3
Ya era la última hora de mi turno, sentía mis piernas débiles de estar tanto tiempo parado. Aquel pasillo a penas y estaba alumbrado por un par de faros a la distancia.
—Ay, no sabes como me tiene cansado trabajar para esa vieja.— Escuché expresar al otro lado de la esquina a quien supuse era uno de los empleados.
—¿Verdad? "Veme y trae esto", "No me gustó, cámbialo" . Puta, a ver si con mi polla en tu boca vas a poder seguirme dando órdenes.
¿Qué demonios?
—¿En serio? — rio el otro con el que conversaba.
—Sí, hasta eso la desdichada está buenísima. Que ganas de tener su coño en mi cara.
—Que asco me das.— hablé por fin. Por mucho que odiara a la asquerosa princesa, sujetos como ese me daban una rabia enorme.
—Miren, ya viene el consentido de la perra. No te creas tanto, en cuanto le aburras se va a deshacer de ti.
¿Cuál es la manera perfecta de deshacerse del estrés? Plantando un puñetazo en la nariz de un imbécil.
Ya había hecho algo así antes, pero ya tenía tiempo de eso. Desde que había comenzado a trabajar ahí no había sido necesario.
Mi puño se había manchado de sangre de su nariz.
—Me las vas a pagar, idiota.— bramó con coraje. Antes de que pudiera darme un golpe, su amigo puso su mano en el hombro de él viendo detrás mío. Regresé mi mirada.
Ahí estaba, con su postura altanera. Justo ahora lucía tranquila, con una mirada serena hacia el bastardo que había dicho esas palabras.
—Agradezco sus halagos, Sr. Dubois; pero lamento decirle que yo jamás me sentaría en la cara de una bestia como usted. Se presentara mañana en mi habitación a primera hora ¿Entendido? No quiero tardanza.
El hombre sólo asintió asustado y se retiró junto con su amigo.
—Gracias, Félix, por defender mi...
—Por favor, no lo mencione.— Me incliné hacia ella. "Por favor, cállate". —Es mi hora de descanso, así que si me disculpa.
Y sin dejarla responderme, me fui de ahí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro