La metamorfomaga supo que Dumbledore escapó con estilo. Lamentablemente, la señora rosa se declaró directora de Hogwarts, haciendo que todos vivieran un infierno en vida.

Vivían en una cárcel en carne y hueso. El E.D. tuvo que sufrir un castigo por parte de la nueva directora, ella aún tenía un nudo en la garganta porque ninguno la inculpó.

Los TIMOS llegaron, y todos tenían que presentarlos pero de la nada se escucharon sonidos fuertes, deteniendo el examen. Un chispa azul apareció cursando el salón para luego recibir a los gemelos.

Hicieron volar los exámenes y traer fuegos artificiales. Eso saco una sonrisa a la pelifiucha. Umbridge no podía estar más que enojada. Asimismo los pelirrojos hicieron aparecer un gran dragón de fuegos artificiales, persiguiendo al sapo y rompiendo cada regla que impuso.

Hogwarts no podía estar más que llenó de risas, aplausos y estallidos de felicidad. El infierno se había acabado.

Selene estaba atrás de Potter, cuando éste cayó al suelo y con falta de aire. Ella se acercó corriendo, tomándolo de la espalda al igual que Granger.

— Sirius — exclamó asustado el chico.

Escuchar el nombre de su tíos en boca del niño que vivió, no significaba nada bueno. Para nada del mundo.

Los cuatro, porque después se unió el Weasley menor, lo comenzaron a seguir por todo Hogwarts. El del esto balbuceaba de una cosas que el señor oscuro no obtuvo la última vez y por eso tenía a Sirius consigo, porque el azabache se lo podría dar y esa puerta en el Departamento de Misterios significaría algo.

Selene ya no sabía en que pensar.