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Umiko sintió que el aire le faltaba y su pulso se aceleró notablemente al ver a Clint Barton de pie frente a ella. Por un momento se quedó pasmada y sin estar muy segura de qué decir.

—No es un buen momento— fue lo primero que dijo.

Clint frunció el ceño y miró a la chica sin comprender. Se sintió un poco decepcionado por escuchar esas palabras luego de haber viajado por todo el planeta hasta su casa. No era la bienvenida que espera.

—Umiko, necesitamos hablar ahora mismo —le pidió Clint.

—En serio no es para nada un buen momento.

—¡Umiko!— le llamó su padre— ¿Por qué tardas tanto?

Miró al arquero y le indicó que pasara. El hombre se quitó las botas y caminó detrás de la chica, emocionado y nervioso a la vez. No pudo evitar notar que la casa se veía diferente. Incluso Umiko se veía diferente.

—Él es Clint Barton, un amigo— presentó a su familia.

Su madre ingresaba al salón con una charola que contenía una tetera y algunas tazas pero se quedó en su lugar al ver al recién llegado.

El padre de la chica se acercó al recién llegado y estrechó su mano. El ambiente se había tornado realmente incómodo por alguna razón.

—Hiroshi Inozuka— se presentó rápidamente el otro invitado— yo soy el prometido de Umiko.

Unas terribles ganas de arrancarle la cabeza llenaron el ser de la chica. Miró a Clint, quien parecía aún más confundido.

—Sí, recién hoy me enteré— murmuró la chica pero todos los presentes la escucharon.

Entonces, Barton se dio cuenta que en verdad no era para nada bueno momento.

—Felicidades— fue lo primero que se le ocurrió decir. La chica lo miró mal— Por cierto, ¿cómo están tus heridas?

Si fuera posible, Umiko lo hubiera matado con la mirada.

—¿Heridas?— preguntó muy preocupada la madre— ¿de qué habla? ¿Qué heridas? ¿Qué te pasó, Umiko?

La chica suspiró con fuerza.

—No es nada— se apresuró a decir— bueno, saldré con Clint justo ahora. Nos vemos esta noche para la cena —sonrió— vamos, Barton.

Sin dejar a nadie más hablar, tomó a su compañero de la mano y lo llevó afuera de la casa.

—¿Tus padres no saben que estuviste a punto de morir? —preguntó en cuanto estuvieron lejos los padres de la chica.

Umiko negó.

—Lo único que saben es que viaje alrededor del mundo los últimos cinco años. Sólo eso y prefiero omitir los detalles lo más que se pueda.

Clint rió y negó.

—Lo siento, no quería arruinarlo.

Terminó de ponerse la segunda bota y comenzaron a caminar fuera de la casa.

—¿Qué haces aquí?— preguntó sin mirarlo.

Clint sacó algo de su bolsillo y los ojos de Umiko brillaron al ver su preciado collar.

—Vine a traerte esto.

La chica lo tomó y casi se pone a llorar de felicidad.

—Pensé que lo había perdido —murmuró sin dejar de mirarlo— mi papá me lo regaló cuando era una niña. Es muy importante para mi.

—¿Puedo saber por qué?

Umiko lo miró rápidamente con una sonrisa de orgullo.

—El zorro es el símbolo de nuestro clan. Nos representa y el collar es un agradable recordatorio de que pertenezco a algo realmente importante. El clan del zorro que protege a su pueblo sin importar nada —sonrió con nostalgia.

—Me alegro entonces haberlo encontrado.

—¿Realmente recorriste todo el planeta sólo para traerme esto?

Clint llevó una mano a su nuca con nerviosismo.

—Yo... vine por ti —confesó suavemente.

Detuvieron la caminata y se miraron. Umiko dejó ver la sorpresa en su rostro. A Clint le pareció raro ver a Umiko de esa forma. Usando ropa normal con colores claros cuando la había conocido usando ropas negras de combate.

—¿A qué te refieres? —preguntó con auténtica curiosidad. Clint pudo notar que las mejillas de Umiko se teñían de un suave color rojo.

Clint suspiró y tomó las manos de Umiko entre las suyas.

—Umiko, te has vuelto alguien importante para mi y te quiero en mi vida. No sólo como una compañera de combate sino como algo... más.

La chica lo miró fijamente, con la boca ligeramente abierta por la sorpresa.

—¿Qué hay de tus hijos? No creo que les agrade tener una intrusa en sus vidas.

Clint se apresuró a negar y apretó un poco más las manos de la chica.

—Ellos te quieren, los tres. De hecho, hablé con ellos antes de venir aquí y quieren que regreses.

Bajó la mirada y dio unos pasos atrás liberándose del agarre del hombre.

—Lo siento Clint, pero ahora estoy comprometida.

—Pero no lo quieres. Cuando nos conocimos hablamos de eso, ¿qué hay de tu vida? Ellos no la pueden controlar.

—Sí pueden.

Sin poder evitarlo más, Clint besó a su contraria. No era la primera vez que se besaban, pero se sintió especial y diferente a la primera vez.

—Me alejaré si es lo que quieres, pero sólo si me dices que no significo nada para ti. Si me dices que no me quieres de la manera en que yo te quiero.

—Clint... —

—Huyamos— propuso rápidamente.

—Clint, esa no es una opción para mi. Ya no quiero seguir huyendo de mi realidad.

—Piénsalo. Mi nave está al este, ya te sabes dónde. Te estaré esperando.

Umiko sí quería a Barton en su vida, pero toda la vida le habían enseñado que la familia estaba primero.

El hombre besó la mejilla de la chica y se alejó. Debía darle su espacio para pensar con claridad las cosas.

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