《Prologue》
《Prólogo》
El lugar se escuchaba silencioso, mejor para ella, así podría dar la noticia con tranquilidad sin necesidad de que Zeus, el Dios Supremo, estuviese alterado y quien sabe que cosas diría o haría.
Suspiró y miró a su abultado vientre tratando de calmarse—Bien, bebé, aquí vamos; hablaré con Zeus sobre ti, de mi y del Dios con el que te creé.
Abrió las puertas y pasó, llamando la atención de los presentes con el sonido de sus tacones. Se paró frente al Dios del Rayo y esperó pacientemente por si Zeus tenía algo que decir.
—¿Por qué nos has llamado a esta reunión, Afrodita?
—Tengo una cosa muy importante que decirles —comenzó tomando una bocanada de aire para continuar— Estoy... embarazada.
La multitud de Dioses quedaron estupefactos, Zeus quería no creérselo, Afrodita había incumplido una regla impuesta por él.
—¿Cómo dices? —Trató de mantenerse calmado— ¡Has roto la regla que he puesto! ¡Los Dioses no podemos relacionarnos con los humanos más allá de que nos veneren!
—Pero, Zeus; si me escucharas por un momento... —intentó hablar pero Poseidón la interrumpió.
—Juramos no romper la ley, apenas nazca el bebé debes dársela a su padre —demandó el Dios de los Mares en un tono más calmado que el de su hermano.
—Pero...
—No hay pero que valga —negó Zeus con un porte arrogante—. Fue tu error y debes cumplir.
—¡Pero no es un semidios! —Se exaltó la mujer rubia desesperada pues no la dejaban terminar su oración.
—¿Qué? —Atenea la miró asombrada— ¿Es un Dios? ¿Está en esta sala el padre?
Afrodita asintió a lo primero y después negó—No les gustaría saber...
『・・・』
Afrodita yacía en una cama, en el mundo mortal, mientras acariciaba su panza enorme de unos siete meses a la vez que Angelo le preparaba algo de comer. Era la primera vez que la Diosa del Amor sentía amor de verdad y no le preocupaba su trabajo, Angelo De Angelis siempre sería una cicatriz en su vida, una marca en su piel, un alma que le dio mucho amor.
Le dio...
Debía contarle que cuando la bebé naciera y tuviera meses de nacida ella debería irse, le preocupaba el hecho de que los monstruos vinieran a por su bebé, le daba miedo lo que podía hacer Zeus o cualquier otro Dios.
Por la puerta entró Angelo sonriente cargando una bandeja de deliciosa comida, Afrodita se sentó y el colocó la bandeja en las piernas de la Diosa.
—Espero que te guste —rezó para que eso sucediera, acarició su mejilla con dulzura y se dedicó a observar a la Diosa rubia.
A pesar de que él no era el padre verdadero de su bebé se sentía como si lo fuera puesto que el Dios con el que había estado no estaba interesado en formar una familia (y no es como si supiera de que estaba embarazada). Por lo tanto, los Dioses dormirían una parte de su divinidad haciéndolo igual a un semidios.
—Eres un gran cocinero —alagó al hombre mortal.
—Y tu eres una gran mujer —devolvió el gesto y Afrodita dejó de comer.
—No, no lo soy. No lo soy porque en cuando el bebé ya no necesite tomar leche materna deberé dejarla contigo —y siguió comiendo.
Angelo la miró como si estuviera loca pero luego recordó que ella le había dicho sobre una ley en el Olimpo y que ella la había roto. Pero no pensó en eso, quería que ella se lo explicase.
—Los Dioses juramos no tener hijos con mortales, y tenerlos con Dioses de otras culturas está prohibido —le explicó y dejó la comida a un lado—. En el noveno mes de embarazo debo estar en el Olimpo, ellos la harán semidiosa tal como hizo Hades con Hércules, ¿Conoces la historia? —Angelo asintió— Ahí es cuando dejaré el bebé a tu cargo, pero deberás casarte con otra mujer para tapar su olor a semidios, así los monstruos no vendrán por él.
