🏹🦊

Se escuchaban ruidos en la superficie, Umiko miró con preocupación a Clint pero este puso una mano sobre el hombro de su amiga, brindándole todo su apoyo.

—No nos rendiremos— habló Umiko con toda la seguridad que pudo reunir.

—Por supuesto que no.

Era momento de luchar por lo que amaban, sin miedo a morir en el intento.

—Debemos proteger las gemas— indicó Clint a las tres chicas— todo depende de la seguridad de esto.

Las tres asintieron.

—Clint, si muero aquí...—

—No morirás— la interrumpió.

—Pero si lo hago, quiero que sepas...—

—Me lo dirás cuando todo esto termine— la interrumpió de nuevo.

Umiko lo miró fijamente, deseaba decírselo ahora, no luego pues sabía lo probable que era que no sobreviviera. Aún así, se limitó a asentir.

Comenzaron a correr rumbo a la superficie, las tres chicas siguiendo al arquero pues al parecer era el único que sabía cuál era el camino.

Al llegar, vieron una extraña escena. Los malos y buenos reunidos para pelear unos contra otros.

Umiko estaba impresionada.nunca había visto algo así. Era literalmente un campo de batalla como en esas películas de guerras que había visto alguna vez. Pero mucho más impresionante con súper héroes y monstruos peleando entre sí. Casi parecía algo irreal.

Comenzó a correr justo detrás de Clint para protegerlo lo más posible. Recibió algunos golpes y se detuvo a pelear en unas ocasiones contra uno de esos monstruos. Eran muy fuerte y no se comparaba a nada con lo que hubiera peleado antes pero resultó ser más emocionante de lo que le gustaría admitir. Casi había olvidado que estaba herida y cansada mientras seguía matando a esas criaturas.

Fue cuando perdió de vista a su compañero y decidió que era mejor seguir peleando por su cuenta. Aún había muchas otras personas que necesitaban que les cubriera la espalda.

Logró vencer a unas cuantas criaturas con facilidad, pero el cansancio comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Eso, junto con el dolor que comenzaba a sentir luego de perder la adrenalina que se había extendido por su cuerpo pero no se dio por vencida y trató de dar mucho más de ella.

Entonces, sintió mucho dolor al sentir algo atravesar su costado. Reunió sus últimas fuerzas para matar la criatura y seguir peleando.

No se iba a dejar vencer tan fácilmente. No cuando el plan había resultado exitoso y estaba a nada de poder volver a ver a sus padres una vez más.

Se acercó hasta el hombre araña, que estaba en un hoyo en el suelo abrazando el guante. Le sonrió un poco mientras lo miraba.

Las demás chicas se reunieron. Era el momento de demostrar el poder femenino. Miró a las demás y aunque no las conocía todas le brindaron una sonrisa.

Peleó contra más criaturas junto a sus hermanas dispuesta a ser vencedora y no vencida.

Entonces otro fuerte dolor la recorrió, esta vez a la altura de su escápula. Estaba en el suelo, sintiendo el sabor de la sangre escurrir por la comisura de sus labios esperando a recibir el golpe final.

Pero luego nada, todo se desvaneció como cenizas y sintió mucho alivio. Relajó el cuerpo y miró cómo el humo se disipaba dejando a la vista el cielo y un hermoso atardecer. En ese momento pensó que no había visto algo tan hermoso como ese atardecer.

Una lágrima se deslizó por su cien y se esforzó por no cerrar los ojos. Todo estaba muy silencioso pero estaba segura de que esa era una buena señal.

—¡Un médico!— escuchó la voz de alguien pero no logró ver con claridad.

Unas manos presionaron sus heridas, evitando que se desangrara. Pero era tanto su dolor que estaba segura de que se desmayaría en cualquier instante. Se sentía débil y la cabeza le daba vueltas. Sólo necesitaba cerrar los ojos un momento.

—Estoy bien— murmuró y trató de sonreír.

Escuchó varios pasos acercarse a ella con prisa y comenzó a sentir dificultad para respirar, como si se estuviera asfixiado pero no podía quejarse, sentía tantas cosas al mismo tiempo que parecía que ya no sentía nada. Sentía que se ahogaba y más lágrimas salieron de sus ojos.

Pero las lágrimas eran de tristeza, no volvería a ver a su familia nunca más y no le diría a Clint lo que sentía por él. No podría decirle que lo amaba y eso le dolía.

Comenzó a ver borroso y tenía la necesidad de dormir. Sólo deseaba dormir un momento para descansar.

—Umiko, no te duermas— reconoció la voz de su compañero, pero este estaba al borde del llanto— abre los ojos y mírame.

Se esforzó, de verdad lo hizo.

—Clint —susurró y una sonrisa se extendió por sus labios sabiendo que al menos Clint sería la última persona que vería.

—¡STRANGE!— gritó con toda la fuerza que sus pulmones se lo permitieron— Umiko, no me dejes... te quiero.

Para Umiko, aquellas fueron las palabras que le hicieron no darse por vencida. Pero era imposible, sólo quería dormir.

No es sencillo explicar qué se siente morir.

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