02. apocalypse
CAPÍTULO DOS
Apocalipsis
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
Pequeños recuerdos del pasado de Sun Hee se hacían presentes en sus pesadillas diarias, haciéndole recordar por lo que había pasado y ella hizo para sobrevivir. Tiene muy poca edad para cargar con todo el peso de un pasado tormentoso y oscuro del cual no sería tan fácil escapar pero ella hacia el intento de hacerlo, es por eso que llegó en busca de su padre. No es como que quisiera saber de él después de tanto tiempo en su ausencia, no lo necesitaba; solo necesitaba un lugar donde pueda iniciar una nueva vida.
Ella se encontraba en las frías calles de la ciudad siendo una pequeña de nueve años en busca de comida una noche de invierno. Su ropa no era la adecuada para el clima pero debía soportarlo, ya que no tenía nada más con lo cual pueda cubrirse y así entrar en calor. Sus zapatos estaban demasiado sucios y rotos por todas partes que era imposible no sentir el frío colándose por la planta de su pie.
En su recorrido solitario fue retenida por un hombre que salió de alguna parte de un callejón, él le sonrió mostrando sus amarillos dientes y hasta le faltaban algunos. La niña solo lo miró con atención.
Sun Hee despertó de golpe cortando el recorrido de sus recuerdos de inmediato. Cayó en cuenta de su realidad y en el apartamento desconocido dónde despertó acostada en el suelo, su arma aún permanecía a su lado tal cual lo había dejado el día anterior y eso hizo evidencia que nadie había llegado ahí, así que estaría un largo rato mientras pensaba en como salir.
Estiró sus extremidades y se puso de pie agarrando su arma para guardarla de nuevo en su cadera. Tenía hambre cuando el estómago le rugió, caminó hacia la cocina en busca de algo que pueda comer. Rebuscando entre el refrigerador y las gavetas, encontró varios envases de comida instantánea en perfecto estado, así que optó por sacar uno de ramen y calentarlo en el microondas. Esperó mientras este se hacía, así que decidió recorrer el apartamento.
Todo estaba un poco desordenado y había varias cosas fuera de su lugar, hasta acumuladas entre ellos. Era el apartamento de un universitario a juzgar por los libros de literatura que habían en un escritorio cerca y varias notas sobre actividades de la universidad.
Llegó hasta el portaretratos de un familia conformada por los padres, un niño de unos trece años y una niña de nueve. Los cuatro sonreían muy alegres y vestían casi iguales, era muy digno de una foto que encontrabas en internet si hacia las búsqueda de una familia perfecta. Sun Hee sonrió de lado con un poco de tristeza porque a pesar que no lo quisiera admitir, en algún momento deseó tener a toda su familia junta y viviendo juntos siendo felices.
El sonido del microondas listo hizo que ella reaccionara y dejase el objeto en su lugar. Retiró el envase de ramen del electrodoméstico dejándolo encima de la mesa más cercana, dejó una cuchara a un lado del envase y se sentó en una de las tres sillas vacías. Su hambre voraz le permitió comer todo el ramen en cuestión de unos cortos minutos y sintió satisfacción al sentir su estómago lleno, ya no le ardía.
Sacó su teléfono que estaba en la mochila y este no tenía señal ni internet. Sus cejas se juntaron en confusión y siguió intentando recobrar señal caminando por toda la habitación sin éxito alguno, marcó el primer número que apareció en su corta lista de contactos y se escuchó el típico sonido de grabadora avisando que no había cobertura, seguido de la llamada cortarse.
—¿Qué está sucediendo?
Todo estaba tan raro que Sun Hee no entendía absolutamente nada de lo que sucedía a su alrededor. Primero la chica cubierta de sangre con sus ojos completamente de negro, segundo que la haya perseguido por dos pisos y tercero que estaba sin señal, ni una barrita de internet tenía.
Es un hecho que las cosas se han puesto demasiado extrañas, así que debe irse de ahí lo antes posible hasta que todo regrese a la normalidad. Guardó todas sus cosas en su mochila con la intención de irse, la mujer loca ya no estaría rondando por ahí buscándola así que estaría libre. Detuvo sus movimientos cuando escuchó voces provenientes de afuera, miró hacia la ventana y pudo ver una sombra hacerse presente. Con una mano en su arma, se dirigió hacia la ventana a paso lento.
Alejó la mano del arma cuando pudo ver como en el apartamento de al lado izquierdo había una señor atado a una cuadra azul saliendo por la ventana y sus hijos lo miraban asustados. Sun Hee no entendía la razón para que el hombre haga eso pero no quiso intervenir, solo se quedó observando.
—Papá, no vayas. Es muy peligroso -La niña sollozó.
—No llores, Su Yeong. Cuida bien de Yeong Su mientras esté fuera. ¿Entiendes?
