no lo entiendes porque eres tan malo como yo que solo le importa satisfacerte.

Caminó decidida a la salida del baño, escuchando cómo Fabrizio la llamaba desesperado, más con miedo a que le contara a Sofía sobre lo que acababa de pasar.

Se acomodo los pantalónes y salio corriendo tras Georgia. No se preocupo en peinar su cabello o limpiarse el sudor. Pero cuando salió, se topo con Georgia, temblando por culpa de los sollozos que se escapaban de sus labios.

Georgia observaba desde la distancia a su hermana, quien estaba radiante y feliz por su reciente compromiso y la inminente boda. Su sonrisa era amplia y su felicidad abrumadora, sin saber que en secreto, su prometido ya había pasado un momento íntimo sin ella. Georgia sentía una mezcla de celos, culpa y tristeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, consciente de que había provocado un secreto que pesaba en su corazón y que amenazaba con destruir a su propia familia.

Estaba atrapada en un dilema, enfrentada a una decisión que podía cambiarlo todo. Por un lado, guardar silencio y dejar que su hermana continúe feliz y completamente ajena a la terrible verdad, confiando en el amor de su prometido, aunque él la había traicionado con ella. Por otro lado, confesar la verdad y arriesgarse a despertar un dolor abrumador en su família y en su hermana, destrozando la felicidad que ahora la envolvía.

La decisión sobre qué hacer con el secreto pesaba sobre ella como una roca, y aún no sabía cuál sería el futuro. ¿Sería capaz de sostener la verdad o sucumbiría a la tentación de revelarla? Pero una cosa era segura, nada volveria a ser igual que antes ni para ella ni para Fabrizio. 

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