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El aikido es un arte marcial donde utilizas la fuerza de tu enemigo contra él sin hacer uso de más violencia.
Clint le pidió a Umiko enfrentarse a un combate de cuerpo a cuerpo, el enfrentamiento iba muy reñido aunque Clint ya se estaba cansando pues Umiko en lugar de atacar, sólo se defendía y eso sólo lo cansaba más.
—Eres bueno, pero no lo suficiente. Cuando logres derribarme, bueno... ya veremos— habló la chica bastante orgullosa por seguir de pie.
Clint intentó recuperar el aliento mientras la miraba divertido, su herida había sanado casi por completo y se sentía más motivado que nunca. La única chica que había sido capaz de ganarle y derribarlo, había sido Natasha, su mejor amiga. Y no quería que la chica frente a él lo lograra.
—Lo voy a lograr —aseguró.
Umiko sonrió y le hizo algunas señas para que continuara atacando. Barton analizó los movimientos de su contraria y se acercó para atacar una vez más.
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Su arduo entrenamiento daba frutos y gracias a la alianza formada, enfrentarse a los yakuza era algo bastante sencillo de hacer.
La herida de Clint había sanado por completo gracias a los cuidados de la chica y aunque había quedado una cicatriz, al hombre no parecía molestarle en absoluto. Umiko había notado algunos otras cicatrices en el cuerpo de Clint que había notado durante los entrenamientos.
Estaban en el tejado mirando el atardecer. Después de que la mitad de la población desapareciera, la contaminación había reducido notablemente y ver el cielo era algo bastante agradable. Las estrellas se notaban mucho más.
Ambos se mantenían en absoluto silencio, muy absortos en sus propios pensamientos. Había una charola de cerámica entre los dos que tenía un par de tazas de té que aún estaba caliente. Aunque ninguno había tomado ni un sorbo desde que tomaron asiento.
—¿Quién es Laura?— preguntó Umiko un tanto incómoda y sin mirar al hombre a su lado.
Clint la miró con sorpresa pero con el ceño fruncido.
—¿Cómo...— se acomodó en su lugar.
—La otra noche, cuando te quedaste dormido en la sala te escuché murmurar su nombre —lo interrumpió y explicó con rapidez.
Umiko se animó a mirar a su contrario, pudo notar que los ojos del hombre reflejaban una infinita tristeza y soledad. Se sintió terrible por preguntar algo como aquello.
—Ella... era mi esposa. Murió cuando nació nuestro tercer hijo— dejó salir un poco de aire— el parto se complicó y bueno... no pudieron salvarla.
—Lamento escucharlo— tocó el hombro de Clint, ligeramente temerosa— ¿cómo se llaman tus hijos?
El hombre sonrió un poco al recordarlos.
—La mayor es Lila, después está Cooper y al final Nathaniel. Ellos... eran lo único que tenía después de perder a Laura.
La chica le sonrió un poco y acarició con suavidad el hombro de su contrario.
—Yo también perdí a toda mi familia, no quedó nadie y me dio tanta rabia cuando me enteré que gran parte de los yakuza seguían con vida. Por eso los enfrento y trato de...—
—No sentir culpa, lo entiendo— completó la frase.
Ambos bajaron la vista, pensando en todo lo que han hecho y lo que hubiera sido si nada hubiese pasado. Umiko quitó qu mano y bajó la mirada.
—Iré a México— dijo Barton luego de un par de minutos en silencio— no puedo quedarme mucho tiempo en un solo lugar y es mejor que me vaya cuanto antes.
—Iré contigo— dijo Umiko sin dudarlo— Somos un equipo ahora, ¿no?
Clint la miró con sorpresa pero enseguida relajó su expresión y asintió.
—Sí... lo somos— se sonrieron.
Clint veía a Umiko solo como su compañera de batallas, no eran precisamente amigos ni conocidos pues no sabían absolutamente nada el uno del otro y así estaba bien para ambos. Tan solo llevaban cuatro meses de haberse conocido y ambos pensaban que no debían relacionarse más, era compañeros y así debía permanecer.
Ambos seguían guardando el dolor de haber perdido a sus seres amados y ahora sólo trabajaban juntos, lo cual, de cierta manera los reconfortaba.
—Iré a entrenar antes de dormir— el sol se había ocultado junto con su melancolía. Se puso de pie y se dirigió al dojo.
—Yo iré a dormir en un rato— dijo Clint mientras la seguía con la mirada y tomaba la taza de té.
Umiko asintió y se marchó del lugar.
Clint se quedó una hora más mirando el cielo y recordando a su familia, lo ponía mal pensar en ello pero a la vez lo reconfortaba en momentos en los que se sentía mal. Los extrañaba pero ya no los podía traer de regreso.
Se puso de pie luego de beber todo su té y caminó a su habitación, pero en el camino vio el dojo y decidió acercarse a mirar un poco el entrenamiento de la chica.
Le sorprendió ver que estaba llorando y pese a eso sus movimientos seguían siendo exquisitos. Seguramente de esa forma desahogaba su dolor.
Se fue antes de que lo descubriera mirando, sintió un poco de compasión por ella pues al parecer compartían los mismos sentimientos de impotencia y frustración. No lo sabía pero eran más parecidos de lo que imaginaba.
Al menos, ya no se sentía tan solo. Había alguien que entendía exactamente cómo se sentía.
nova wayne ┊ 2024 edition
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