—Papá -Volvió a decir la niña intentando que su padre no se fuera.
—No llores, Su Yeong. Pueden venir monstruos si nos escuchan.
¿Monstruos?, Pensó Sun Hee.
Su lado lógico le dijo que se trataba para incentivarle el miedo a la niña y deje de llorar, pero había otra parte que estaba un poco confundida por sus palabras a pesar que los monstruos obviamente no existen. Aunque la situación no pintaba nada bien, los monstruos es lo último que pueda existir en ese momento.
—Estuve en las fuerzas especiales. Traeré comida. Yeong Su, hazle caso a tu hermana, ¿Sí?
Sun Hee siguió observando al hombre que se había detenido para hablar con sus hijos e intentar convencerlos que se queden en casa sin llorar pero algo en particular llamó su atención. Hubo movimiento en el piso inferior detrás del aire acondicionado y abrió sus ojos con evidente impactó al ver cómo una enorme cabeza con grandes ojos se acercaba hacia el hombre. La chica se quedó congelada sin saber que hacer viendo cómo esa enorme cosa se acercaba al hombre y este se asustó hasta que en su desesperación se soltó de la soga cayendo hacia el vacío.
—¡Papá! -Los niños gritaron de manera desgarradora.
La chica se escondió sentándose en el suelo para así impedir que esa enorme cosa la pueda ver. Ahora entendía a lo que el hombre se refería respecto a los monstruos pero nada tenía sentido, muchas preguntas rondaban su cabeza por el shock que estaba viviendo.
—¡Vete! ¡Vete, monstruo! ¡Ayúdennos! ¡Ayúdennos, por favor!
Los gritos desgarradores de la niña se escuchaban a la perfección ya que el apartamento donde estaban ellos está al lado del de Sun Hee. Ella solo pudo cubrirse las orejas intentando no escuchar los gritos de la niña pero era casi imposible, algo en su interior le removía el alma para salir y ayudarla pero estaba demasiado impactada como para si quiera pararse. Tomó el valor al recordar que llevaba un arma, no era grande pero podía distraerlo o hasta herirlo.
Se puso de pie y volvió a acercarse hacia la ventana viendo cómo esa enorme cosa estaba dentro del apartamento de los niños. Sostuvo su arma apuntando hacia el monstruo y desactivó el seguro, cerró su ojo izquierdo intentando tener buena puntería para dispararle pero justo en el momento que iba a tirar del gatillo, un televisor cayó encima del monstruo haciendo que este se alejase casi de inmediato.
Miró hacia arriba y la persona que tiró el televisor cerró rápidamente su ventana al ver cómo el monstruo subía hacia donde él se encontraba. Sun Hee se volvió a alejar cuando vió a esa cosa subir por esa persona, así que para salvar su vida se alejó de la ventana pero podía ver la sobra de esa cosa alargada y grande muy cerca.
Apresurada, agarró su mochila con una mano y con la otra aún sostenía su arma sin seguro por si tenía que disparar en el corto transcurso que llevaba hacia el apartamento de los niños al lado. Salió del apartamento donde ella se encontraba mirando a ambos extremos del desolado pasillo y cuando estuvo segura que no había nadie, casi corrió hacia la siguiente puerta y empezó a golpear con desesperación para que los niños le abran.
—¡Niños! Abranme la puerta, vine a ayudarlos.
—¡No! Debes ser un monstruo -Respondió la niña mientras Sun Hee aún seguía mirando por todos lados desesperada.
—No sean tontos, morirán ahí adentro. Déjenme ayudarlos.
Pasaron unos segundos hasta que escuchó como la puerta se abría y una cabeza femenina se asomó, tenía sus pequeños cristalizados y rojos al soltar algunas lágrimas por la caída de su padre. Era tan solo una niña, cualquier tipo de situación de peligro la haría llorar y esa situación era mucho más que peligro, era de vida o muerte así que estaba sola y asustada. Sun Hee la entendió, entendía cada sentimiento que pasaba esa niña en ese instante así que su corazón se estrujó al verla.
Le sonrió de lado intentando demostrarle amabilidad para que no se asustase.
—¿Puedo pasar? -Le preguntó y la niña asintió haciéndose a un lado para que Sun Hee pudiera entrar.
Dejó caer su mochila a un lado y vió al pequeño niño que la miraba con miedo desde la sala, Sun Hee le saludó moviendo su mano de un lado a otro con una pequeña sonrisa. Volvió a colocarle el seguro a su arma y lo guardó donde corresponde bajo la atenta mirada de los niños.
—¿Quién eres? -Preguntó la niña pasando por el lado de ella y abrazando así a su hermano menor.
—Soy Sun Hee -Se presentó señalándose–, vine a visitar a mi padre y me quedé atrapada aquí -Explicó, no tenia que dar muchos detalles–. Y ustedes, ¿Cómo se llaman?
