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Clint no podía dejar de mirar el collar con el colgante de un zorro. Era de Umiko, la había visto usarlo a diario sin falta y cuando lo vio tirado entre los escombros, de inmediato supo que era de ella. Sin embargo, no tenía ni idea de lo que significaba o por qué parecía ser tan importante para ella.

Se sentía mal por no haberlo preguntado nunca antes. Había visto el símbolo del zorro en la casa de Umiko y sabía que era algo pero no tenía ni idea y en ese momento tenía muchísima curiosidad.

Luego de suspirar, guardó el collar en el bolsillo de su pantalón y se puso de pie cuando vio a Wanda y Scott acercarse junto a la doctora. Seguramente sólo les daría el informe del día pero no la buena noticia de que Umiko había despertado.

No podía más con la espera. Había pasado mucho tiempo y todos le habían dicho lo mismo. Debía ser paciente.

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Se sintió desorientada y con la cabeza dándole vueltas. Abrió lentamente los ojos, tratando de acostumbrarse a la luz del lugar. Se escuchaban murmullos y algunos pitidos.

Fue entonces que no pudo evitar quejarse por el dolor, aunque no se pudo mover debido a que había algunos artefactos conectados a ella.

Desde su posición, miró todo lo que su vista alcanzaba a ver y fue cuando se dio cuenta que los murmuros provenían de sus compañeros y amigos.

Clint fue el primero en darse cuenta de que Umiko había abierto los ojos y se acercó con rapidez. Tenía unas grandes ojeras debajo de sus ojos y de pronto pareció aliviado por algo.

—Despertaste— dijo emocionado.

Umiko intentó sonreír pero no lo logró. Se sentía confundida y mareada. No estaba segura de donde estaba o por qué sentía tanto dolor en todas partes pero el más mínimo intento de moverse era insoportable.

Entonces también se acercó Scott y Rhodey, junto con una chica que Umiko no conocía.

—Deberían llamar a un doctor— habló la chica mientras la miraba con atención.

Todos miraron al moreno y este asintió y salió corriendo.

—Creímos que morirías— dijo Scott.

—Yo también— su voz salió apenas. Tenía la boca seca y la garganta le ardía— ¿Cuánto tiempo...— no logró terminar la frase pues su garganta no se lo permitió.

Aunque los presentes entendieron lo que quería decir.

—Llevas un mes y medio hospitalizada— le informó Clint— estuviste casi todo el mes en estado crítico. Nos alegra que por fin hayas abierto los ojos.

El arquero tomó la mano de su compañera y a ella le gustó lo cálido que se sentía. Le gustaba esa sensación tan familiar.

La chica miró a la desconocida con interés, la recordó porque peleó a su lado durante la batalla, aunque antes de eso no estaba segura de haberla visto. Fue cuando supuso que había sido de los que habían desaparecido con el chasquido.

—Oh, soy Wanda— se presentó al darse cuenta que la chica trataba de averiguar quién era. Umiko asintió.

Fue entonces que Rhodey regresó, detrás de él iba una doctora y un par de enfermeras.

—Las visitas terminaron, les informaré cuando termine de revisarla— habló la doctora.

Los visitantes pusieron mala cara pero se resignaron y salieron de la habitación.

Una de las enfermeras le comenzó a tomar signos vitales y la otra hizo algunas cosas en la máquina a la que estaba conectada la chica.

—Hola Umiko, soy la doctora Christine Palmer— le sonrió— ¿recuerdas cómo llegaste aquí?

Umiko negó, no recordaba del todo los últimos acontecimientos.

—Presión y temperatura normal— informó la enfermera.

La doctora asintió agradecida y las dos mujeres se marcharon.

—Bueno, estabas herida de gravedad, varios huesos rotos y perdiste muchísima sangre, debo mencionar que  entraste en paro durante casi un minuto entero. Stephen Strange trató de ayudarte. En realidad, gracias a él no moriste pero estuviste en estado crítico algún tiempo. Eres muy fuerte, Umiko, y si te soy sincera me parece un milagro que sigas viva. Te estás recuperando con rapidez y en algunos meses estoy segura de que estarás mucho mejor.

La chica se sintió extrañamente feliz, no tenía miedo a la muerte, pero saber que se había salvado por muy poco le alegraba de sobremanera.

Se sintió cansada, por lo que se permitió cerrar los ojos y dormir un poco. Ahora que sabía que no estaba muerta y había salido del estado crítico, pudo descansar con la mente en paz.

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Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que se sentía un poco mejor. Ya no tenía esos extraños artefactos conectados a ella, sólo un suero y ese otro artefacto que medía su presión, aunque no tenía ni idea de cómo se llamaba esa máquina.

También descubrió que el dolor de garganta había desaparecido y eso la alivió bastante aunque aún se sentía débil y cansada.

Giró un poco su cabeza hacia la izquierda y descubrió a Clint sentado en un sofá detrás de un libro. Sonrió con dificultad y se dedicó a mirarlo. Parecía realmente concentrado en su lectura. Su corazón se hinchó de felicidad al pensar que probablemente no se había ido de su lado en ningún momento.

—No sabía que sabías leer— su voz salió ronca y entrecortada pero el hombre bajó el libro con rapidez.

—No sabía que podías ser graciosa en un momento así.

—Hago lo que puedo— esta vez, su voz salió un poco más normal.

Clint sonrió.

—¿Cómo te sientes?

—Siento que un camión de basura cayó sobre mi y luego fui aplastada por un meteorito.

—Vaya, realmente eres muy graciosa hoy —habló con diversión— significa que estás bien.

Umiko sonrió y acomodó su cabeza en la almohada.
Se quedaron en silencio un momento, Barton se puso de pie y se acerco a la cama para ver mejor a su compañera.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

Se encogió de hombros, no estaba seguro de decir que había permanecido allí casi dos semanas seguidas y nadie lo había convencido de irse ni un segundo.

—Sólo algunas horas, rotamos los tiempos entre Scott y Rhodey. A veces viene Wanda, creo que le agradas un poco aunque ni siquiera te conoce.

Umiko sonrió con tristeza.

—Deberías estar con tus hijos, no aquí.

—De hecho ellos están aquí. Bueno, Wanda los cuida durante mi turno.

Umiko negó.

—Estoy bien. De verdad.

—Casi muero yo también cuando te vi aquel día en el suelo agonizando, nunca me lo hubiera perdonado si morías.

Tomó la mano de Clint con suavidad.

—No hubiera sido tu culpa.

—Tu me salvaste de maneras que no comprendes, sin ti mi vida no sería igual— confensó el hombre.

La doctora entró a la habitación por lo que Umiko no pudo contestar nada más. Pero había muchas cosas que quería decirle a Clint.

nova wayne ┊ 2024 edition

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