D o s
Después de que me tranquilizo, me levanto y me voy directa a la ducha de nuevo. Hace apenas unas horas que me he dado una, pero la necesito para que mis nervios mengüen del todo.
Es increíble lo real que puede volverse un simple sueño.
Cuando termino de vestirme, me maquillo y peino un poco el desastre que tengo por melena. Suspiro porque no tiene remedio, estoy condenada a tener el pelo como si llevase un nido de pájaro en la cabeza.
Bajo las escaleras y camino hasta la cocina, abro la nevera y saco el zumo de naranja.
Me quedo mirando la nevera y me percato que es hora de hacer la compra, si por mis compañeros fuera, viviríamos a base de pizzas y hamburguesas.
Desayunando tranquilamente un sándwich, escucho el ruido de motor de los coches pasando por la calle y voces fuera de casa. Es cuando me percato que se me olvida algo importante.
Los chicos están aun durmiendo encerrados en el coche.
En fin, los sacaré de ahí, pero primero terminaré mi desayuno.
En las noticias de la mañana, veo que han habido una serie de desapariciones en los últimos meses, los padres de mas de novecientos jóvenes han denunciado la falta de presencia de sus hijos.
El caso, -que no solo es en Estados Unidos, sino en todo el mundo- es que todos tienen un detalle en común. Ninguno supera los veinticinco años de edad.
Se cree que son reclutados para alguna secta, o algo parecido, no escuché bien.
Apago el televisor y lavo los platos que he manchado.
El estruendo de cristales rotos me saca de la tranquilidad en la que estaba sumergida.
Corro fuera para ver el causante de tal alboroto pero me detengo en el umbral de la puerta, observando como mis amigos salen por la luna delantera del coche.
Siento como la sangre escapa de mi cuerpo y palidece.
Tienen las jodidas ventanas abiertas pero ellos prefieren romper la luna delantera. Genial.
Respira, Katherine. Respira.
-Pero...pero...pero... ¡¿Estais locos?! - Bramé exagerando el grito con las manos.
Alexia y Viviane me miran con temor y pasan por mi lado con la cabeza agachada como perro cuando sabe que ha hecho algo malo.
-Eso te pasa por encerrarnos en el coche.- Dice con indiferencia Jace terminando de sacudir el polvo que se había acumulado en su pantalón.
Levanta la mirada y me guiña un ojo sonriendo.
Lo fulminé con la mirada. Idiota.
-No habría tenido que hacerlo si no hubieseis bebido como si fuerais a morir hoy.-Recriminé
-Pequeña, no seas rencorosa. La próxima semana podrás emborracharte y cantar la canción de Bob Esponja.- Murmura Asthon masajeando sus sienes.
Miles de torturas macabras y espeluznantes se me pasan por la mente en este momento y parece notarlo en mi cara, pues corre impidiendo que le de un buen golpe.
Se supone que esa información es confidencial.
Suspiro y gimo con frustración admirando el desastre que han ocasionado.
Voy a tener que vender un riñón para poder arreglar esto.
Que alguien me recuerde porqué compré un lexus y no uno de esos que tienen forma de huevo...
_ Vamos peque, no te estreses. Te compraremos el cristal, no te preocupes._ Jace intenta tranquilizarme pasando un brazo por mis hombros, dirigiéndome hasta la casa.
Si, con mi dinero, porque soy la única que trabaja. Malditos inútiles.
Ya en la cocina, me siento de nuevo en un taburete de la isla central pensando como iré al trabajo mañana teniendo que llevar el coche al taller. Diviso a mis amigos moverse por la cocina buscando algo para llevarse a la boca.
Jace es un chico alto, rubio con ojos mieles de piel pálida, su figura no es fornida ni escultural pero dentro de su delgadez, es muy atractivo. Lo conocí en la biblioteca hace seis años, junto a Asthon que es su total antónimo. Él es de estatura media con cuerpo trabajado, de piel bronceada, pelo negro y ojos del mismo color.
Alexia y Viviane son hermanas, somos amigas desde que tengo uso de razón, nosotras eramos vecinas, fuimos a la misma guardería, al mismo colegio, el mismo instituto, la misma universidad...
Las dos son altas, una es rubia y la otra morena, una tiene los ojos azules y la otra verdes. Son hermosas, demasiado.
Muchas veces me he sentido acomplejada a su lado.
Mi móvil comienza a sonar y por la melodía de llamada, deduzco que es Shawn, mi jefe... Y mi novio.