—Soy Su Yeong y él es mi hermano menor, Yeong Su -Respondió la niña, quién aún estaba tímida a Sun Hee.
—Mucho gusto -La mayor les sonrió amable, les gustaba mucho los niños–. Bueno, estoy aquí para protegerlos mientras buscamos la manera de salir. Tengo que pensar en como sacarlos sin que los monstruos los vean.
Era cierto. Si a penas ella pudo escapar de la mujer estando sola, ahora que tenía a dos niños bajo su protección sería más complicado pero no se arrepentía, no iba a abandonar a esos niños a su suerte luego de la muerte de su padre frente a ellos, y tampoco tienen una madre que los pueda cuidar. Solo estaba Sun Hee, quién por suerte los pudo ver.
—¡Abajo! -Gritó Sun Hee al escuchar el sonido de un disparo muy cerca.
Hizo que los niños se agacharan y luego les dió leves empujones para que se dirigieran hacia la parte trasera del sofá para protegerse mientras Sun Hee se acercaba a la ventana con su arma en mano y quitándole el seguro. Con su mano libre, abrió la ventana y pudo ver como parte del cuerpo sangrante del monstruo caía hacia el vacío. Miró hacia arriba y pudo ver a un hombre sosteniendo lo que parecía ser una pistola a presión hecha con una muleta.
Aquel hombre le había disparado, así que había salvado a la persona que le tiró el televisor al monstruo.
Miró hacia abajo viendo el cuerpo de un hombre normal pero su cabeza era alargada, dejando saber que era la misma cabeza de ese horrible monstruo de muchos ojos pero lo más sorprendente fue que a pesar de no tener cabeza, el cuerpo se puso de pie segundos después y huyó.
Sun Hee no se dió cuenta cuando los niños se acercaron hacia la hermana y vieron al monstruo irse.
—¡Papá! ¡Papá! -Gritaron al mismo tiempo y la chica reacción acercándose a ellos.
—Shh -Colocó su dedo índice sobre sus labios indicando silencio–. No hagan ruido, nos pueden encontrar de nuevo.
El niño volvió a llorar en silencio mientras su hermana mayor lo consolaba abrazándolo y acariciando su cabello con tranquilidad.
Si bien ella llegó para ayudarlo, ahora no sabía cómo podría explicarles que su padre había muerto y estaban solos prácticamente. Eran unos niños que no estaban preparados para saber sobre la muerte de la única familia que les quedaba, no quería que alguien más pasara por lo mismo así que decidió guardarse sus palabras y entretenerlos con alguna otra cosa para que no se sintieran triste. Así mataba a dos pájaros de un tiro, los mantenía tranquilos a ellos y pensaba en un plan para salir los tres con vida.
Las horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos, Sun Hee había encontrado un poco de comida que les dió a los niños y jugaron varias cosas así perdiendo la noción del tiempo y entreteniendose sin pensar que habían monstruos afuera esperando para matarlos en el más mínimo ruido que hagan.
—¿Cómo es tu papá, Sun Hee? -Preguntó la niña.
La mencionada suspiró mientras mantenía su mirada fija en el techo. Las dos mujeres estaban acostadas en el suelo mirando el techo mientras el pequeño niño se encontraba jugando con sus pocos juguetes en un rincón.
—No lo sé -Respondió con honestidad–. Llegué para buscarlo y solo tenía una foto de él pero no pude lograrlo.
—Lo siento -Dijo la niña después de unos segundos–. Mi papá era el mejor. Siempre nos cocinaba lo que quisiéramos y nos gustaba ir al cine, también nos leía cuentos cada noche.
Ese siempre será el sueño frustrado de Sun Hee, que alguno de sus padres le haya dado los mejores recuerdos para toda su vida. Ella nunca pudo saber lo que era el abrazo de un padre o una madre, al menos no desde que tuviera memoria y cree que siempre fue así. Su madre se enfermó cuando ella a penas tenía siete años y antes de eso, se la pasaba trabajando y apenas la veía una o dos horas todos los días. Fue duro para ella cuando su madre enfermó y tuvo que valerse por sí misma, también ayudó a su madre con los medicamentos.
No fue fácil y sobre todo, no tenía los mejores recuerdos de su infancia. No quería que Su Yeong tenga lo mismo, así que no le diría nada sobre su padre por el momento.
—¿Crees que mi padre regrese?
—Sí, solo tienes que creer -Le respondió.
Sin pensarlo, unas pocas lágrimas se escaparon de Sun Hee así que las limpió rápidamente con el dorso de su mano derecha.
—Ya vengo -Le avisó a la niña y se dirigió hacia el baño para poder mojarse la cara.
Los niños volvieron a estar solos en la sala y Yeong Su se asustó al no ver a Sun Hee cerca, así que se acercó hasta su hermana sollozando al pensar que la chica se había ido.
