Aquí también me encontré yo, en aquel lago de emociones. En aquel profundo y oscuro fondo, también fue difícil salir, también batallé contra mareas de pensamientos, contra las olas de mis emociones que se devolvían en mi contra. Comprendo, no es fácil salir de ahí.

¿Por qué mis propios pensamientos me atormentan por la noche?, ¿por qué mis propias emociones se vuelven en mi contra? Yo no he hecho más que luchar por sobrevivir. Yo no he hecho más que luchar contra aquella tempestad, y lo admito, no es fácil.

¿Habrá algún día en el que veré la luz?, esa es mi pregunta.

Porque entonces veo mis brazos, donde las cicatrices son un constante recordatorio de todo aquello que tuve que pasar, donde las heridas, antes frescas, hoy sanan allí mismo, en mis brazos. No sé si volverá a pasar, pero mi alma, encerrada dentro de este cuerpo, me pide a gritos liberar esas ataduras con las que ha sido torturada. Me pide: ¡ya no más!

Entonces hoy me encuentro luchando, porque una parte de mí me dice que no he de morir ahogada. Le prometí al alma mantenerme serena, mantener la esperanza y mantener la vida. Hoy lucho contra todo pronóstico, luchando por la libertad, aunque mi mente es un revoloteo de pensamientos, aunque hoy mi mente me traicione, pero el corazón pide seguir viviendo, y mi alma pide que luche por ellos. Entonces, aquí estoy, viviendo con fuerza, luchando aquellas batallas que quizás nadie vea, pero que son más dañinas que las propias guerras militares.

Sé que soy fuerte, quizás aún no lo pueda ver, pero el hecho de estar aquí hoy es sinónimo de fuerza, valentía y perseverancia. Me llamaron débil por derramar lágrimas, ¡¿qué acaso no ves que soy más fuerte?! Yo luché contra mi mente, contra lo que sentía, no batallé con armamento, batallé contra lo que no veía, ¿y aún así me llamas débil?

¡Que injusticias tiene la vida!, ¿verdad?