SOLEDAD.
Cuando abres los ojos a una realidad, nuestra realidad, el sentido de todo lo conocido ha cambiado. Dejas atrás un pasado "glorioso", y caes en el hoy real.
¿No fueron honestos? Esta es la pregunta que me hago. ¿Tú también te la has preguntado? ¿O solo soy yo quien sobrepiensa las cosas?
Si no comprendes mi pensar, ¿por qué mejor no te sientas y me escuchas?
Abre tus oídos a lo que diré ahora:
Sembré muchas semillas en un día de sol, y vi la perspectiva de una de ellas. Creció, sí, lo hizo con entusiasmo; vio el mundo brillar y con esa luz se alimentó para florecer.
Se rodearon juntas, y sus raíces se extendieron por el suelo, creando así un nuevo cielo. Y, así como empezó, dio también por terminado aquello que le hizo soltar sus pétalos, cambiándolos por un nuevo ciclo. Una a una, se fueron distanciando, llevándolas a todas por distintos caminos. Empezaron a notar sus diferencias en comparación con sus raíces viejas.
Cuando la primera sacó sus raíces del suelo, caminó hasta sembrarse lejos, llevando con ella a muchas otras, y en cuestión del acto, como una pequeña decisión que afecta a lo demás, las flores se distanciaron.
Mi pequeña flor quedó sola. Me afligí al verla ahí, con sus pétalos tristes, su tallo ya no más de color vivo, sino opaco como la brea y la noche. Tuve miedo por ella, ¿acaso moriría?
Llevé mi mano al corazón y solté una lágrima de cristal, todo por verla ahí, existiendo. Ya ni siquiera respondía. Se ocultó tras las sombras, mientras las demás seguían su ciclo como si la separación no les hubiera afectado. Pero alguien como yo no podría unirlas. La vida no funciona así.
Cuando me acerqué aquella mañana, dispuesta a regar sus pies para sanarla, me dijo: "No lo hagas, Maggie, ¿acaso serviría de algo que estés aquí, intentando animarme? Mírame, no hay nadie, ¿por qué tendría que vivir entonces? No tiene sentido la vida si no tengo ni con quién compartirla".
Qué flor tan hermosa para un ciclo tan frustrado, pensé yo. Ella no me quería cerca porque no tenía a los suyos. Menos a alguien como yo, porque mi existencia la vio nacer, pero no permite que se acerque nadie más. Pues, según ella, no es digna de ser amada, a pesar de mis intentos por convencerla.
Y se encerró en aquel pensar, a pesar de que el sol brillaba para ella. Pero él también se cansó y extendió su luz a las demás. Viendo esto, mi pequeña murió desolada. Ya ni cómo revivirla. Solo sigo esperando que su esencia regrese a la vida otra vez, y esta vez, dejaré que crezca sola, y que pueda observar por sí misma que la única que puede destruirse es ella misma; no necesita a las demás para lograrlo.
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