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Se lamentaba no haber podido asistir al funeral de Tony, aunque no es que no haya querido ir, más bien es que había estado inconsciente en el hospital lo que había complicado las cosas.
Scott le había explicado absolutamente todo lo que había ocurrido desde la parte en que Tony dio su vida para salvar al universo. Stark era una gran persona y todo el mundo debería estar agradecido con él. O eso es lo que Umiko pensaba. Tampoco lo conoció por mucho tiempo pero parecía ser un buen sujeto. Lamentablemente él no podría estar con su familia nunca más cuando él mismo le había dado la oportunidad a los demás de reunirse con sus seres amados.
No tenía equipaje, por lo que haría un viaje ligero, sólo con su katana. Scott le había obsequiado ropa que Hope le dio para ella y Umiko estaba muy agradecida con ambos. Había conocido rápidamente a Hope pero había sido muy amable y agradable.
Le dio un fuerte abrazo al hombre hormiga prometiendo que se mantendrían en contacto, luego abrazó a Rhodey y a Wanda. Había entablado largas conversaciones con ella durante su estadía en el hospital. Ella parecía algo distante de sus pensamientos pero había sido muy amable en estar a su lado.
Finalmente estaba Clint. Lo abrazó con mayor fuerza y permaneció aferrada a él un largo tiempo aspirando aquel agradable aroma que tanto iba a extrañar. No quería decirle adiós. De todas las personas en el mundo, no quería separarse de Clint. Pero no fue capaz de decírselo.
—Gracias por todo —dijo sin soltarlo, ocultando su rostro en su pecho.
—Gracias a ti por curar mis heridas aquella noche —la apretó más fuerte contra sus pecho— no se qué hubiera hecho sin ti entonces.
Clint no se refería precisamente a las heridas físicas, pero no mencionó nada al respecto.
Finalmente se separaron y se miraron por ultima vez, dispuestos a confesarse, pero era más sencillo luchar contra criaturas de otras partes del universo que admitir que amas a alguien.
—Adiós, Clint —habló Umiko extendiendo su mano.
Clint sonrió un poco y la tomó con suavidad.
—Adiós, Umiko —a Clint le costó bastante pronunciar aquellas palabras.
Soltaron sus manos y la chica dio media vuelta para subir al avión. Miró hacia atrás y le sonrió a sus amigos una ultima vez. No los vería en un largo tiempo. Tal vez no los volvería a ver nunca.
Entonces subió y tomo asiento lejos de la ventana. No podría mirar de nuevo sin querer bajar y quedarse para siempre.
Cerró los ojos y esperó a que el avión despegara. Era mejor así, para todos.
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Umiko bajó del avión con la katana en la espalda y caminó por las ya conocidas calles, algunas lágrimas de felicidad salieron de sus ojos al ver su hogar como lo recordaba. Lleno de vida y sin todos esos criminales que habían hecho de las suyas en los últimos años.
Se sentía realmente contenta de ver todo como antes y a las múltiples familias reunidas, siguió con su camino hasta llegar a su hogar. Un suspiro escapó de sus labios y un par de lágrimas recorrieron felizmente sus mejillas.
Las puertas de la entrada estaban abiertas, sin embargo, logró ver un cartel pegado en la pared. Era un cartel de 'Se busca' con una foto de ella.
Entró y visualizó el hermoso jardín, estaba como nuevo. Su madre era realmente mágica con las plantas, sobretodo si pudo revivir aquel jardín en tan poco tiempo.
Se acercó más a la casa y justo en ese momento su madre iba saliendo. El canasto con la ropa recién lavada cayó de sus manos las cuales fueron dirigidas a su boca en forma de sorpresa.
—He vuelto a casa —anunció la chica una rápida reverencia.
La mujer la envolvió entre sus brazos y comenzó a llorar de felicidad por ver de nuevo a su hija.
—Estábamos tan preocupados por ti, temíamos los peor. Muchas personas dijeron que habías sobrevivido al chasquido y que te fuiste del país... creímos... creímos que no te volveríamos a ver.
Juntas entraron a la casa, Umiko sabía dónde estaba su padre por lo que rápidamente se dirigió al dojo. Y allí estaba el hombre, meditando. Parecía cansado y un poco enfermo.
La chica entró en silencio y se sentó frente a su padre para también comenzar con la meditación, hacía tiempo que no lo hacía y recién se daba cuenta de lo mucho que extrañaba realizar aquella actividad junto a su padre.
—Umiko —su concentración fue interrumpida al escuchar su nombre en un tono de sorpresa.
Miró a su padre con una sonrisa y enseguida se inclinó en forma de respeto.
El hombre la tomó de los hombros y la levantó para después abrazarla con fuerza. No dijo nada, pero ese abrazo expresaba absolutamente todo.
nova wayne ┊ 2024 edition
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