—O ella.
—Exacto.
—Pero... yo no quiero casarme con otra mujer que no seas tú —se negó molesto—. Entiéndelo.
—Entiéndelo tú. No puedo, ya lo sabes, mi obligación como Diosa del Amor no me deja quedarme —contraatacó Afrodita.
—¿Y porque Zeus está casado con Hera? —Inquirió.
—Eso es diferente, el puede hacer lo que le de la gana porque es el Dios del Rayo, el Dios Supremo, mientras que yo, Venus Afrodita debo ocuparme de mis líos —se defendió—. Los otros Dioses también.
Después de calmarse un poco Angelo aceptó, aunque seguía molesto por la terquedad de los Dioses y sus estúpidas leyes.
『・・・』
La mujer secó sus lágrimas, tomó a la bebé y acarició su rostro, al verla recordó a ese Dios como si fuera él y no la bebé a quien cargaba.
—¿Cómo le pondrás? —Preguntó Atenea mirando con dulzura a la niña.
—Angelique —Murmuró en honor a su amante—. Se llamará Angelique.
—Es un nombre muy bonito, ¡Además es francés! —Exclamó la castaña sonriendo— Una belleza total, igual a su madre.
Afrodita rió—Me gustaría quedarme con ella pero no es posible.
—Si tus otras hijas te escucharán probablemente estarían celosas de tu atención hacia esta criatura —negó divertida.
—Eso me recuerda que tengo que dejarla con un mortal —suspiro con desgano la madre.
—Pero sabes que puedes mantener una conexión con ella —recordó la contraria.
—Sí, lo sé pero duele porque no había deseado tanto un embarazo —ahogó un sollozo—. ¿Qué pasa si descubre su verdadero origen? Nos odiara.
—No lo hará, ella lo comprenderá —aseguró Atenea con una dulce sonrisa.
—Eres una buena hermana.
Cuando la bebé hubo abierto sus ojitos, Zeus la tomó de los brazos de Afrodita, Se giró hacia los otros Dioses y se acercó hacia Hades.
—La hiciste una vez con mi hijo —habló con un poco de rencor y Hades rodó los ojos—, puedes volver a hacerla.
—De hecho, ya la hice —le tendió el biberón que contenía esa fórmula tan conocida en la historia.
Zeus al ver a la bebé rehusarse a tomarla (al menos en sus brazos) se la entregó a Afrodita para que se la diera ella y cuando Angelique hubo reconocido a su madre que la miró a los ojos estos cambiaron a amarillo intenso.
—Angelique...
—Tiene heterocromia —observó Artemisa y Afrodita se sorprendió.
No esperaba que naciera así.
Sacudió su cabeza espantando todos los malos pensamientos, acercó el chupón a la boca de su hija y ésta empezó a beber. Medio biberón fue lo que prepararon pues media parte de ella se dormiría.
La Diosa del Amor se encontraba frente a su amante, después de varios meses dejaría a su hija sólo para el beneficio de Zeus. Lágrimas cayeron de sus ojos así que para hacerlo menos doloroso depositó un beso en su frente, le prometió que se volverían a ver y se la entregó a Angelo.
—Esto es para ti, mi amor —le colocó un collar en su cuello como protección para alejar a los monstruos—, y esto es un arma, se convertirá en lo que necesites.
Le colocó una tobillera con una rosa roja, miró al amor de su vida y lo besó como nunca antes.
—Te amo —dijeron ambos al unísono.
—Adiós...
Después de darle su don, la belleza, se marchó.
•°•
¡Hola! Este es el prólogo de my new story.
Espero que les guste, pueden hacer sugerencias sobre detalles de la historia y si hay algo que he olvidado.
Voten y comenten, y perdón por la tan corta pero no tenía mucho que decirles, i Love you!
minaela1234~
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