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No volvió a dirigirle la palabra, se limitaba a contestar con monosílabos de la misma manera que evitaba el contacto visual. Clint podía ser realmente cruel si se lo proponía.
Había pasado una semana completa y se encontraban en Italia haciéndose cargo de unos mafiosos. Su trabajo seguía siendo igual pero ahora ya no había palabras de por medio.
Umiko se sentía mal por tan repentino cambio, pero sabía lo que Clint intentaba, mantener distancia. Y no lo culpaba, aún le dolía la pérdida de su familia al igual que a ella. Sin embargo, era evidente que Clint aún pasaba por el duelo de su mujer, quien desde hace tiempo debió haber superado.
Aquel día se habían quedado en la habitación del hotel todo el día luego de tres días seguidos de haber estado fuera. Clint se estaba dando un baño mientras Umiko sacaba la comida que habían pedido hacía cuarenta minutos.
—La cena está lista— dijo la chica en voz alta abriendo uno de las charolas de plástico para ver qué era.
Se acercó a la encimera para tomar un par de platos y de pronto sintió una presión en su espalda y unos fuertes brazos rodeando su pequeña figura. Su corazón comenzó a palpitar con mayor fuerza. Eso la había tomado por completa sorpresa.
Dio media vuelta y se encontró con los profundos ojos de Clint, su mirada era diferente a la habitual. Sus miradas se conectaron por un momento.
Las mentes de ambos estaban en blanco, ninguno pensaba con claridad en ese momento. El hombre pasó sus manos por la cintura de su contraria, eran manos fuertes, firmes y muy cálidas.
Umiko llevó sus manos a la altura de la clavícula de su contrario. Estaba mal todo aquello y ambos lo sabían. La chica se estaba dejando llevar aunque sabía que no era lo mejor.
Las deslizó hacia abajo hasta la cintura, justo en el borde de la playera del chico y comenzó a levantarla con lentitud.
Clint no despegaba su vista del rostro de la chica, analizando cada facción en ella. El arquero cerró los ojos cuando sintió el frío tacto de ella sobre su abdomen disfrutando la sensación que le producía.
La prenda comenzó a deslizarse hacia arriba, Clint le ayudó a sacarla. Se miraron por un momento a los ojos y luego, sin poder soportar un minuto más se unieron en un muy intenso beso.
Sin separar sus labios, Clint le quitó la blusa a su compañera. La tomó de los muslos y la impulsó para cargarla.
La chica abrazó la cintura de su compañero con las piernas. El hombre caminó a la habitación y la dejó caer con suavidad en la cama.
Estaba mal, y ambos lo sabían. Pero ya no había marcha atrás. No cuando sus deseos eran más grandes que su propia racionalidad.
Clint miraba el techo como si fuera la cosa más interesante del mundo, Umiko dormía entre sus brazos descansando por primera vez en mucho tiempo.
El arquero no lograba conciliar el sueño, pues lo único que rondaba por su cabeza era el hecho de que todo lo que hacía estaba mal. No debió perder la cabeza de aquella manera. Estaba tan perdido en las profundidades de sus pensamientos y apenas reaccionó cuando la chica se removió en su lugar. La cubrió cuidadosamente con las cobijas y se puso de pie en silencio, acomodando una almohada entre los brazos de Umiko.
Buscó su ropa que había quedado esparcida en el suelo y se dirigió a la pequeña sala. Se dejó caer en el sofá con los brazos cruzados e intentó dormir. Por supuesto que no lo logró.
Cuando Umiko abrió los ojos, se dio cuenta que aún no amanecía y que estaba sola en la cama. Se sintió culpable y avergonzada a la vez. Suspiro cansada y se puso de pie para luego entrar al baño donde se tomó su tiempo para relajarse.
Al salir, se encontró con su compañero y ninguno dijo nada. Lo cierto es que ninguno tenía palabras para dirigirle al otro.
Ya había pasado y era mejor continuar como si no hubiera pasado nada. Seguirían trabajando juntos y ya.
Ni siquiera Clint sabía por qué lo había hecho. Ambos habían sentido esa intensa tensión sexual entre ambos y por más que se resistían, no lograron resistir ni un poco más.
Barton estaría mintiendo si dijera que no lo había disfrutado pues hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer y después de tanto, le había gustado mucho. Mucho más de lo que realmente le gustaría admitir.
Pero era algo que no volvería a ocurrir, al menos eso es lo que se obligaba a pensar.
nova wayne ┊ 2024 edition
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