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La enfermera le llevó una charola con la comida del día, Umiko había aprendido a disfrutarla y es que no era realmente mala, de hecho le gustaba bastante. Además cualquier comida en ese instante se sentía como el mismísimo cielo. Estaba dispuesta a pagar una fortuna por una hamburguesa pero se confirmaba mientras tanto con la comida de hospital.
Hacía sólo un par de días que le habían permitido volver a comer. Obviamente su dieta debía comenzar ligera pues había estado mucho tiempo con el estómago vacío sobreviviendo a base de suero y medicamentos.
Aún no había contactado a su familia, pero para empezar, no había tenido la oportunidad y además prefería no preocuparlos diciendo que estaba hospitalizada. Tampoco es como que supiera qué decir exactamente. Prefería esperar a sanar y luego regresar a Japón para estar junto a ellos.
La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a tres niños y a Clint. Umiko sonrió un poco desde su lugar.
—Hola— saludó a los recién llegados quienes parecían estar un poco incómodos.
Clint se puso a la altura de los menores.
—Ella es Umiko, es una amiga mía. Vayan a presentarse.
Los tres se acercaron con timidez y miraron a la chica. Umiko salió de la cama y con un poco de dificultad se puso de pie, Clint le ayudó a no caer.
—Soy Lila— se presentó la niña.
—Yo soy Cooper.
—Nathaniel— dijo el menor.
—Un placer niños, mi nombre es Umiko. ¿Quieren ver televisión? El control está sobre el sofá.
Los tres niños corrieron y fue Lila quien consiguió obtener el control pero los otros dos trataron de quitárselo y dio inicio una pequeña pelea en la que al final, ganó Lila.
Umiko y Clint sonrieron.
—No tenías que ponerte de pie.
—Está bien, de todas formas no soporto ni un minuto más en esa cama. Necesito estirarme. Me duele la espalda por estar en la misma posición y la doctora dijo que podía comenzar con mi tratamiento de rehabilitación.
—Apuesto que si.
Umiko tomaba con fuerza el brazo de su compañero y estaban muy cerca el uno del otro. No era la primera vez, pero esta vez se sentía diferente. Ya nada era como antes y eso era extraño.
Ambos tenían muchas cosas que decirle al otro pero ninguno se animaba a dar el primer paso.
Umiko desvió la mirada un poco avergonzada y se separó del hombre para caminar hacia la ventana.
—La doctora Palmer dijo que me dará de alta en un par de días si los resultados de mis análisis salen bien. Pero debo estar en rehabilitación durante varios meses para que mi cuerpo vuelva a la normalidad.
—Eso es genial.
Umiko se abrazó a sí misma y no se atrevió a mirar a Clint mientras miraba hacia el jardín del hospital.
—Regresaré a Japón cuando salga, aún no he visto a mi familia y seguro que están preocupados. La doctora Palmer me recomendó a un doctor que está allá y que me puede atender.
Clint se quedó mudo un segundo pero enseguida salieron unas palabras que en realidad no quiso decir.
—Supongo que querrás que te regrese la katana.
—¿Qué— negó— No, por supuesto que no. Fue un regalo y es tuyo ahora —lo miró.
Clint asintió avergonzado.
—Tu familia estará feliz de verte y seguro que están orgullosos de ti.
Sonrió con tristeza y apretó un poco más sus brazos.
—No sé si orgullosos pero sí se alegrarán. Deben tener muchas preguntas.
Una vez más se miraron, dispuestos a confesarse pero ninguno lograba decir las palabras adecuadas.
—Papá, Cooper me quitó el control remoto— se quejó Lila.
—Niños, no peleen en el hospital.
Los tres habían comenzado a discutir y muy pronto comenzarían a pelear por lo que rápidamente, el mayor de los Barton se acercó para evitar una catástrofe.
Umiko miró la escena con una sonrisa, eran una hermosa familia y ella no podía llegar a invadirlos.
Clint se despidió y se llevó a sus hijos de la habitación pues no quería incomodar más a su amiga. Aunque Umiko no se sentía precisamente incómoda, le habían agradado bastante aquellos niños.
nova wayne ┊ 2024 edition
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