Sun Hee cerró el caño del lavado y ahora que estaba mejor, quiso salir del baño pero se detuvo al escuchar dos toques en la puerta principal. Agarró su arma por inercia y se asomó a la puerta del baño viendo a los niños asustados, movió su boca indicándole a Su Yeong que no hiciera ruido. La niña asintió y tomó su linterna apuntando hacia el vidrio al lado de la puerta viendo la silueta de alguien.
—Chicos, vine a ayudarlos -Un chico habló del otro lado.
Sun Hee salió del baño por completo y aún sosteniendo su arma escondida a un lado de su pierna, se dirigió a paso lento hacia la puerta y la abrió con rapidez apuntando al chico a la cara y este solo se sorprendió no solo por el arma, sino por verla de nuevo. La chica lo reconoció casi al instante a pesar que no había luz y bajó el arma.
Lo dejó entrar, encendieron una pequeñas velas y los cuatro se sentaron alrededor de una pequeña mesa mirándose entre sí.
—Señor, salve a nuestro papá -Le dijo el pequeño niño con su voz casi quebrada.
—¿Qué? -Preguntó el chico.
—Papá se cayó.
El chico bajó la cabeza suspirando levemente pensando en qué pueda decirle al niño sin herirlo.
—Lo sé -Dijo el recién llegado.
—Quizás siga... -Esta vez habló la niña, esperaba escuchar una respuesta positiva.
—Nadie puede sobrevivir a una caída de 12 pisos -Respondió el chico y Sun Hee quiso ahorcarlo en ese momento, pero solo lo miró mal y él la miró un poco asustado.
Sun Hee le hizo una seña pasando su dedo índice por su cuello indicando que lo mataría. Abrazó a los niños que volvían a llorar en silencio.
—No lloren, niños. Todo estará bien -Les dijo acercándolos más a su cuerpo–. ¿Por qué estás aquí?
—Vine a ayudarlos -Respondió tembloroso–. Hay un señor en el piso 14 que tiene mucha comida. Tienen hambre, ¿No? -Les preguntó a los niños y sintió miedo de mirar a Sun Hee.
Sun Hee no iba a replicarle nada, ese chico estaba arriesgando su vida por los niños así que no iba a oponerse al plan de subir hacia el piso catorce pero siempre iba a estar preparada por si a caso, todo se puede esperar en un momento tan desesperante.
—Debemos ir al pasillo, dónde hay monstruos sueltos. ¿Están listos? -Los niños no respondieron–. ¿Cuántos años tienen? -El chico dejó de mirar a los pequeños y miró a Sun Hee.
—Yo tengo nueve y mi hermano tiene seis -Respondió la niña.
—Las edades perfectas para pelear contra monstruos.
Les sonrió levemente y Sun Hee imitó su acción, al parecer le gustan también los niños. La chica eliminó su sonrisa al darse cuenta de lo que estaba haciendo, así que solo carraspeó.
—No se preocupen -El chico agarró el hombro del niño–. Yo los protegeré.
Sun Hee se puso de pie llamando la atención de los demás centrado sus miradas en ella.
—Muy bien, héroe -Agarró su mochila negra y lo colgó en su hombro derecho–. Debemos irnos.
Los cuatro salieron del apartamento, los niños primero seguidos de Sun Hee luego que el chico le haya cedido el pase sosteniendo la puerta. A pesar de todo, era caballero. La chica siguió su camino con los niños hasta que se dió cuenta que el chico no los seguía y se escuchó como si alguien se ahogara. Su Yeong sostenía la linterna y apuntó hacia la puerta regresando a ver al chico.
—¿Está bien? -Preguntó la niña.
—Aléjense de mí -Apenas logró decir el chico–. Llévatelos rápido. ¡Váyanse! -Cerró la puerta.
—Vamonos -Les dijo a los niños siguiendo con su camino por el pasillo pero la niña agarró la manga de su chaqueta impidiendo que se vaya.
—No hay que dejarlo solo -Dijo Su Yeong y Sun Hee tragó en seco viendo los rostros tristes de los niños.
Maldijo para sí misma y se dirigió hacia la puerta donde estaba el chico, lo abrió y pudo verlo repleto de sangre saliendo por si nariz y entendió todo casi al instante. Los niños entraron detrás de ella viendo cómo estaba el chico y se asustaron, volvieron a cerrar la puerta y apoyaron su espalda contra este.
—¿Qué le sucede? -Preguntó el niño mirándolo asustado por toda la sangre.
—No lo mires -Le dijo Sun Hee y los alejó de él caminando hacia el otro extremo del pasillo–. Se pondrá bien, solo hay que esperar. No pasa nada.
Intentó que los niños no vieran como el chico se estaba poniendo fuera de sí y luchaba en su interior siendo perseguido por sus propios demonios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro