El cabello azulado delataba la emoción de Selene en ese día. Se sorprendió al llegar al estación y no ver a sus padres, la señora Weasley le dijo que pasaría esas vacaciones con ellos en Grimmauld Place. Sin rechistar, tuvo que irse con ellos. Fueron sus primeras navidades sin ellos y las cartas que le llegaban la dejaban con más dudas sin resolver.

El día de Navidad se la pasó encerrada, no bajó a cenar y la señora Weasley dejó su regalo a los pies de la puerta al igual que los gemelos. En la mañana siguiente, había dos búhos en su ventana; uno lo reconoció, era el de Blaise mientras el otro no lo sabía.

Ambos traían paquetes pequeños, uno era una caja cuadrada de color café con un moño dorado incluida un pergamino, y el otro una caja negra pequeña. Tomo primero el de Blaise, en la carta decía que le deseaba los mejores deseos y un feliz año nuevo (no podría hacer una carta para esas fechas explicaba el chico) como también esperaba que disfrutara del regalo. Chocolates de distantes partes del mundo. Selene no podía estar más agradecida.

Entonces tomo la otra caja, y en ella venía un collar de plata con tres tiras en distintos tamaños. Una, la más corta, tenía un dije de una luna; la mediana tenía una estrella y la más larga, una flecha. Todo era plata real. Pero no traía un remitente y el ave se había ido.

Era extraño. De rato, los presente de su familia llegaron. Su padrino le regalo una edición vieja del libro Historia de Dos ciudades y sus padres un telescopio muggle, era una foto, el telescopio estaba en casa. Su abuelo le regalo libretas de dibujo y lápices especiales para ello.

Algo que fue sorpresa era que Sirius le regalo algo, era otro libro pero parecía ser de Runas Antiguas.

— Se que tomas las clases, Hermione me dijo — exclamó el pelinegro — Es un libro viejo pero les costó mucho dinero a mis padres, fue para mi hermano y esta cosa era su adoración. Escuché que es el libro de runas antiguas. Te servirá, tómalo — y se marchó cerrado la puerta detrás de sí.

Estas vacaciones fueron extrañas.