- ¡Hola, cariñ...!
-Katy, amor. -Me corta con voz desesperada.- Sé que tienes el día de hoy libre... Pero tienes que venir, por favor.
Me doy con la palma de la mano en la frente y muerdo mi labio inferior.
-Se me ha roto el coche. Bueno, nada mecánico sino la luna delantera se rompió y como comprenderás no puedo conducir así...- Explico rápidamente.- ¿Puedes venir a recogerme?
-Katy, lo único que he podido entender y no estoy muy seguro, es si voy a buscarte. Prepárate, llego en diez minutos.
-Te quiero.
-Dímelo en persona, mejor. - Dijo socarrón.- Te quiero.
Sonrío cuando cuelga y quedo mirando la pantalla unos segundos embobada.
-No sé que le ves a ese estúpido, Katherine.- Gruñe Viviane claramente molesta.
- Vivy. - Reprende Asthon.
No entiendo que tienen todos en contra de Shawn, es un chico muy tierno. Es cierto que tiene sus momentos bipolares sin razón, pero luego se arrepiente. Es como si le viniera el periodo, pero en vez de mensualmente, una vez a la semana.
Pongo los ojos en blanco y subo a mi habitación a colocarme el uniforme de la cafetería que consiste en jeans negros, camiseta gris y delantal de ambos colores. Recojo mi pelo en un moño alto con pequeños mechones sueltos, dando así un aire despreocupado y fresco.
El espejo enseña el reflejo de un chica. Una chica bajita, delgada de ojos claros y pelo negro. Una chica que muestra simpatía a la vista, una chica que transmite seguridad y fortaleza. Una chica que parece feliz.
Todo pura mentira.
Suena un claxon y corro escaleras abajo. Doy un beso en la mejilla a mis amigos que están ahora mismo drogándose con paracetamol para el dolor de cabeza y salgo apresuradamente hacia fuera.
El bmw negro de Shawn espera estacionado frente a mi, el hombre en el asiento del conductor me sonríe cálidamente cuando me adentro en el vehículo y me da un corto y sonoro beso en los labios.
-Buenos dias, Katy.
-Buenos dias, Shawn.
En el camino observo como conduce, el movimiento de sus manos en la palanca de cambios, su perfil perfecto, su pelo meciéndose con la ligera brisa que entra desde su ventana, las pequeñas miradas que me dedica de reojo y su sonrisa arrogante al notar que lo miro.
Me cuenta el problema que ha tenido con una camarera que ha dimitido porque ha pedido un aumento de sueldo y dicha petición ha sido denegada. Motivo por el cual, me necesita hoy.
Adoro la forma en la que sus ojos verde oscuro me enfocan con deseo, me encanta acariciar su mandíbula fuerte, me enternecen sus abrazos firmes, me gusta pasar los dedos por su sedoso pelo castaño... La forma en la que me dice te quiero las noches que pasamos juntos, su sonrisa ladina y pícara, sus celos incomprensibles, su costumbre de arquear la ceja cuando algo le disgusta y no quiere mostrarlo... Todo lo que abarca Shawn me resulta maravilloso.
Él es maravilloso, no entiendo ni entenderé nunca porqué mis amigos lo odian tanto.
Cuando llegamos a Sweet Coffe, - cafetería que Shawn heredó de su abuelo- me encuentro con todo patas arriba, no literalmente, pero sí a unos cuantos clientes enfadados por la tardanza de su pedido.
Con habilidad y experiencia ya en situaciones de este tipo, tomo de nuevo los pedidos y junto a mi compañera los atendemos a todos en menos de veinte minutos. Shawn sonríe satisfecho mientras hace inventario en el almacén.
- Perdona hermosa, pero creo que te has olvidado de mi.
Giro con una sonrisa a atender al chico en la barra que se me ha olvidado y ahogo un grito con mi mano.
- T-tú...
- Si, yo.- Dice sonriendo jocoso.- ¿Ocurre algo, pitufina?
Es él, estoy segura, es imposible tanta similitud. El rostro, el pelo, los tatuajes, los ojos...¡ Es el angel!
- Te aconsejo que cambies esa cara y hagas tu trabajo normalmente si no quieres que te tomen por loca.
Se levanta con gracia y da una vuelta a mi alrededor como si estuviera dando un paseo por el parque con las manos entrelazadas en su espalda.
- ¿Que haces aquí?- Pregunto en voz alta enfadada.
El ángel enarca una ceja y gira en dirección a mi jefe que me mira como si me hubiera salido un tercer ojo.
- Cielo, ¿Estas bien?
Abro la boca para decirle que un chico raro me esta acosando y si no tiene las gafas puestas que se las ponga porque esta a mi lado, pero me detengo al ver como el tatuado se carcajea sin pudor.
- Nena, solo tú puedes verme.
Me quedo con la boca aun abierta y con su indice me la cierra haciendo que mis dientes rechinen.
- ¿Katy?
Shawn se acerca a mi con paso apresurado y me sujeta el rostro examinándome. Suryan bufa y juguetea con la gomilla que recoge mi pelo.
Dios, quiero gritar, pero no quiero que me metan en un manicomio.
-Estoy bien, creí haber visto a alguien pero solo a sido mi imaginación-Miento.
Asiente y vuelve a hacer el inventario.
Hago como que el chico que sigue investigando y toqueteando todo lo que ve, como el salero y la carta del menú no existe,y sigo mi labor en la cafetería. Limpio las mesas siendo perseguida por ese ser imaginario que ha creado mi mente, cobro a los clientes siendo observada por esos penetrantes ojos azules, pero mi paciencia colma cuando hace caer a propósito una taza de café de un cliente y se ríe por la maldad que ha hecho.
-¡¿Quieres sentarte y no estorbar por un solo minuto?!
Eleva las cejas y aprieta los labios reprimiendo otra de sus carcajadas, sus pupilas miran detrás de mi, me ruborizo y mi corazón se acelera, acabo de gritarle a la nada y lo peor es que el local está abarrotado de gente.
-Idiota. - Susurro para que solo él pueda oírme.
Pego un brinco cuando una mano se posa en mi hombro y giro bruscamente para encontrarme con un Shawn realmente enfadado, con las cejas fruncidas al igual que sus labios. Me coge del codo izquierdo y me arrastra sin delicadeza hasta la salida bajo la mirada de todos. Una vez fuera me suelta, y el también suelta lo que se estaba guardando.
- ¡¿Se puede saber que es lo que te pasa?!- Me encojo en mi sitio ante su grito y bajo la cabeza escondiéndola entre mis hombros.-¡No vuelvas a hacer un numero como ese en mi cafetería!¡¿QUEDA CLARO!?
Su voz se adentra en mis oídos haciendo que un pitido se instalen en ellos,asiento con la cabeza. Las ganas de llorar me ganan, cristalizando mis ojos y la sensación de culpa en mi pecho se hace presente.
- Lo que queda claro es que no la volverás a ver, pequeño cobarde.
La voz de Suryan me desconcierta, le está hablando a Shawn y se supone que solo yo puedo verlo. No parece el mismo Suryan risueño y travieso de hace apenas unos minutos. Su imagen es imponente, intimidante, su mandíbula está apretada al igual que sus puñosy sus ojos muestran una concentración de ira que jamas he visto en ningún ser humano. Aunque eso tiene lógica, porque él no es humano.
Esta faceta suya es aterradora.
- ¿Quien eres tú? -Dice Shawn impasible.
El ángel sonríe altanero y se coloca frente a él haciendo que retroceda.
- El hombre que hará que tengas pesadillas si vuelves a levantarle la voz.- Gruñe con voz grave y se me ponen los pelos de punta.
Shawn ríe con hipocresía y me coge del brazo estrellandome contra el pecho de Suryan. Éste me mira un segundo asegurándose de que no me ha hecho daño y me coloca detrás de su espalda.
- Quédatela, no sirve ni para un rato de diversión en la noche.
El pinchazo en el pecho que sentí no me dejó ver como el castaño acabó en el suelo, solo escuché el sonido de su quijada romperse.
Cuando abro los ojos me encuentro en mi habitación, siendo abrazada por una brazos tatuados hasta los dedos.
- Katherine, - Susurra en mi oido. - haré que recuerdes quien eres.
Yo sé quien soy, me llamo Katherine Connor, tengo veintitrés años, mis padres murieron en un accidente de tráfico y soy débil y asustadiza.
- Katy, eres una Estrella. Eres mi Estrella.
¿Y eso que demonios significa?
- Significa que eres la razón de mi existir, y que tienes un poder en tus manos que muchos quisieran tener.
¿Residencia mental?
Hola si, ¿Que desea?
¿Donde debo firmar para ingresar?
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