🏹🦊

Habían pasado tres años desde que la mitad de la población desapareció, al principio había sido un fuerte golpe para Umiko, estuvo durante mucho tiempo llorando y lamentándose tratando de entender qué era lo que había ocurrido. Hubo una transmisión en la televisión donde explicaron un poco lo que había ocurrido pero no daban muchos detalles al respecto. Umiko sabía que no volvería a ver a su familia nunca más pero aún no era capaz de asimilarlo por completo.

Sin embargo, luego de algunos meses, decidió que no podía quedarse a llorar para siempre. Aún había gente de la Yakuza y demás criminales causando problemas en la cercanía, de alguna lamentable manera ellos habían sido de los mayores sobrevivientes y aprovechaban esa ventaja para hacer de las suyas. Antes casi habían logrado acabar con todos esos criminales pero ahora les daban la vuelta por mucho. Umiko pensaba que su padre era el que debió sobrevivir, al menos él sabría con mayor certeza qué era lo mejor. Pero no era así, su padre ya no estaba y ella debía hacerse cargo y tomar todas las decisiones.

Al principio fue complicado, por lo general, siempre estaba acompañada pero ahora todo era diferente y debía arreglárselas por sí misma. Le costó trabajo, pero rápidamente llegó a un punto donde logró acostumbrarse a trabajar sola. Todo el entrenamiento que su padre le había impuesto no fue en vano.

Aquella noche, Umiko salió de su hogar con un traje negro, perfecto para esconderse entre las sombras. Había descubierto que esa noche se llevaría acabo una importante reunión en un almacén y quería seguir la pista para acabar con aquellos sujetos.

Salió de su hogar en silencio y se subió a su motocicleta para llegar a su destino. En su espalda estaba bien ajustada su katana y en sus botas había un par de cuchillos ocultos en caso de ser necesario.

Al estar cerca de su destino, estacionó la motocicleta en un callejón y continuó el resto del camino a pie. Rápidamente encontró a los sujetos que había estado siguiendo, parecían estar esperando por alguien más y en efecto, un tercer hombre se unió a los dos primeros y juntos comenzaron a caminar. No parecían estar alerta de lo que ocurría a su alrededor, así que fue fácil para Umiko seguirlo.

Subió a un tejado de un edifico cercano que antes era una pequeña fábrica y miró desde su lugar a los tres sujetos que se acercaban a otro almacén.

No era la primera vez que iba en busca de una base de estos criminales, pero debía tener cuidado pues sabía que ellos la estaban cazando. Umiko había sido un completo problema para esos criminales y aunque ellos la superaban en número, no habían sido capaces de vencerla.

Como la única sobreviviente del clan Fujiwara aún poseía gran poder e influencia política, y sabía que Kenichi Shinoda, un jefazo de la Yakuza, de los más importantes dentro de esta mafia, deseaba casarse con ella para su beneficio.

Claro que Umiko nunca estaría con alguien como Kenichi por el simple hecho de ser un miserable criminal que sólo busca su bienestar. Además, ni siquiera le había ofrecido un buen trato. Había mencionado que dejaría en paz a la gente de prefectura pero era obvio que continuaría con sus negocios ilegales. Además, ella misma era capaz de acabar con todos ellos.

Los tres hombres se detuvieron en un callejón, miraron a su alrededor asegurando el lugar. No vieron a la chica y tocaron un par de veces la puerta frente a ellos. Un hombre, de aspecto polaco o tal vez ruso fue el que abrió y los dejó entrar.

Umiko se dirigió al tejado del edificio para tratar de obtener una mejor vista y decidir si era apropiado o no atacar. Habían seis hombres, dos con grandes armas de fuego y cuatro con katanas. Reconoció a todos pero no parecía estar presente nadie realmente importante.

Decidió arriesgarse, morir era parte del trabajo y no había mejor forma que en combate. Además... ya no tenía nada que perder. No tenía miedo de morir.

Espero un momento mientras los hombres conversaban, algo sobre un cargamento y cómo se llevaría a cabo la distribución. Se ocultó en el piso superior donde no llegaba la luz. Finalmente se lanzó para acabar con los primeros dos sujetos que tenían las armas de fuego. Ellos vigilaban, así que fue nadie se percató de cuándo terminó con ellos en un silencioso y rápido movimiento.

Se acercó al tercero en silencio pero aquel sujeto se percato de su presencia y aunque Umiko le había cubierto la cara, se produjo un fuerte sonido con el arma, lo que alertó a los otros tres hombres que estaban haciendo los tratos.

—Buenas noches— dijo Umiko con una sonrisa— me parece que es una bella noche para morir, ¿no creen?

Los hombres se miraron y corrieron a atacar a la mujer.

Las habilidades de Umiko eran extraordinarias, su padre y abuelo le habían enseñado a manejar la katana desde que tenía tan solo cinco años. Además de eso, su padre había insistido para que aprendiera el aikido, karate y un poco de kung fu para que tuviera más habilidades de defensa. Era una mujer pero no una mujer débil e indefensa. Claro que también influyó un poco la insistencia de la propia Umiko para aprender todo aquello.

Su respiración era agitada, había acabado con dos pero aún faltaba uno. Ya estaba cansada pero aún así hizo lo posible por resistir y seguir peleando. Aquel hombre era bueno en el combate y Umiko ya estaba bastante cansada de haber peleado con los otros.

El hombre desarmó a Umiko, haciéndola caer de rodillas. El sujeto levantó la katana, listo para dar el golpe final.

—Miren nada más, el jefe de pondrá muy feliz cuando le diga que asesine a la maldita niña Ichigo que tantos problemas nos ha causado.

La chica cerró los ojos por reflejo, esperando el golpe que acabaría con su vida, estaba bien, ya no importaba. Pero eso no pasó. No hubo ningún dolor. No hubo nada más que un golpe sordo de algo cayendo al suelo. O más bien alguien.

nova wayne ┊ 2024 edition