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Había pasado casi dos años y medio desde la victoria de Asteria Marigold en los 72 juegos del hambre, durante los primeros meses tuvo una gira a través de los distritos donde en el cuatro por fin conoció a Finnick, desde ese momento y quizá desde la entrevista había interés mutuo. Asteria se había convertido en la mentora de los nuevos tributos de su mismo distrito del cual el masculino, Sebasta Grow, con 16 años se convirtió en vencedor de los 73° juegos del hambre además de ser amigo de la infancia de Asteria.
Se acercaba los 74° juegos del hambre, Asteria había pasado todo el tiempo que podía con Finnick y cuando no estaba con el, estaba con su amigo.
La mañana del día de la cosecha Asteria se encontraba en su casa en la aldea de los vencedores junto a Sebasta quien había tomado una ducha en casa de ella.
-As... ¿vas a entrenar a los nuevos tributos?- preguntó el chico secándose el cabello con una toalla.
-Si, es la única forma de estar cerca de Finnick por largo rato- explicó ella -además, logre que tú ganaras... puedo hacerlo otra vez.
Sebasta río girando los ojos, este sabía que ella había puesto todo su empeño en enseñarle para hacer que sobreviviera.
-Finnick no me agrada- comentó el chico sentándose en una de las sillas de la isla de la cocina.
Asteria lo miró girando los ojos, mientras servía un vaso de jugo, si había algo que le molestaba eran los malos comentarios de él hacia su pareja.
-No te agrada por que estas celoso- soltó ella bebiendo del líquido rojizo.
Sebasta río sin negarlo porque sabía que era cierto, él había estado enamorado de ella desde siempre y más aún cuando ella lo entrenó, a pesar de saber lo tanto que ella estaba interesada en Finnick Odair.
-Es un idiota... siempre está pegado a ti- murmuró jugando con un vaso -Cuando estas con el, se te olvida el mundo.
-Sebasta- exclamó ella mirándolo de forma seria.
Molestarse con el no era algo que ocurriera con normalidad, sin embargo, Finnick valía la pena.
-Lo siento... tú sabes lo que siento, tú sabes que yo estoy...- respondió el subiendo los ojos pero con la cabeza agachada.
-No se de que hablas- interrumpió la castaña saliendo de la cocina.
-Asteria déjame intentarlo- pidió el chico siguiéndola.
La chica negó intentando no escuchar lo que él decía, no quería arruinar las cosas con el aunque supiera lo que él sentía.
-Estás ebrio?- preguntó ella girándose hacia el.
-No- mintió el mirándola a la cara.
Había bebido antes de ir a casa de ella, usualmente lo hacía para mantener su mente relajada y bajar la guardia que habían provocado los juegos del hambre.
Asteria tomó la barbilla del chico con su mano notando sus mejillas sonrojadas a pesar del baño que había tomado.
-Vienes a hablar conmigo ebrio... debes parar... no está bien- respondió ella soltando el rostro de él dándole la espalda.
El chico tomó la mano de ella acercándose para darle un abrazo.
-Lo siento... estoy siendo un estúpido contigo, no lo puedo evitar- murmuró con la cabeza apoyada en el hombro de ella.
-Está bien... sé que es duro...- comentó acariciando el cabello de él.
El rubio simplemente levantó la cabeza con una sonrisa para salir de la casa de ella, sabía que estaba mal sentir por ella lo que sentí pero no podía evitarlo.
Uno no elige a quien amar, pero si elige cómo reaccionar al respecto.
Asteria lo vio irse por la puerta de su casa, por lo que ella cerró con seguro para ir a cambiar su ropa ya que después de todo era día de cosecha y debían estar presentables.
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Había pasado el momento de la cosecha, una chica de cabello rojizo era la nueva tributo femenino y un chico de pelo oscuro era el tributo masculino, Asteria se había convertido en la mentora junto a Sebasta quien se encontraba inmerso en su mente ignorando la cosecha a pesar de haber estado frente a ella.
Asteria caminaba hacia su casa, en la aldea de los vencedores lista pensando seriamente en los nuevos juegos y cómo había sido ella hacía un año.
-Sebasta!- llamó ella, al rubio que se encontraba tomando alcohol junto a otros hombre.
El chico reía mientras hablaba con los otros hombres mayores hasta que vio a la chica, atorándose con el líquido escupiendo un poco.
-Hola bonita- sonrió el tosiendo un poco mientras reía.
La chica giró los ojos alejándose para ser seguida por el chico menor.
Asteria tenía 20 años, al ganar los juegos a los 18 cumpliéndolos durante estos. El chico había ganado a la edad de 17 años teniendo ahora 18 siendo dos años menor que la chica.
-Tienes que dejar de beber! Eres un niño- exclamó ella sin mirarlo.
-No es mi culpa no ser tan insensible como tú lo eres- soltó el rubio bebiendo más.
La castaña se dio la vuelta golpeando la mano de Sebasta haciendo que su vaso cayera al suelo.
-cierra la boca- murmuró ella acercándose a él.
Asteria lo miró sabiendo que él tenía razón, podía ser demasiado insensible a diario pero era su forma de no pensar en los juegos y el trauma que estos creaban a todos los jugadores.
-Lo siento...- susurró el con la cabeza baja apenado -supongo que sigo actuando como estúpido- bromeó.
-Un gran estúpido- respondió ella con una sonrisa ladeada.
-Cuando te vas?- preguntó el rubio con una mirada directa hacia ella.
-Hoy mismo... ¿quieres venir conmigo?- preguntó poniendo su mano sobre el hombro de él.
El chico negó alejándose de ella para dejarla sola en el camino.
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Al llegar al Capitolio donde entrenaría a los tributos del distrito 5 la castaña conoció a los chicos de distrito 12, los trágicos amantes de los que todo el mundo hablaba pero Asteria podía ver más allá de lo que los ojos del público hacían, y para ella era evidente que Katniss Everdeen había aparecido para alterar el sistema y el chico Peeta para jugar con las personas del Capitolio.
Durante su estancia en el Capitolio, pasó la mayor parte del tiempo entrenando a la chica pelirroja nueva tributo y al chico de pelo negro lacio que habían quedado como los nuevos tributos, además de lo poco de tiempo que le quedaba estaba con Finnick, con quien apostaba a ver quien podría ganar y como no era sorpresa para Asteria Katniss y Peeta habían ganado, eran los nuevos vencedores.
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Espero les guste esta historia tanto como a mi me gusta escribirla.
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