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Capitulo 11

[ Antes de empezar, quiero decir que cambié algunas cosas de la serie original los créditos aún le siguen correspondiendo a los creadores, solo quería hacerlo más creativo para no solo basarme en la serie ]

— ¡Miren quien es! — exclamó la voz de Jinx mientras alzaba sus brazos y señalaba al moreno con burla, como si fuera una burla —. ¡El chico salvador!

Ekko solo se dignó a mirarla y soltar una risa.

Pero al cabo de un minuto, solo había un rastro de humo rosado y azul que rodeó ambos cuerpos.

[...]

El aire dentro de la fábrica abandonada estaba cargado de tensión. Caitlyn estaba atada a una silla, sus muñecas firmemente sujetas con cuerdas mientras un zumbido eléctrico llenaba el ambiente. Sobre ella, luces de neón parpadeaban con un ritmo caótico, como reflejo de la mente de quien la había puesto allí. Parpadeos. Parpadeos. Parpadeos.

Jinx caminaba en círculos alrededor de Caitlyn, tarareando una melodía infantil y jugando con un encendedor que chisporroteaba en su mano. Hazel estaba apoyada contra la pared cercana, observando la escena con una mezcla de incomodidad y preocupación. La idea de que Jinx tuviera brillo en su sistema, era simplemente agonizante.

— ¿Qué es todo esto, Jinx? — preguntó Hazel, con el tono más calmado que pudo sacar de su garganta.

— Es una reunión familiar, muñeca — respondió Jinx, con una risa tensa —. Y nuestra invitada especial está aquí para asegurarse de que mi querida hermana no se escape otra vez.

Caitlyn, aunque tensa, mantenía una expresión desafiante. — Vi no te dejó. No de la forma en la que crees.

Jinx detuvo su paso y se giró hacia Caitlyn, su rostro retorcido por la ira. — ¡No me llames así, piltilla! No sabes nada. Tú no estabas allí. ¡No viste cómo me abandonó para seguir a Vander! ¡O cómo se fue con Piltover y te eligió a ti!

Caitlyn frunció el ceño pero no respondió de inmediato. En lugar de avivar el fuego, mantuvo su mirada firme. Hazel aprovechó el silencio para intervenir.

— Jinx — dijo suavemente, acercándose un paso. — Tal vez esto no es necesario. Vi vendrá, lo sabes. No necesitas usarla para que te escuche.

Jinx apretó los dientes, pero la presencia de Hazel parecía calmarla, al menos un poco. Hazel siempre había sido su ancla en esos momentos, la voz que lograba atravesar su locuras mentales.

— Hazel, pensé que de todos si podrías entender— respondió Jinx, aunque su tono no era tan afilado —. Siempre he sido invisible para todos. Powder era una carga. Jinx es un monstruo. Si no hago algo grande, si no les hago ver quién soy ahora, nunca me tomarán en serio... lo sabes mejor que nadie... deberías entenderme mejor que cualquiera.

— Vi te toma en serio — insistió Hazel, con un dejo de urgencia. Parpadeo y su máscara desapareció. Sus ojos eran completamente rojos —. Ella vino hasta aquí por ti, Jinx. No por Piltover, no por ella. Por ti.

Jinx se quedó inmóvil por un momento, sus ojos brillando de confusión y rabia contenida. Hazel dio otro paso hacia ella, su mano extendida. — Habla con ella. No necesitas todo esto para ser escuchada.

Antes de que Jinx pudiera responder, el sonido de pasos resonó en el pasillo. Las luces parpadearon mientras Vi apareció en la entrada de la fábrica, su pecho subiendo y bajando con rapidez, como si hubiera corrido hasta allí.

— ¡Powder! — gritó Vi, sus ojos inmediatamente encontrando a su hermana. Luego su mirada se desvió hacia Caitlyn, atada y vulnerable, y su expresión endureció. — ¿Qué estás haciendo?

Jinx dio un paso hacia Vi, su sonrisa torcida pero sus manos temblorosas. — ¿Qué estoy haciendo? ¿En serio, Vi? ¡Estoy tratando de entender qué eres ahora! ¿Hermana? ¿Enemiga? ¿Piltover te cambió tanto que tienes que traerla a ella a nuestra ciudad?

— Powder, suéltala — dijo Vi, con un tono firme pero cauteloso. — Estoy aquí. Hablemos, pero déjala ir. Esto no tiene nada que ver con Caitlyn.

Jinx dio una carcajada que resonó por la fábrica, pero sus ojos mostraban más dolor que burla. — ¡Claro que tiene que ver con ella! Ella te salvó, te protegió. Es lo que yo solía hacer por ti. Pero ahora es ella la que importa, ¿verdad?

Hazel se acercó lentamente, colocando una mano en el brazo de Jinx. — Jinx, esta es tu oportunidad. No se trata de Caitlyn. Se trata de ti y de Vi. Hablen. Por favor...

Vi dio un paso adelante, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. — Nunca te dejé, Powder. No porque quisiera. Pero no podemos arreglar nada si sigues haciendo esto. Esto no arreglará nada.

El nombre "Powder" pareció golpear a Jinx como un relámpago. Su rostro se torció en una mueca de dolor, y por un momento pareció que iba a soltar el arma que tenía en la mano. Pero luego su mirada se endureció de nuevo.

— No soy Powder — dijo, su voz baja y afilada — Powder está muerta.

Hazel vio que la situación estaba a punto de desmayarse.

Jinx tembló, el conflicto interno reflejándose en cada parte de su cuerpo. Finalmente, con un grito de frustración, lanzó el arma al suelo. Caminó hacia Caitlyn y cortó las cuerdas que la sujetaban, liberándola.

Caitlyn miró a Jinx con una mezcla de compasión y cautela antes de retroceder hacia Vi. Vi, sin embargo, no se movió. Su atención estaba fija en Jinx, quien ahora respiraba con dificultad, tratando de mantener la compostura.

— ¿Eso es lo que querías, Vi? — preguntó Jinx con un tono quebrado. — ¿Para salvar a tu nueva amiga y olvidarte de mí?

Vi sacudió la cabeza y dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia su hermana. _ Nunca podría olvidarte. Pero tienes que dejarme entrar. Déjame ayudarte.

Jinx vaciló, mirando la mano extendida de Vi. Hazel, a su lado, susurró: — Estaré aquí para apoyarte.

La pantalla se desvaneció a negro, dejando al espectador en la incertidumbre de si Jinx tomaría la mano de Vi o si las sombras que la envolvían volverían a arrastrarla.

todavía tendido en el suelo, su cuerpo inerte rodeado de los escombros. Hazel cayó de rodillas junto a él, sus manos temblando mientras las colocaba sobre el pecho de Silco, como si todavía pudiera devolverle la vida.

— Silco...— murmuró, su voz ahogada por las lágrimas que finalmente comenzaron a fluir.

Vi y Caitlyn se acercaron con cuidado, sus pasos inseguros. Vi miró a Hazel con una mezcla de preocupación y confusión. Sabía que Hazel tenía un vínculo profundo con Jinx, pero no entendía del todo su lealtad hacia Silco.

— !Hazel? — llamó Vi con suavidad, inclinándose para colocar una mano en su hombro.

Hazel no respondió de inmediato. Sus ojos estaban clavados en Silco, como si en su mente todavía estuviera presente su voz, dándole órdenes, guiándola como siempre había hecho. Finalmente, Hazel habló, aunque apenas en un susurro.

— Él... él no era perfecto — dijo, más para sí misma que para los demás. — pero lo intentó. Intentó darnos un hogar. Intentó protegerla...

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