Capitulo 8
Mientras ambas chicas ahora juntas caminaban hacia una caverna, Hazel jugaba con su máscara. Se la quitaba, se la colocaba. Así sucesivamente. Ella se sentó y palpó la mesa dos veces con tres de sus dedos y recostó su cabeza en la barra.
— Un jugo de manzana... — murmuró Hazel aún jugando con su máscara —. Pero de manzana roja. Si sabe a verde te juro que te tiro de un puente. Por cierto, ¿como has estado Tira?
— Hum, es Thieram — murmuró el hombre mientras sacaba unas bebidas desde abajo de aquella sucia barra. Hazel asintió sin mucho entusiasmo ante su pequeña equivocación.
— ¿Por qué tanto alboroto? — preguntó Jinx con curiosidad y infantilidad fingida, mientras jugaba con un su vaso y la gema azul brillante.
— El jefe quiere que atrapemos a alguien — entonces las alarmas de Hazel despertaron. Hazel trago con fuerza y rezo a los demonios que no fuera lo que ella estaba pensando —. Unas chicas... bueno yo no voy a atrapar a ninguna, además de esas... creo.
— Interesante — murmuró Hazel y le arrebató el pequeño cartón de jugo que tenía Thieram en sus manos.
Aún que Jinx no parecía satisfecha, aún jugaba con la gema como si fuera un preciado juguete —. ¡Concéntrate! ¿Quiénes son? ¿Por qué no nos invitaron a la fiesta?
El hombre se rascó la nuca pareciendo incómodo y en busca de alguna respuesta clara para satisfacer la curiosidad de la de cabello azul —. Uh, no lo sé, se pelearon con Sevika. Le montaron un numerito.
Hazel cerró sus ojos con fuerza. Solo pasaron doce horas y esas chicas ya habían hecho de todo. Ella se frotó los ojos y soltó un surgió antes de levantarse — Gracias Tira.
Entonces Jinx se levantó con la alegría del mundo y siguió a su amiga hacia las escaleras —. De nada... y es Thieram.
[...]
Hazel ahora daba vueltas en la silla de Silco, sus piernas colocadas en posición de mariposa y su cabeza recostada en el espaldar de la silla mientras tenía sus ojos cerrados. Su máscara — más bien el chip de su máscara — estaba sobre su mano derecha.
Veía como Jinx daba vueltas emocionada alrededor de la habitación mientras colocaba bombas y trampas por donde quiera.
— ¡Muñeca, ven aquí! — exclamó Jinx mientras saltaba sobre el escritorio de Silco y muchas páginas y planos volaba hasta descansar en el suelo.
Hazel aún con los ojos cerrados y el chip en su mano, sentía la presencia de Jinx cada vez más cerca de su rostro. Así que abrió sus ojos encontrándose rápidamente con los ojos grises de Jinx a veinte centímetros de su rostro.
Dio un vistazo rápido a la habitación y volvió a plantar sus ojos en ella —. ¿Ya terminaste?
— Ajá — contestó la peli azul mientras se recostaba en el escritorio y se estiraba como un gato con cansancio.
— ¿Y qué era lo que planeabas hacer?
Pero Jinx se levantó de golpe y levantó a Hazel sin problema algunos para sentarse en la silla y darle la espalda a la puerta.
— ¿Qué diablos?
Al escuchar un ruido en la entrada, en un instante Jinx cambió de idea. Con un movimiento rápido e impulsivo, agarró a Hazel de sus piernas y la sentó en su propio regazo, justo en el momento en que Sevika entraba en aquella sala.
— Las hemos perdido — anunció Sevika como llegada, se notaba que estaba irritada.
Entonces Jinx con la fuerza de sus piernas giró la silla y miró sobre el hombro de Hazel. Su mano derecha descansando en el muslo de la mayor y la otra sostenía unos papeles que siempre estaban ordenados en el escritorio de Silco.
— ¿A quien? — preguntó Jinx con curiosidad y seriedad desbordante.
Sevika gruñó y se quiso acercar, pero solo logró tirar de un hilo que conectaba a una trampa de gas. Rápidamente Jinx se colocó una máscara y le colocó el chip a Hazel en su rostro para que su máscara se activara. Sevika se intentó acercar, Jinx con burla la saludó de la mano. Y cuando finalmente calló desmayada en el suelo, Hazel se levantó de las piernas de Jinx y tomó a Sevika de su brazo robótico.
[...]
Hazel se encontraba recargada en la pared, justo donde la oscuridad ocultaba su silueta, observaba con atención mientras Jinx giraba la silla a su alrededor. Un silencio incómodo se abrazaba sobre la habitación mientras Sevika comenzaba a recobrar la consciencia. La bofetada que Jinx le proporcionó resonó con fuerza, sacándola de su mareo. Sentada con gracia sobre el escritorio, con sus manos juntas Jinx suspiró como si estuviera enamorada.
Hazel emergió de entre las sombras, se acercó con paso vacilante, revelando sus ojos y sus cicatrices frente a los ojos de Sevika. Se fijó en la figura de Sevika.
— Pensé que te habías muerto por la cantidad de gas que inhalaste — dijo Hazel y con una extraña voz tímida.
— Tontita— dijo Jinx mientras sonreía de lado. Jinx volvió a suspirar —. Siento que tu y yo empezamos con el brazo equivocado, tal vez deberíamos intentar con el otro.
— A este paso no podrás limpiarte el culo — murmuro Hazel mientras jugaba con sus dedos
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