xxxviii. is good to lay in the beach
— Selene — escucha una voz suave, relajante, a lo lejos, como si fuese un eco.
— Selene — vuelve a escuchar.
Sus ojos por fin se abren, encontrándose en un lugar oscuro, con muy poca luz. Su cuerpo se sentía adormecido por el dolor yacía el suelo, y quien hablaba era su prima, Luna.
— Oh Luna, ¿te secuestraron también? — murmura levemente la metamorfomaga.
— A varios, señorita Ragnor — respondió el señor Ollivander.
Selene se ríe. No le agrada el hecho de luchar por un lado correcto, ni de buenos o malos, ella solo quiere que esto termine para irse a su casa. A una casa vacía, sola y lúgubre ahora sin la compañía de sus padres.
El resto del día estuvo en silencio. Escuchaban los pasos encima de ellos, no venían a dejarle su comida y a vigilarlos.
Perdidos del tiempo, la rejilla es abierta y trae a dos nuevas personas al sótano.
— ¿Ron? — pregunta Luna al oír la voz de una de las personas — ¿Harry? — y sale del escondite.
Ron saca su desilusionador y brinda un poco de luz para observar a la persona.
— ¿Luna? —
Selene sale, apoyándose de las columnas del sótano.
— Ya era hora de que vinieran — dice la rubia después de escuchar algunos gritos de mujer — No podría aguantar estar otro tiempo con Bellatrix —
— Selene — murmura Harry, aliviado de verla en vida.
Aunque por encima de ellos, se escuchaban los gritos de una mujer siendo atacada por la loca bruja, y Ron se alteraba por ello, queriendo hacer algo para rescatar a la castaña. Pero no podía hacer nada al no tener sus varitas con ellos.
Hasta que un pequeño elfo aparece de la nada entre los dos jóvenes.
— Dobby — exclama Harry.
Al parecer, Dobby fue enviado por el rescate del azabache, pero antes de irse con él, debían de rescatar a Hermione, por lo que al ver cómo estaba la metamorfomaga, decidió que el elfo se la llevase junto al señor Ollivander.
— Harry — dice la peli plateada — Por favor no le hagas nada a Draco — y luego desaparece.
Dejando a los tres magos confundidos.
Pero ellos aparecen en una playa, frente a una casa de extraña construcción. El día estaba nublado y el sonido de las olas era relajante, mucho después de su ajetreada año.
— Sería muy bueno poder yacer en una playa así — menciona la peli azul, con las primeras lágrimas asomarse.
Por sus padres, que ni siquiera pudo encontrar sus cuerpos y darle una sepultura; por aquellos que no conoció, pero murieron por ayudarlos, el nudo en su garganta se hacía más grande.
Y lloro.
Para luego caer rendida ante su dolor.
— Ve con Harry Potter, Dobby — le dice el anciano — Yo podré cuidar de la chica, te veremos después —
Malamente, ninguno de los dos pudo ver a Dobby después para agradecerle.
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